Panoramica de Palencia desde El Cristo del Otero. MARTA MORAS

Las 'Pallanthias' de la cuenca del Duero

No ha sido unánime entre los estudiosos la identificación de la antigua Pallanthia -la ciudad que resistió los sucesivos embates de Lúculo, Lépido y Escipión antes de ser sometida por Pompeyo el 73-74 a. de C- con una población determinada

josé valín

Viernes, 14 de mayo 2021, 07:04

Las opiniones se dividen entre quienes la reconocen en la actual Palencia, la ciudad del Carrión, y quienes apuntan a Palenzuela, el núcleo ribereño del Arlanza en su tramo final próximo a su desembocadura en el Pisuerga. En cualquier caso, fuere la que fuere, no ... es el objeto de estas líneas postular una u otra alternativa a la identidad del antiguo topónimo, sino constatar la posibilidad de que ambas poblaciones se denominaran en la Antigüedad de igual forma, Pallanthia, por algún motivo no analizado hasta la fecha y que trataremos aquí de desentrañar.

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Que tal denominación respondía a un apelativo o denominación habitual en aquellas épocas lo demuestra la existencia de otras Pallanthias en la Cuenca del Duero, que han pasado desapercibidas para los analistas. Una de ellas fue la Cívitas Pallantina del ámbito leonés, de la que se tienen noticias por el relato del obispo Hidacio a propósito de una razzia organizada por los godos de Teodorico para someter a los suevos del Noroeste: A tenor del recorrido de aquellos y de otros indicios, dicha población debió asentarse cerca de uno de los afluentes del Cea y constituir un núcleo de cabecera situado entre la actual comarca de Payuelos y la Ribera del Esla.

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De aquella población no habría quedado otro rastro, aparentemente, que el nombre de un municipio -Palanquinos, junto al Esla- interpretado en ocasiones como contracción de *Palanticanos, supuesto gentilicio de los habitantes del núcleo, como repobladores procedentes de la destruida *Pallantia o *Pallantica.

De otras dos poblaciones con una denominación similar tenemos conocimiento por un viejo documento, el Parochiale Suevico, que da cuenta de las distintas parroquias y freguesías del territorio suevo en la Bracarense de la época premedieval. Dos de esos núcleos, Palantuccio y Palentiaca, en tierras portuguesas, muestran en su nombre el mismo componente, Palant (-i), que caracteriza a los mencionados anteriormente. El segundo, Palentiaca, conocido también como ceca visigoda, se ubicaba al parecer próximo al curso bajo del Duero, no muy alejado de la actual Penhafiel lusa.

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¿A qué respondía la denominación común de todo este conjunto de poblaciones? La respuesta viene de la mano del análisis del topónimo.

Se evidencia éste como un compuesto, Pall-anthia, configurado por dos antiguas voces de la hidronimia indoeuropea arcaica: Con la primera, Pal(l), se han venido relacionando términos clásicos como el latino palus, «pantano», o el griego palkos, «fango, cieno», considerándose una referencia a las aguas estancadas o pantanosas que subyace igualmente en el empleo de nombres de lugar como el del onubense Palos –famoso por sus lagunas marismeñas– o en adjetivos como «palustre».

La segunda, anth(ia/a), es un conocido sufijo hidronímico indoeuropeo que puede observarse, entre otros muchos, en las denominaciones de ciertos cauces como el Aislantia (actual Arlanza), o el Aumance francés (

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Aunque su sentido etimológico es oscuro, diversos indicios apuntan a un empleo ya antiguo con el sentido de «valle», «terreno adyacente a un cauce».

Así Pall-anthia vendría a ser equivalente a «valle de la ciénaga» o «valle pantanoso», definiendo con precisión un territorio adyacente a un cauce con un notable ensanchamiento, en el que el consiguiente estancamiento de sus aguas daría lugar a un ámbito palustre.

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¿Qué sentido tiene esta denominación aplicada a la Palencia del Carrión? Sin lugar a dudas, describía hace más de dos milenios el elemento más notable del espacio que circundaba la ciudad: Una gran laguna fluvial en la que el cauce se ensanchaba y estancaba, justo enfrente del núcleo. En la actualidad esa gran laguna, rellenada en buena medida por los aluviones cuaternarios, todavía se reconoce en el espacio configurado por la «Isla dos Aguas», la zona recreativa circundada por los dos brazos de río que la bordean.

Por lo que atañe a Palenzuela, cualquiera que se acerque a visitarla puede observar el pronunciadísimo meandro que forma el Arlanza a los pies del promontorio en que se asienta la población. Meandro que responde al relleno parcial por los sedimentos tardíos de la antigua laguna que configuraba el cauce en la Antigüedad.

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Otro tanto cabe suponer para la Palentiaca lusitana próxima a Penhafiel y para la Cívitas Pallantina leonesa. Y cabe señalar a propósito de ésta última, por un lado, que Palanquinos, su probable resto toponímico, ve periódicamente anegados parte de sus campos y convertidos en laguna por las crecidas del Esla. Por otra parte, Payuelos, el nombre actual de una de las comarcas adyacentes, es la evolución fonética romance del antiguo Paleoli, «Lagunillas», referencia inequívoca a los múltiples estancamientos de agua conformados por la notable impermeabilidad de los suelos cementados de esta comarca, similares a los vecinos del Páramo y de Los Oteros. Ejemplos actuales de esas masas de agua estancadas son las que dan nombre a núcleos como Laguna Dalga y Laguna de Negrillos, o las que se conservan adyacentes a Santas Martas.

Para quienes alberguen dudas razonables sobre las propuestas etimológicas mostradas arriba, me permito traer a colación el nombre del río Palancia, el cauce levantino que desemboca en el Mediterráneo no muy lejos de Sagunto. Curiosamente, antes de verterse al mar, sus aguas alimentaban un antiguo humedal de notable extensión, «el marjal del Mors», que desde Puzol se extendía hasta más allá de Sagunto.

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Aquel espacio lagunar, desecado hoy en día para cultivo de arrozales, alcanzaba hasta Cannet de Berenguer, allende el río Palancia. Su topónimo, «Cañedo», es un claro testimonio fitonímico del área palustre que ocupaba en la antigüedad el antiguo marjal que daba nombre al cauce.

Las Pallanthias del Duero, como el Palancia mediterráneo, son reliquias de un estrato lingüístico indoeuropeo muy arcaico, el alteuropaischt, que hace tres milenios se extendía por la práctica totalidad de la Península. Probablemente, y a tenor de las poblaciones mencionadas, aquel estrato lingüístico fuera la lengua que hablaron los vacceos y otros pueblos hispánicos.

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En cualquier caso, la indagación toponímica mostrada explica algunos detalles de la Historia que han pasado desapercibidos, como el relato que señala que, tras el asedio de Pallanthia, Escipión «se retiró tras un río caudaloso y cenagoso». Se trataba sin duda del cauce lagunar que daba nombre a la ciudad.

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