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«Salvo causas orgánicas que hay que descartar, en general los problemas de sueño tienen su origen en la ansiedad o la depresión y es ahí donde hay que trabajar para enfrentarse al insomnio. Si una persona hace todo bien en cuanto a horarios, hábitos ... saludables, higiene del sueño... y o no consigue dormirse o se despierta a media noche sin lograr volver a conciliar el sueño, o ambas cosas, tiene un problema importante que hay que resolver porque afecta a la calidad de vida y al rendimiento». Explica así Luis Ángel Romero Monzón, psicólogo, que «cada vez nos llegan más casos a la consulta de personas con insomio. Y tras la pandemia, las consultas por este motivo han crecido mucho. En ocasiones, los problemas eran previos a ella; pero han empeorado y se han cronificado con el covid, se han agravado. No es que sea la causa de la falta de calidad de sueño sino un detonante, un hecho que ha desbordado lo que ya había y, además, cada vez en personas más jóvenes», destaca este especialista burgalés, presidente del Colegio Oficial de Psicólogos de Soria.
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Junto a la pandemia, sus restricciones y confinamientos, «la difícil situación económica, familias con varios miembros en paro, no conseguir llegar a final de mes... Un ritmo de vida muy alto, muy exigente, que ves que trabajas y trabajas y no llegas. Un día a día sin tiempo, con los precios de las cosas cada vez más altos, con estrés para comprar, para recoger a los niños del cole, para resolver cualquier papeleo... provoca que las personas terminen por explotar», describe. Así que los psicólogos, y así lo constata en particular Luis Ángel, ven llegar cada vez más personas a sus consultas en busca de paliar un estrés y una ansiedad que se les ha ido de las manos y que llega acompañado de insomnio.
«Tenemos más mujeres; pero no significa que a ellas les afecte más sino que suelen aceptar y buscar más ayuda que los varones y no hay estudios a este respecto que nos permita conocer el perfil más frecuente. En cuantro a la edad, antes del covid era mucho más frecuente en adultos, pero ahora vemos personas mucho más jóvenes. Ha habido una gran explosión de problemas emocionales entre los adolescentes. Es una edad difícil, con las hormonas disparadas, cambios físicos y emocionales y además el impacto de su entorno es importante. Si sus padres tienen problemas económicos, de trabajo... todo les repercute y aunque mantienen contacto social por videoconferencia o teléfono no es lo mismo la falta de relaciones directas».
Destaca este psicólogo que «los estresores menores, el llevarse a la cama problemas aunque no sean enormes, preocupaciones y cosas sin resolver, tareas pendientes producen ansiedad. Empezamos a rumiar todos esos pensamientos y no nos dejan descansar y además como es un estado de duermevela es difícil analizar bien las cosas. Y son estos factores de estrés menores lo que hacen tanto daño», añade. Pero, fundamental, saber buscar ayuda «los fármacos son necesarios en algunos casos y pueden ayudar a abordar situaciones concretas; pero son peligrosos porque crean dependencia y no necesarios muchas veces. Tampoco las plantas medicinales porque un organismo y mente sanas ya producen lo que se necesita. Hay que ir al origen, a la causa que suele estar relacionada con la depresión, el estrés o trastornos del comportamiento y dado que el entorno no va a cambiar y las causas y el estrés suelen continuar amenazando; lo que hay que hacer es aprender a gestionarlo. Enfrentarse poco a poco, no abordar todo de golpe. La alteración emocional dificulta la concentración, afecta a la memoria y al sueño. La ansiedad activa el sistema nervioso central por encima de lo normal. El dormir baja esta actividad pero, para ello, hay que quitar preocupaciones de la mente y dejar de focalizar tu atención en ellas», destaca.
«Es importante que la habitación tenga aire fresco, esté oxigenada, a una temperatura de unos 18 grados centígrados, con un nivel de ruidos por debajo de los 50 decibelios, con oscuridad y sin aparatos eléctricos con luces led. Hay que estar bien alimentado e hidratado y hacer ejercicio pero no antes de acostarse, cerrar temas pendientes o apuntarlos, no hacer actividades que estresen justo antes de acostarse, tener una rutina de tramos horarios, una ducha templada, un paseo tras la cena, leer son una buena idea... Y si haciendo todo esto no se logra conciliar el sueño y descansar bien algo falla y hay que consultar con un especialista para ir al problema de raíz», repasa Romero.
Y ¿qué tiempo de mal dormir es ya para consultar? Pues este especialista destaca que «a partir de un par de semanas ya es un signo de alarma y un mes es mucho tiempo, algo ya cronificado. Y cuanto antes se intervenga, antes se frena y corrige», añade.
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