Fernando Pérez Rodríguez muestra las cinco bolas qeu formaron parte del viejo espolón. ramón gómez

Los tesoros rescatados de las aguas del Pisuerga que lucen en el Museo de Valladolid

Fabio Nelli alberga varias piezas extraídas del fondo de los ríos de la provincia, desde los restos de un recinto funerario romano a adornos del antiguo espolón

Víctor Vela

Valladolid

Miércoles, 18 de enero 2023, 00:07

La asociación Amigos del Pisuerga no suele tener mucha suerte en su rebusca de tesoros arqueológicos por las aguas y riberas del río. Su labor aquí, casi siempre, se resume en la retirada de basura. Sus joyas suelen ser carritos de supermercado, tendederos de ... la ropa, vallas de obra, carricoches de bebé. De vez en cuando, una sorpresa. Como esa barca metálica que pudo servir como medio de transporte en Nicas o un Seat 124 hallado junto a la desembocadura del Esgueva.

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En fin, muchos restos de vandalismo contemporáneo que apenas tienen valor histórico, artístico o arqueológico, como reconoce Luis Ángel Largo, presidente de Amigos del Pisuerga. Pero no siempre ocurre así.

El Museo de Valladolid, en el Palacio de Fabio Nelli, custodia y atesora varias piezas con indudable valor para la ciudad y que fueron encontradas en los ríos de la provincia. Son los extraños y exclusivos descubrimientos fluviales. A diferencia del Támesis (cuyo nivel puede subir y bajar hasta siete metros en un día en función de la marea), los ríos vallisoletanos se mantienen estables. Solo una gran avenida o una situación extrema de sequía modifica su línea habitual. Por eso es raro encontrar piezas de valor en los barros de las riberas y habría que dragar el río para buscar con mayores expectativas de éxito.

Pero a veces hay suerte. Como en marzo de 2021, cuando el buzo Javier Marqués y tres buzos más del Grupo Especial de Actividades Subacuáticas (Geas) de la Guardia Civil extrajeron del río cinco bolas de piedra (de 120 kilos cada una) que formaron parte del Espolón Viejo, un muro con adornos de piedra que a principios del siglo XVII abrazaba el río, desde Las Moreras a La Rosaleda, con presencia también de estas decoraciones esféricas en el Puente Mayor.

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Lo explica Fernando Pérez Rodríguez, responsable del Museo de Valladolid, que exhibe estos restos en el Vergel, el jardín de las instalaciones, junto a otros tesoros arqueológicos de la provincia. «Es caliza del páramo, de no muy buena calidad, por eso las piezas están llenas de coqueras», explica Pérez Rodríguez, quien recuerda cómo hay documentos históricos que hablan de estos adornos rescatados del río.

Grabado de la decoración del viejo espolón, junto al río. EL NORTE

«Hay un dibujo de Ventura Pérez, del siglo XVIII, donde puede verse el antiguo espolón y estas bolas». Ventura Pérez (1704-1784) fue un vallisoletano «pobre y avispado, educado por la Iglesia, que se convirtió en sacristán, organista y ensamblador, carpintero fino de la iglesia del Salvador», cuentan en el Museo de Valladolid. En aquella iglesia, Ventura Pérez hizo copias manuscritas de 'Historia de Valladolid' un libro que a principios del siglo XVII escribió Juan Antolínez Burgos.

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No contento con la transcripción, Ventura Pérez incluía anotaciones de sucesos posteriores y también dibujos y grabados. Por eso tenemos testimonio gráfico del lugar que ocuparon estas bolas, sobre unas columnas (se ha hallado una pieza del fuste de una de ellas) que, en ocasiones, también incluían leones.

Las piezas del centro de la imagen forman parte de la columna de piedra fechada entre los siglos XVI y XVII. ramón gómez

También en el Pisuerga, en la ribera izquierda, entre los puentes Mayor y de la Condesa Eylo se halló el capitel y elementos del fuste de una columna de piedra caliza, fechados entre los siglos XVI y XVII.

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El fondo del río, con toda seguridad, esconde piezas de valor histórico y cotidiano de hace siglos. «Valladolid ahora es la ciudad del Pisuerga, pero antes lo fue del Esgueva, con sus múltiples ramales», recuerda Pérez Rodríguez. Y los ríos fueron durante años estercolero, lugar donde se arrojaban residuos y basuras. Pero también objetos del día a día (peines, pipas, broches, zapatos) que hoy, con los ojos del presente, podrían tener otro valor.

El problema, explica el responsable del Museo de Valladolid, es que muchas veces estas piezas, a efectos de su conservación, están mejor dentro que fuera del agua. Después de haber pasado décadas, a veces siglos, inundadas, cuando salen a la superficie comienza un rápido proceso de deterioro que no siempre es fácil de frenar.

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Es lo que ha ocurrido, por ejemplo, con la rueda de un carro que Amigos del Pisuerga encontró cerca del Puente Mayor. Se sacó del río y ahora se conserva, tapada, en un almacén del Museo de Valladolid, antes de su estudio. «Lo ideal hubiera sido sacar fotos, documentar la pieza y haberla devuelto a su sitio», comenta Pérez Rodríguez. Los primeros trabajos apuntan a que se trata de la rueda de un carro popular del siglo XVII o XVIII. Habría que hacer la prueba del carbono 14 a la madera para precisarlo más. Las iconografías y los ejemplos de carruajes que se conservan corresponden a vehículos que eran utilizados en la época por la nobleza o personajes ilustres.Menos se sabe sobre esos carros populares que campesinos o gente 'del pueblo' utilizaba en la Castilla de hace trescientos años.

Basamento del recinto funerario romano del siglo II. ramón gómez

Más antiguo aún es otro de los tesoros fluviales que se conservan en el Museo de Valladolid. Son elementos del basamento de un recinto funerario romano, fechado en el siglo II en Saelices de Mayorga, y que se encontró después de una baja del nivel del río Cea, a mediados de los años 80.

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Las dos piezas de arenisca forman una especie de plafaforma en cuyo interior se guardaban las cenizas del fallecido y en la parte superior se colocó una tosca escultura (identificada como 'togado') de una persona que sujeta algo en sus manos junto al pecho (podría ser una granada o un pajarito). En la época romana, durante la República, eran habituales las inhumaciones, pero muy pronto, y hasta el siglo III, se extendió la costumbre de incinerar a los difuntos. A partir de esa época, por las influencias orientales, entre ellas la del cristianismo, con la idea de la resurrección de los muertos, se regresó a los enterramientos.

De esos procesos de conservación dentro del río se conoce un ejemplo. En las Quintanas de Valoria la Buena se ha identificado, bajo el Pisuerga, un antigua escultura de la Edad del Hierro, de los celtas y celtíberos vacceos. Se trata de una escultura de piedra, de forma sinuosa que en uno de sus extremos se enrolla en espiral.

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