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Vivió una época de su infancia en Galicia y cada vez que retornaba a su ciudad natal la llanura le causaba desasosiego. «Siempre tuve una relación de amor odio con ella porque no llegaba a comprenderla», expone Roberto R. Antúnez (Valladolid, 1976).
Fueron las lecturas ... del escultor Jorge Oteiza las que le reconciliaron con el paisaje visual castellano más reconocible a partir del verso 'El invierno es una circunferencia'. «Esas cinco palabras albergan holograma, nieve y cencellada, trigales que desembocan en mi paisaje visual: la llanura». Antúnez evoca esas sensaciones en 'Levitación y trance' (Editorial Páramo), su tercer poemario, que presenta este sábado (13:00 horas) en la librería Sandoval acompañado por el fotógrafo y músico Ricardo Suárez.
El vínculo estrechado en torno a Oteiza remite a su concepción del vacío en las esculturas. «Esa idea expresada de forma tan hermosa, dinámica y expansiva podía ser la llanura; a partir de ahí surgieron cosas que contar». Que su poesía está repleta de reverberaciones geométricas tiene también origen en las formas poliédricas predominantes en la obra del escultor vasco. «Él hablaba de que la realidad es un holograma multidimensional y me pareció una metáfora preciosa de la llanura».
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Samuel Regueira
Sus devaneos en torno a la inmensidad del paisaje castellano le traen a la memoria imágenes de su infancia. «De pequeñito, cuanto vivía en Galicia, odiaba aquella visión de la planicie. Cuando bajábamos del norte a Valladolid no quería asomarme por aquí, así que mi padre me dio un consejo: aprender a querer la llanura, ese paisaje visual difícil, rudo, que parece que una vez que entras en él no puedes salir». Con el tiempo, la percepción de ese territorio le ha abierto «puertas invisibles».
«Me puse a caminar, a fotografiar y descubrir ese paisaje en busca de una grieta para poder comprender ese enigma que para mí siempre ha sido la llanura». 'La habitación trashumante' (2011) y 'Ovnis en la noche americana' (2017) son los poemarios anteriores de un autor que halla amparo en la escritura: «Me equilibra, concibo la vida como forma de búsqueda permanente y la escritura lo colma. Es una forma de atenuar el miedo y la incertidumbre». Del mismo modo, el verso le ha ayudado a modelar su mirada hacia lo más cercano. «Con el tiempo fui desentrañando el lenguaje de gestos austeros del llano, su manera hermosa y fiera de acariciar los pájaros. Ahora vivo hacia la luz que desprende».
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