Las 'vallisoletanías', un canto de amor generacional a Valladolid

«Para El Norte de Castilla ha sido una maravilla poder hablar de Valladolid a la gente de Valladolid», ha arrancado Aganzo, antes de dar la palabra al columnista, que recordó cómo empezó este proyecto en las páginas del diario. «Al final el día a día lo marca la política, pero el director de El Norte de Castilla, Ángel Ortiz, vio la necesidad de contar con un hueco para textos más literarios y largos que huyeran de la actualidad». Admite que «mucha gente ha criticado que no se hable más de los barrios» pero defiende la honestidad como un arma necesaria a la hora de escribir: «conozco el centro y de ahí surgen las memorias, los recuerdos, las vivencias con los amigos», enumeró, convencido de que eventualmente uno debe hablar «de lo que conoce, sin miedo a usar la primera persona».

Enfocada como canto de amor a Valladolid, e incluso canto generacional, Peláez articula estos textos editados ahora por Difácil y publicados a lo largo de varios meses, semana a semana, en las páginas de El Norte de Castilla, como una respuesta feroz a quienes critican sistemáticamente a la ciudad que les vio nacer: «No es habitual que alguien de aquí hable bien de Valladolid», se lamentó el autor, quien citó al músico Javier Vielba para señalar que quien vitupera a la ciudad es quien no ha salido mucho de ella.

«Es como un reflejo de España», terció Aganzo, «que como país resulta muy criticado, en primer lugar, por los propios españoles». Ambos coincidieron también en la «nobleza» que adquieren estos textos desde que saltan de las páginas del periódico hasta que forman parte de un libro editado e «imperecedero», sin olvidar de dónde viene: «Esto es un producto de El Norte de Castilla», recalcó Peláez en numerosas ocasiones.

En las 'Vallisoletanías' se entrelazan diferentes vivencias de José F. Peláez que, a través de una visión abiertamente personal, funcionan como una historia alternativa de Valladolid a la que suelen acometer historiadores, eruditos y otros cronistas profesionales. Cada experiencia personal alude a vivencias compartidas por su generación e incluso otras cercanas, adelante y atrás en el tiempo. Sus recuerdos en el colegio San José hablan de la educación y sus memorias de juventud en El Cuadro o la calle Paraíso evocan a la fiesta que era la noche en Valladolid.

Hay también un punto de denuncia en sus textos: «Me llama mucho la atención todas las cosas que aún no se cuentan de Valladolid: dónde vivió Elcano, dónde se encontraron Quevedo y Góngora, dónde está el palacio de Rubens», señaló Peláez. «Lo que se ha hecho en este olvido ha sido grave, pero aún podríamos señalizarlo para que la gente que viene de fuera sepa, de verdad, en qué ciudad está».