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Roma sigue siendo el arquetipo del poder. Una civilización con un 'rodillo' administrativo que fue más allá de su ascenso y decadencia. Santiago Posteguillo (Valencia, 1967) ha encontrado en su historia una forma de novelar la vida de sus protagonistas. Pero también para hacernos reflexionar ... sobre el presente.
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Antonio Corbillón
Su Julio César podría ser ¿por qué no? un trasunto de Boris Johnson, Putin o el propio Trump. Y la caída de Roma tal vez nos señale el camino. Tras arrasar con 'Roma soy yo', Posteguillo pasará los próximos 12 años reinterpretando esta civilización con, al menos, seis nuevas entregas. No suele trascender que sus primeros textos, alguno sin publicar, eran del género negro. Aunque no necesitaba justificaciones para acudir al Blacklladolid este sábado junto al crítico de vinos Luis Gutiérrez.
–Se ha pasado el verano en los escenarios de Julio César. ¿Cuánto tardaremos en saber qué hizo por allí?
–Suelo tardar dos años en hacer una novela. Este tema me dará para al menos seis novelas más. Así que la próxima debería ser en abril de 2024. Suelo priorizar el que yo me sienta muy a gusto con el texto antes de sacarlo.
–Seis novelas... eso son 12 años.
–Si, hasta 2034. Es que toda civilización romana pivota en torno a la vida de Julio César. Que es lo mismo que decir que la civilización occidental. Da una idea de la envergadura del personaje. Y los que le rodean merecen en sí mismos novelas. No olvidemos que se cruzó con Cicerón, Pompeyo, Cleopatra, Marco Antonio, Espartaco... Retratar a Julio César sin escatimar momentos épicos, conflictos personales y batallas... toda esta épica requiere espacio y ritmo. Me gusta la expresión 'largo aliento' y la vida de Julio César lo requiere.
–La historia pide precisión pero después está el ritmo narrativo. ¿Cómo evitar el riesgo de reinventar al personaje real? De hecho, hubo un tiempo en que se denostaba la novela histórica por su licencias con los hechos. ¿Dónde sitúa su límite?
–La novela histórica no es uniforme. Tenemos diferentes modelos y con distinto nivel de historicidad. Hay novelas con una ambientación que refleja de forma perfecta una época pero la trama es moderna. Pero hay textos en los que tanto la ambientación como los personajes respetan esta historia. Yo me veo en este nivel. Procuro mantener un elevado respeto a los hechos históricos.
–Entonces no había tantos tratados históricos de fiar.
–Saber lo que ocurrió hace 2.000 años cuando las propias fuentes documentales se contradicen es complicado. Sabemos los hechos públicos de estos personajes pero no los diálogos privados porque, evidentemente, nadie los grabó. Ahí entra la imaginación del escritor. Y como tenemos alguna definición de los rasgos de estos personajes, como el complejo de calvicie de César o su posible epilepsia, lo puedes incorporar a los rasgos. Respecto a su vida privada, ahí pueden entrar los hechos de ficción.
–Julio César fue una 'bisagra' que describe el antes y el después del imperio. ¿La Roma clásica sigue sirviendo para explicar todos los conflictos humanos de siempre?
–Sin duda. A mí me interesa mucho lo que pasa hoy día. Pero vivimos en un mundo tan radicalizado, que nos impide razonar de forma objetiva sobre cuestiones sociales o políticas. En la medida en que la naturaleza humana es la misma que hace dos mil años, y que descendemos de ellos en costumbres, idioma, leyes, etc, etc... podemos encontrar que muchos conflictos de hoy tienen reflejos en la Roma antigua. Me gusta recrearlos porque tengo la esperanza, más allá del entretenimiento, de hacer reflexionar a la gente sobre lo que ocurre hoy día. Y de que lo hagan con más objetividad. Corrupción, independencia de la justicia... situándolo en Roma puede ayudar a extrapolarlo más allá de nuestra ideología.
–Roma inventó el rodillo administrativo. La vida funcionaba por inercia mientras sus gestores decidían entre imperio, república o tiranía... ¿Hoy nos pasa igual a pesar de líderes como Boris Johnson, Trump, Putin,...?
–Nos es extrapolable y ese es uno de sus grandes logros. Una colonia romana en el límite del Rin funcionaba igual que Emérita Augusta (Mérida), Caesar Augusta (Zaragoza) o Éfeso. Y eso era gracias a un patrón que generó un cuerpo administrativo. El problema es cuando acumulas líderes muy malos y acabas en el estado fallido. Pasó en Roma y cayó en pedazos. Y puede pasar hoy día.
–¿Y podría la caída de Roma enseñarnos el camino de la caída o desmembramiento del actual Occidente?
–La diferencia es que hoy los procesos son mucho más rápidos. Por cuestiones tecnológicas, de conexiones que hacen que todos nos afecte a todos. Es la única variación. Pero los procesos son claramente similares.
–¿Qué más podemos copiar del modelo romano?
–De entrada, que un estado que se mantiene unido aguanta más. La división genera grietas que lo hace más débil ante enemigos externos e internos. También que la corrupción política debilita. O que las pandemias mal gestionadas acrecientan las crisis y Roma sufrió varias. Estoy hasta las narices de que todos los políticos sin excepción coinciden en intentar mantener una población lo más inculta y desinformada posible porque así es mucho más manipulable.
–¿La novela histórica también puede ser un antídoto?
–Ofrecer novelas que te valgan de evasión pero insuflándoles un elevado componente cultural y humanístico para que el lector disfrute y, de paso, reflexione. Yo les digo a mis alumnos (es profesor en la universidad de Valencia) que leer es lo más revolucionario que se puede hacer. Leer mucho y variado es lo que más te acerca al poliedro complejo que es la realidad.
–Tras Roma vino una total decadencia de casi mil años.
–Hay una cosa que no hemos entendido y cada generación tiene que luchar sistemáticamente por su libertad. A grandes avances hay, en cuanto bajas un poco la guardia, recortes de derechos, manipulación e intolerancia.
–Cualquier forma de dar visibilidad a la cultura es válida. ¿Qué le sugiere este Blacklladolid?
–Iniciativas como ésta que ponen en valor la riqueza vitivinícola me parece maravilloso. Cualquier fórmula que fomente el pensamiento es válida. Que sepamos hacerlo de forma entretenida es aún mejor porque llegaremos a más gente. El enfoque del Blacklladolid está bien pensado para llegar a mucha gente. El proyecto está muy arropado.
–Viene a un evento marcado por el sello 'negro'. ¿Volverá a él?
–Nunca se puede decir de este agua no beberé. Pero es complicado porque hasta el 2034 estoy con Julio César. Y hay otros personajes romanos que me interesan. Siempre he tenido ideas para otras novelas y otras épocas. No sé si me merece la pena, porque en España no sé si puede hablar de algo que no sean los romanos y estar ahí tan tranquilo. Pero el 'thriller', el teatro e incluso lo audiovisual (hizo 'El corazón del Imperio', en Movistar) me tientan.
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