Castilla y León

Vivir de alquiler cada vez cuesta más: ha subido el 28% desde 2015

El gasto medio en ese concepto ha aumentado casi el 28% desde 2015, según el informe, un incremento que no está en consonancia con la subida que han experimentado los ingresos de las familias. De hecho, en el mismo periodo la renta de los hogares con un único perceptor ha crecido el 16,6%, aproximadamente la mitad. Un desfase evidente que se traduce en un importante 'roto' para las precarias economías domésticas de los menos pudientes.

No es ningún secreto que la situación se ha agravado tras la pandemia. Antes de 2020 un tercio de los núcleos familiares destinaban más del 30% de su cesta de consumo al alquiler, porcentaje que se considera una línea roja que no se debe traspasar porque hacerlo eleva el riesgo financiero y de exclusión social. Pues bien, después de la irrupción del coronavirus en nuestras vidas esa proporción se ha elevado hasta cuatro de cada diez.

El autor del artículo publicado por el 'think tank', el catedrático de Economía Aplicada Desiderio Romero-Jordán, cree que poner negro sobre blanco estas cifras «es un tema relevante» y pone el foco precisamente en la juventud. Para este colectivo acceder a una vivienda en propiedad es una quimera, porque los bajos salarios y la alta temporalidad laboral hacen muy complicado que consigan una hipoteca. De ahí que deban recurrir al alquiler, hasta el punto de que los menores de 35 años son el grupo de población que hace «un uso más intenso» de esta fórmula.

El documento de Funcas, elaborado a partir de los microdatos de la Encuesta de Presupuestos Familiares del Instituto Nacional de Estadística (INE), demuestra que el esfuerzo para hacer frente a la factura del arrendamiento «es muy superior en los hogares unipersonales» y resulta particularmente gravoso para los jóvenes.

Junto a esto, revela que existen importantes diferencias entre territorios: vivir de alquiler en Madrid, Baleares o Cataluña es 1,8 veces más caro que hacerlo en Castilla y León. Ahora bien, Desiderio Romero-Jordán matiza que en regiones como la nuestra la explicación hay que buscarla en «la despoblación». «El alquiler es un fenómeno más urbano que rural y los que más alquilan son jóvenes. Si se juntan los dos factores, la presión en las autonomías con menos habitantes es menor, porque la demanda es menor», indica. O lo que es lo mismo, «las comunidades mejor situadas» –entendidas como tales aquellas «menos tensionadas»– «lo están porque en ellas hay menos población y menos gente joven».

La solución pasa necesariamente por incrementar el stock de vivienda en arrendamiento. Una manera de hacerlo es mediante la construcción de pisos de promoción pública, como los 412 que engrosarán el parque disponible para jóvenes en Valladolid capital de aquí a 2026. El principal inconveniente es que requiere una planificación a largo plazo, «conlleva mucho dinero y la realidad es que no ha sido una prioridad para los gobiernos», apunta el catedrático de la Universidad Rey Juan Carlos.

De ahí que se haya apostado por medidas a corto plazo como el tope del 2% a la subida de la renta que incluye la nueva Ley de Vivienda, criticado por el Fondo Monetario Internacional (FMI). Según el experto de Funcas, se trata de una iniciativa que «está bien para las renovaciones, pero genera el efecto de que la oferta disminuye».

Aunque por el momento no hay estudios fiables desde el punto de vista académico, algunos portales inmobiliarios «hablan de un descenso del 30%» de los pisos disponibles como consecuencia de esa iniciativa, tal y como constata Romero-Jordán, lo que no haría sino agravar un problema de por sí difícil de resolver. De lo preocupante que es la situación da idea que la ministra del ramo, Isabel Rodríguez, animara a los pequeños propietarios a poner sus casas en el mercado a un precio asequible el pasado jueves, después de reunirse con promotores y banca.