Fernando Balius y Zuhaitz Gurrutxaga en la Feria del Libro de Valladolid. Ivan Tomé
Feria del Libro de Valladolid

«Escribir es tratar de dar sentido a nuestras experiencias de soledad e incomprensión»

La Feria del Libro y Fundación Intras organizan una mesa sobre salud mental con el exfutbolista Zuhaitz Gurrutxaga y el escritor Fernando Balius

Samuel Regueira

Valladolid

Domingo, 2 de junio 2024, 18:18

Con la salud mental en el centro del debate público y político, se han multiplicado las obras de difusión y divulgación, muchos testimonios en primera persona que, a pesar de narrar experiencias personalísimas y únicas, han resonado en muchísimas otras personas con situaciones variopintas pero ... que han enfrentado los mismos límites de su bienestar emocional, su soledad y su incomprensión. El exfutbolista Zuhaitz Gurrutxaga con 'Subcampeón', editada el pasado año, o Fernando Balius con 'Desmesura', que ya conociera el éxito en 2019 tras su premio en el Salón del Cómic de Barcelona, han presentado sus respectivas obras en la 57ª edición de la Feria del Libro de Valladolid, en un acto moderado por el periodista Daniel Rojo y coorganizado por la Fundación Intras.

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«Cuando me pasó mi crisis hace veinte años pensaba que estaba solo y que no había nadie en el mundo», compartió el exdefensa de la Real Sociedad. La presión al fracaso le hizo quebrarse hace dos décadas, y abandonó definitivamente el mundo del fútbol en 2011: «Sentía una ola que hacía el campo cada vez más pequeño y a los rivales más grandes», rememoró de sus primeros encuentros adversos: «Me sentía preparado físicamente pero no psicológicamente; sentía que aquello era demasiado para mí».

Por su parte, Balius vertebra su propia experiencia con esquizofrenia y escuchando voces, aunque es consciente que al trasladar sus vivencias ha conocido el eco de otras tantas experiencias de su público lector, ya sean personas de sexualidades diversas, discapacidad y, sí, también depresión y ansiedad: «Al escribir tratamos de dar sentido a nuestras experiencias de soledad e incomprensión»; manifestó el autor de 'Desmesura'. «Se trata de crear gramáticas colectivas, mucha gente vive situaciones muy parecidas y el punto de partida de la solución pasa por poder juntarnos de nuevo, poner nuestros problemas en común y comprender que nadie sale solo».

Bajo el lema 'Está bien pedir ayuda', la mesa también planteó la pregunta de si el diagnóstico médico es una losa o libera. Gurrutxaga lo tiene claro: «Para mí fue una salvación; estaba el equipo celebrando la victoria en el vestuario y yo lloraba en la ducha sin comprender qué me estaba pasando», rememoró. «Al día siguiente fui con mi madre a la psicóloga y enseguida supieron ponerle nombre; TOC».

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Balius, en cambio, trasladó que su 'polidiagnóstico' no le devolvió nada en su vida: «Primero dijeron TOC, luego esquizofrénico: dijeron que sería crónico, que estaría siempre medicado, que no tendría pareja y que viviría siempre con mis padres». En esa tesitura sintió por primera vez una pulsión suicida, que no es recurrente en su vida («Necesito vivir y necesito la esperanza»), pero le ha servido para asumir un activismo que se traslada también a su obra: «Se han multiplicado ahora los centros de producción sistémicos en soledades», señala, en alusión a los teletrabajos, y añadiendo que «cuando uno está solo, las voces de tu cabeza agudizan su mala hostia». Para más inri, «se han disuelto los lazos comunitarios, sobre todo en ciudades, y ya no tenemos ni siquiera tiempo para compartir con nuestro entorno con lo que está pasando».

Definiendo la salud mental

«Hoy ya no tengo claro si la salud mental es el resultado de las miserias individuales o un negocio», incidió Balius, que tanto en el libro como en su discurso no teme señalar a la sociedad en su conjunto o al sistema capitalista, en sus responsabilidades de esta epidemia. «Estamos atravesados por las tecnologías y buscamos respuestas en psicoterapeutas o libros de autoayuda, y no debería ser así: sentirse solo es jodido e injusto, pero es cuando compartes esas experiencias cuando son menos abrumadoras».

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«Poder hablar de ello también es importante», coincidió Gurrutxaga, «aunque duela a esas otras personas». Un peso que no solo se traslada al entorno familiar y afectivo; sino que también se carga con las expectativas depositadas en la masculinidad, en su desempeño sexual y en su gestión interna y estoica de las emociones: «Durante muchos años he tenido miedo al sexo», admitió, «y tras una ruptura sentimental uno puede pensar que está superado, pero ese temor vuelve a aparecer».

Balius también señala que, aunque la experiencia colectiva es la solución, hay espacios como los entornos generados por influencers como Llados, para canalizar masculinidades frustradas, u otros que derivan en gestión de odios hacia colectivos específicos (desde el panorama asociativo hasta la esfera política) que no brindan la respuesta adecuada: «Hemos pasado de la Iglesia y las sectas a los psicoterapeutas y los 'influencers'», lamenta. «Hay un pseudoestoicisimo en el discurso de «Que te deje tu pareja es lo mejor que te puede pasar, aléjate de tu familia, rompe contacto con tus amigos y concentra todos tus esfuerzos en ti y en tus sueños» que apuntan solo a lo individualidad, favorecen al capitalismo y no son estructurales».

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