El arquitecto Juan Carlos Arnuncio. Carlos Espeso

Veinte años del Museo Patio Herreriano de Valladolid, la huella de Juan Carlos Arnuncio

La exposición 'Una cuestión de tiempo' rememorará el trabajo de rehabilitación ejecutado por el arquitecto que ahora afronta el reto de la Casa del Sol

Victoria M. Niño

Valladolid

Viernes, 20 de mayo 2022, 00:31

Entonces ni Juan Muñoz, ni Susana Solano, ni Navarro Baldeweg eran tan cotizados como hoy. En aquella primera exposición del Patio Herreriano, el rey Juan Carlos miró con mas escepticismo que interés las 200 obras de la Colección de Arte Contemporáneo y admiró la Capilla ... de los Fuensaldaña. Allí firmó el libro de honor y aquel espacio, tan querido por el arquitecto que lo recuperó, se ha convertido en una seña de identidad del Museo que cumple el 4 de junio 20 años.

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Gestado en tiempo de bonanza, con Javier León de la Riva en la alcaldía –su legado museístico se completa con el de la Ciencia–, Juan Carlos Arnuncio junto a Clara Aizpún y Javier Blanco ganaron el concurso para convertir los restos de un monasterio medieval en un museo para el arte del XXI. La exposición 'Una cuestión de tiempo', comisariada por Miriam Ruiz Íñigo, rememorará la rehabilitación del edificio en estado de abandono desde 1970.

«En 1995 sale el concurso y en 1996 hacemos el proyecto. Primero era para un museo de la ciudad y oficinas municipales. En medio hubo una negociación de Alberto Gutiérrez y Miguel Ángel Cortés. Finalmente la Colección Arte Contemporáneo, que coqueteó con los Alcázares de Sevilla, aterrizó aquí. Hubo que cambiar sobre la marcha lo que multiplicó el trabajo, pero era más apetecible el nuevo uso que no la ambigüedad de un museo de la ciudad y las oficinas del Ayuntamiento. Eso provoco un parón en 1997 y la obra se entrega en 2002», recuerda quien ha sido catedrático de Proyectos Arquitectónicos en la Universidad de Valladolid y la Politécnica de Madrid. «Creo que salimos airosos, no me he arrepentido demasiado. Siempre hay cosas que con el paso del tiempo harías de otra forma pero en conjunto, estoy a gusto con lo hecho», afirma sobre la rehabilitación.

«Pasas de ser el padre de la criatura a un extraño», recuerda el fin de la obra. «Este es un museo con relación cercana a mí, me sigue gustando ir». Uno de los espacios que más alegrías le ha dado y que ocupará de nuevo su obra es la Capilla. «Era una ruina, le habían hecho todo tipo de perrerías. Fue cuartel, residencia de oficiales. Yse ha convertido en una seña de identidad del Museo y me parece fantástico que se lo ofrezcan a los artistas». De las instalaciones vistas allí guarda buen recuerdo de la Elena del Rivero, «con papel, sobre el atentado de las Torres Gemelas que lo vivió de cerca porque se veía desde su estudio en Nueva York».

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Diseñar a la medida de uno

Dibujos, esculturas, maquetas, textos literarios, diseño de muebles, el arquitecto se ha formulado incógnitas desde otras disciplinas en la coincidencia con su maestro, Curro Inza, de que la arquitectura es un sistema de ecuaciones con muchas más incógnitas que soluciones. De ese proceso dio cuenta la exposición 'PLAYS', en 2012, en el Patio Herreriano.

A pesar de la lealtad a su mentor, Arnuncio prefiere su silla (por ejemplo la del café La Continental) que la diseñada por Inza. «Bien o mal tiene mi medida.Entiendo el diseño de mobiliario como una prolongación del cuerpo», asegura quien no sabe poner fronteras entre docencia y práctica, entre arquitectura y dibujo, entre cálculo y pensamiento. «Es un defecto porque quien mucho abarca, poco aprieta».

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Mientras algunos de sus colegas administran la luz, otros dibujan el espacio y otros sueñan con firmar en el skyline, su visión de la arquitectura gira en torno a «la voluntad de preguntarse más, no de resolver una planta o un muro. Porque si damos por suficiente la ecuación de lo que te exige el cliente, el resultado más mediocre sirve. Daría igual una casa de Mies van der Rohe o Le Corbusier, en todas podrás freír un huevo, ducharte o dormir, basta con cumplir una normativa razonablemente bien.La diferencia entre una gran obra y una banalidad está en las preguntas que se inventen», explica el autor de 'Colgados de una bandada de ocas'.

«Lo que más me gusta es estar en el mundo de la intuición; el proyecto aún no es nada, le falta concreción. El de las ideas es un terreno de nadie, difícil de presentar», explica el profesor de 'proyectos...'. También porque a veces el resultado de una arquitectura explicita la poca ejemplaridad de una comunidad.

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«El 'boom' de la arquitectura fue perjudicial. Hemos sido una sociedad de nuevos ricos y hay errores que lo evidencian –no vamos a detenernos en aeropuertos en los que nunca hubo vuelos...–. Se disparó con pólvora del rey. En España hay arquitectura y arquitectos magníficos pero la media no lo es. En cambio hay países sin casos tan brillantes con una media aceptable. Pero no solo pasa en esta disciplina, sino en la sociedad y en la administración».

Jubilado de la docencia, aunque cada semana colabora con la Escuela de Barcelona este cuatrimestre, Arnuncio sigue proyectando. Con Valeriano Sierra y Jael Ortega, reunidos en una UTE, han ganado el concurso para rehabilitar la Casa del Sol. Edificio del Museo Nacional de Escultura en el que «mantendremos la esencia del palacio con una sala para los pasos, lo que resuelve el problema y da una cierta cualidad especial al lugar». Aunque no olvida al hijo veinteañero que está a falta del proyecto hostelero que complete la visita.

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El regreso de Dora García

A su exposición le acompañará el día 4 de junio 'La máquina del horizonte', de Dora García, una gran instalación para la Sala 0. La artista vallisoletana y último Premio Nacional de Artes Plásticas expuso en el Museo en 2011. El 11 de junio se inaugurará 'Una revelación. Obras de la Colección Sandretto Re Rebauduengo', que ocupará las salas 3, 4, 5 y 8. Mientras que el 25 se abren las otras dos muestras conmemorativas: 'Derivaciones. Fotografía en España entre los 50 y los 80', comisariada por Alberto Martín, en las salas 1 y 2, y 'Universo Ferrant', la gran apuesta del Museo a futuro pues será permanente. La vocación didáctica del artista madrileño acompañará la del Herreriano donde está depositado todo su legado –dibujos, esculturas, correspondencia, material pedagógico–. Irene García Chacón organizará esta preciada herencia para que el público pueda ver la evolución del creador desde los años veinte a los sesenta. Y mientras, el millar de obras de la Colección Permanente de Arte Contemporáneo esperarán su turno de salida a sala.

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