Fermín Herrero
Sábado, 23 de marzo 2024, 00:23
«Aún hoy, cada madrugada, a las cinco, Franz Kafka vuelve a su casa de la calle Celetná (Zelmergasse), con su traje negro y su bombín». Así quiero imaginármelo para siempre, eternizado, con las dos primeras líneas del arranque, luego ritornello, de 'Praga Mágica' (1973), ... la magna obra del italiano, especialista en literatura checa, Angelo Maria Ripellino, ideal para los amantes de la capital de Chequia, entre los que me encuentro, que no es «una guía Baedeker» sino un «dictamundo praguense», y tanto, desde lo excelso e imperial a «lo pulgoso y carcomido». Una Praga total, absoluta, contemplada en su conjunto a través de un exhaustivo recorrido libresco, artístico, arquitectónico, astrológico, alquimista, golémico, anecdótico, estrambótico, bohemio e histórico de primera magnitud. El autor, con un estilo barroco, en consonancia con el lugar, que nos hace paladear cada página, retrata al detalle y a la perfección la ciudad del Moldava, arcana, «turbia y melancólica», misteriosa y encantadora, «nido de aventureros» según Miloš Marten, «vivero de fantasmas» y de grandísimos escritores: Seifert, Neruda, Hrabal, Hora, Holan, Meyrink, Brod, Werfel, Čapek, Hašek, Mácha, Orten, Nezval…
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Jorge Praga
Siruela ha reeditado este clásico maravilloso, un libro mítico, de un conocimiento enciclopédico, casi mil cuatrocientas notas acumuladas al final, correspondientes a otras tantas referencias, aunque la erudición no empecé la amenidad, que constituye además una inmejorable puerta de entrada al universo de Kafka, en el que conviven los tres pueblos que forjaron, al decir de Breton «la capital mágica de Europa»: el checo, el alemán y el judío. Ripellino lo sintetiza así; «Praga y Kafka son uña y carne». Con alusiones puntuales a fragmentos de sus cartas, diarios, cuentos y novelas, nos introduce en la cosmovisión kafkiana, mediante precisiones minuciosas, interpretaciones curiosas y lúcidas exégesis, particularmente de 'El castillo' y 'El proceso', de callejuelas y tribunales al puente Carlos o la mina de Strahov.
Franz Kafka, Federico Dd¡elicado. Nórdica. 56 páginas. 18 euroseuros
Uno de los pocos textos de Kafka que vieron la luz en vida del autor, en concreto en la revista literaria 'Die neue Rundschau', fue 'Un artista del hambre', que la editorial Nørdica ha publicado recientemente dentro de su colección de libros ilustrados, en cartoné, de magnífica factura en todos los órdenes, como antes hiciera con 'La metamorfosis', 'El fogonero' o 'El proceso', que acaba de aparecer también, sin ilustrar, con nueva traducción. En esta ocasión, la ilustración, espléndida, muy adaptada al tono de la narración, corre a cargo del pacense Federico Delicado, de larga y fecunda trayectoria.
Como otras invenciones kafkianas, el breve relato, siempre con prosa sencilla y sin embargo de mucha hondura, y un narrador casi testigo, tiene un aire a parábola, que probablemente proceda del venero de los cuentos jasídicos de la zona de Galitzia (como «pantanosa y retrógrada» la califica Ripellino, «corte de rabinos extravagantes y festivos»), cuna, y por algo será, de algunos de los escritores imprescindibles para entender la literatura occidental contemporánea: Soma Morgenstern, Bruno Schultz, Joseph Roth o Paul Celan, sin contar a coetáneos admirables como Adam Zagajewski, Yuri Andrujovich o Andrzej Stasiuk.
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Angelo Maria Ripellino. Siruela. 448 páginas. 26 euros
El sentido de la parábola es otro cantar. Muchas veces se ha interpretado como metáfora del artista incomprendido, condenado a que nadie entienda su afán insaciable de trascendencia y al cabo decepcionado con las limitaciones de su propia obra. El protagonista es un ayunador profesional, «mártir digno de lástima» (y aquí cabe asimilarlo, se me ocurre ahora, con los eremitas o anacoretas bíblicos del desierto, sobre todo con el buñuelesco Simón el estilita, lo que me lleva, claro, al trapecista de 'La primera desgracia', o a Josefina la cantora, otros caracteres kafkianos parecidos), que sigue con una observancia a rajatabla la abstinencia durante cuarenta días en una jaula con paja por el suelo, hasta que el público abandona su atracción por la excentricidad, puede pensarse que porque ha perdido todo interés, cualquier ansia religiosa tras la muerte de Dios certificada por el acreditado forense Friedrich Nietzsche.
Para esquivar, en vano, su fracaso, tiene entonces que enrolarse en un circo, con la consiguiente animalización, como sucede en 'La metamorfosis', con la que comparte desenlace truculento, y ahí, según mi interpretación, puede que errónea como la anterior relativa al alejamiento del público, surge el Kafka profético, asoma la tiranía actual del espectáculo a toda costa, si hace falta exhibiendo sin rubor lo privado o lo íntimo, junto a la volubilidad del mal gusto de las masas, alienadas por el absolutismo del entretenimiento y la diversión, tan frívolos como banales. En esto se emparenta con 'El gran teatro integral de Oklahoma', separata de 'América', que ahora se prefiere titular 'El desaparecido', igual que 'La transformación' se ha impuesto a 'La metamorfosis', escritos que, como todos los de Kafka, responden a su convicción de que «un libro tiene que ser un hacha que rompa el mar de hielo que llevamos dentro».
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Franz Kafka. Acantilado, 256 páginas. 18 euros.
La editorial Acantilado lleva años realizando una labor ímproba de recuperación en nuestro idioma de la obra y figura de Kafka, al menos ha editado 'En la colonia penitenciaria', 'La condena', el extraordinario libro de notas reflexivas de Pietro Citati o los hallazgos biográficos inesperados y la monumental biografía de Reiner Stach, el gran especialista kafkiano que comenta y prologa 'Tú eres la tarea', reedición de las anotaciones de Zürau, de forma bilingüe, además. Si todas las narraciones del autor praguense son enigmáticas, porque albergan inequívocamente verdades de orden espiritual, opuesto al mundo sensible, que nos afectan de lleno, pero cuya naturaleza desconocemos, estos apuntamientos en dos cuadernos en octavo lo son en grado sumo, al tratarse de reflexiones singulares sobre, por usar una expresión del propio Kafka, «las cosas supremas».
De ahí la pertinencia de la exégesis textual y de contenido, uno a uno, de Stach, que, como decíamos, firma igualmente un ajustado prefacio en el que vincula esta especie de aforismos (el crítico habla de «imágenes sorprendentes y especulaciones metafísicas») oscuros, en gran medida herméticos, con el Antiguo Testamento, las Ideas platónicas o Kierkegaard. Les dejo algunas perlas del libro, de entre las más breves, misteriosas, por cuanto, como apuntara el escritor mexicano Juan Villoro, Kafka, al llevar las oficinas del mundo a un rango poético, propone de continuo una lectura que nos desarma: «No dejes que el mal te haga creer que puedes ocultarle secretos»; «Del verdadero enemigo te llega un valor ilimitado»; «En la lucha entre tú y el mundo, secunda al mundo»; «Hay una meta, pero ningún camino; lo que llamamos camino es vacilación»; «Una jaula fue en busca de un pájaro» o, por último, una aplicable al conjunto de la escritura kafkiana, para aquel lector que decida adentrarse en una obra única, decisiva para la literatura contemporánea: «A partir de un cierto punto ya no hay vuelta atrás. Ése es el punto que hay que alcanzar».
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