Davir y Elena, padres de acogida de dos hermanos. Rodrigo Jiménez

David Moro y Elena Casillas Padres de acogida de dos hermanos menores de edad

«Es un verdadero tesoro descubrirlos y darles cariño»

Una familia de acogida, sin hijos propios, ampara a dos pequeños de 13 y 9 años en su hogar

Ana Santiago

Valladolid

Jueves, 2 de mayo 2024, 00:02

Las circunstancias personales de algunos niños hacen más difícil encontrarles un hogar. O bien por una experiencia de maltrato, o por problemas de comportamiento o negativas experiencias previas en la acogida y, sobre todo, cuando se trata de grupos de hermanos. Acoger a dos, ... e incluso más pequeños, en un mismo hogar es siempre más complicado.

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Elena y David hace tiempo que han aumentado su familia con dos hermanos. Un niño y una pequeña, de 13 y 9 años ahora, comparten una existencia segura y rodeados de cariño. Una rutina de cumpleaños, colegio, abuelos, vacaciones, Navidades... Ella, los nombres se ocultan para respetar su edad y circunstancias, llegó hace cinco años a esta casa vallisoletana, él un año más tarde. «En principio iban a venir los dos juntos; pero nuestra falta de experiencia, no tenemos tampoco hijos propios, hizo que acogiéramos a la más pequeñita. Después, cuando conocimos al hermano, David sobre todo tuvo un verdadero flechazo con él. Desde el primer momento y quisimos que se viniera también. Fue unos días, en unas Navidades, y luego ya surgió todo. Todo ha ido muy bien, con problemas, y apoyos de Cruz Roja en todo esto. Primero hay tomas de contacto y luego todo va al ritmo que necesiten ellos», explican estos padres de acogida.

«Son muy distintos la niña sabe buscar acriño y abrazos, él tiene una coraza para que nada le haga daño»

«Ha habido momentos impactantes. En Reyes, la emoción del niño fue enorme. Verse con regalos fue mucho para él. Luego le regalamos para Nochevieja, para la cena, una camisa mao de lino. Nunca ha querido desprenderse de ella, la tiene como oro en paño. Hemos querido darla con más ropa vieja y se niega, es un recuerdo de por vida», apunta Elena Casillas.

«Ha habido momentos impactantes. En Reyes, la emoción del niño fue enorme. Verse con regalos fue mucho para él»

Explica este matrimonio que los dos pequeños son muy distintos de personalidad y comportamiento. La niña al ser acogida más pequeña lleva menos carga emocional negativa dentro y no tiene problemas para expresar sus emociones, para abrazar y besar, para requerir atención. En cambio, al pequeño le cuesta mucho aceptar y reclamar señales de afecto. «Ahora empieza a hacerlo, si le pasas el brazo por el hombro, como el otro día en una comida familiar, se te acurruca en el regazo... lo necesita pero le cuesta expresarse», apunta Elena. La mochila emocional es más pesada que la de su hermana.

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Y ellos, «nos han dado tanto. Es que son nuestros grandes maestros. Los hijos en general lo son. Descubrirlos, conocer cómo son,. Es un tesoro ir llegando a ellos y desvelar su personalidad, sus encantos, sus miedos, sus fortalezas y debilidades. Son personas».

Explica David, David Moro, que ambos «tienen otra hermana y mantienen contacto con ella, está en otra familia, y también se ven con sus padres biológicos. Se ven a menudo e incluso pasan mucho tiempo juntos, sobre todo las hermanas, en fines de semana y otros momentos. No pierden el vínculo». Ellos «dicen que tienen dos madres y padres, y a nosotros nos suelen llamar por el nombre de pila;pero cuando hablan con otras personas, con otros niños, amigos o en el cole hablan de sus padres cuando se refieren a nosotros», apunta Elena.

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El primer acogimiento coincidió con la pandemia y el confinamiento. «Para nosotros fue maravilloso, no obviamente por lo que estaba ocurriendo, sino porque al estar yo de baja maternal pude estar los días completos con ella, conocernos mejor, crear una unión sólida. Fue una época muy bonita, como unas vacaciones. Además ella buscaba cariño, contacto físico, tenía cuatro añitos y necesitaba mimos y atención. Él se aparta, ella lo persigue y aunque el chico comienza a soltarse solo lo hace con nosotros, con nadie más y no da besos. Le cuesta mucho. Lleva una coraza y hay que darle tiempo», añade la 'madre'.

Explican que es «muy sensible. Y es como si se dijera asimismo: A mí no me afecta nada. No expresa ni alegría ni tristeza; pero le afectan mucho las cosas».

Esta pareja de acogida no pudo tener hijos biológicos;pero los pequeños les atraían de siempre. Y fue una de las campañas del programa lo que les hizo reparar en esta opción.Me impactó. «Tenemos tanto que dar, abrimos nuestros brazos de par en par. Tenemos ganas de ayudar y son mis hijos, los queremos. No creo que hubiera diferencia con unos propios», señala Elena, quien apunta que «tengo mucho instinto maternal. Desde que nos decidimos todo fue muy seguido. Lleva su tiempo porque te tienen que dar el visto bueno, realizar un curso y tardaron algo más de un año. Nosotros no pedimos nada ni en cuanto edades o circunstancias. Al principio eso sí, solo que fuera uno. Y el primer año le costó, fue una separación de lo que conocía, de sus hermanos y, de pronto, van y te separan —aunque mantuvieran el contacto– la reacción que notamos es que estaba como apabullada. Gente nueva, colegio nuevo.... Pero ella es una superviviente nata. Y luego se ha hecho con toda la familia, con su abuela, con todos... los dos se relacionan bien. Y bueno, ven a sus padres. Es algo duro, que crea cierto conflicto al principio;pero es importante que no se desvinculen de su familia. Es una parte que nos costó porque a principio no lo entendíamos bien pero es lógico, los niños son lo primero. Se los protege pero sin que pierdan su identidad. Hay que acompañarlos en este proceso. Ellos lo tienen muy claro. Tienen dos parejas de padres, los de barriga y los de acogida y es una suerte dicen».

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