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Su participación en el Premio Valladolid de Pintura 1984 le valió a Teresa Cortés (1959) debutar con su obra en una muestra internacional que se ... celebraba en el Centro Pierre Cardin de París. Fue el arranque de un tránsito artístico atravesado por cuarenta años de trato con el acrílico, los pigmentos, el papel, la arena, la madera y otras materias que dan forma a su pintura y a su escultura.
Ahora ofrece en la sala de la Fundación Segundo y Santiago Montes una selección de obras que durante estos cuatro decenios han seguido, con distintos matices, la estela inicial, impregnada de atmósferas de naturaleza y paisaje.
'De ayer a acá. 1984-2024' es el título de la exposición que reúne una treintena de piezas con las que busca celebrar «estos cuarenta años de liturgia con materia y forma, con luz y color, de experimentación, logros y fracasos», explica la artista vallisoletana. Arranca el viaje pictórico con la obra 'Sin título', con la que participó en el Premio Valladolid de Pintura 1984, un acrílico sobre lienzo de una pareja en actitud cariñosa en una escena envuelta en tonos azules.
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Porque el azul fue la apuesta cromática en la que más insistió en sus inicios. «Entonces me resultaba mucho más expresivo pintar en un solo color y el azul me parecía el que más», cuenta sobre una obra pintada con las manos, técnica a la que ha recurrido con frecuencia. Con el tiempo se abriría paso una variedad de verdes con los que construye paisajes imaginarios sumidos en torbellinos cromáticos con abundancia de contrastes.
Buena parte de la obra está creada a base de pigmentos minerales y arenas que Teresa Cortés emplea para generar texturas y relieves que confieren un aspecto matérico a sus composiciones. Ha colgado en la sala una docena de cuadros de pequeño formato con representaciones de cortezas de árboles conformando figuras entre lo real y lo espectral.
«En ellos veo personajes», apunta la pintora sobre una obra marcada por la naturaleza. Una cuestión esta última que le ha llevado a plasmar su pesimismo ante la deriva del planeta por el cambio climático en dos obras en papel que se hacen eco de desoladas vistas de naturaleza.
Teresa Cortés
Artista
Con el correr de los años, exposiciones individuales en la galería Carmen Durango, la Casa Revilla, el Palacio de Pimentel o la antigua sala del Calderón –además de otras muestras colectivas– fueron el escaparate que Teresa Cortés compaginaba con sus clases de pintura particulares o en centros educativos. Así forjó un estilo que sitúa a caballo entre la figuración y la abstracción. «Lo que siempre he perseguido es la frescura –asegura la artista–, dejar la mano suelta expresando otras cosas».
A la sala de la Segundo y Santiago Montes lleva también tres cuadernos de artista. Uno de ellos, surgido de la inspiración en las aceras de la calle y en el que ha incluido textos traspasados por cierta vena poética: «Las aceras de mi calle y yo crecimos juntas. Resquicios de vidas de mi calle que a la vez que ellas se resquebrajan. Infinitamente pisadas. Vacías». En otro de esos cuadernos, 'Diario en imagen', reúne trabajos realizados entre 1996 y 2006 y replicados después en formatos mayores, en tanto que el tercero incluye dibujos con collages.
El magnetismo que ejercen sobre ella las cortezas de árbol tiene también su traslado a la escultura. Trozos de madera que recoge en campos y playas los somete al paciente esculpido con cúter y gubia del que brotan figuras humanas con brazos abiertos o gestos de protección acogedora. La muestra se puede visitar hasta el 9 de marzo (Viernes de 19:30 a 21:00 horas, y sábados y domingos de 12:00 a 14:30 horas).
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