La depresión y ansiedad acaparan el 20% de las consultas y el 25% de los ingresos por Salud Mental

Los datos de consumo hacen evidente este crecimiento constante en Castilla y León. El informe 'Consumo de fármacos ansiolíticos e hipnóticos en Receta Oficial y Mutuas', publicado por la Agencia Española del Medicamento y el Producto Sanitario (Aemps), que hace retrospectiva desde el año 2010 hasta la actualidad, muestra esta tendencia al alza. Los datos de la Consejería de Sanidad lo confirman. Desde hace más de un decenio, cada ejercicio crece el consumo; pero la crisis económica y la pandemia muestran dos claros picos.

Castilla y León consumió 2.500.015 envases de ansiolíticos en 2008 y 3.022.310 en 2021. El dato de antidepresivos pasa del 1.585.342 fármacos dispensados a 2.287.379 el año pasado en esos trece años. Y ello pese a que el primer dato ya supone un repunte del 13% en este tipo de medicación con respecto a los comienzos de su década, que algunos trabajos relacionan con la crisis económica.

La depresión es un mal cada vez más generalizado que además de sufrimiento y falta de calidad de vida en quien lo padece produce discapacidad, aislamiento social, pérdida de productividad laboral y costes económicos. El 10 de octubre es el Día Internacional de la Salud Mental, una jornada en la que las organizaciones de salud y social vuelven a reivindicar recursos.

El aumento de la esperanza de vida, el mayor nivel de estrés de la sociedad occidental y el consumo de sustancias tóxicas son algunos de los factores que explican ese incremento, crisis empeoró la situación y la tendencia no parece recuperarse. El consumo de antidepresivos ha aumentado el 70% en los últimos 15 años en Castilla y León, según los datos de la Consejería de Sanidad. Los datos que aporta el sistema informático de Atención Primaria, el Medora, arrojan una importante prevalencia de la depresión, del 6,85% en las mujeres y del 3,14% en los varones, una media de 5,03%. Son los datos de diagnósticos de trastornos afectivos, adaptativos o episodios depresivos, entre otros, registrados por Sacyl.

Los trastornos afectivos constituyen un grupo de enfermedades caracterizados por una sintomatología afectiva básica y común a todos ellos (tristeza, decaimiento, desilusión, incapacidad para el disfrute…), pero diferenciándose por la duración, gravedad y evolución, según recoge la guía de Sacyl.

«Comúnmente se habla de 'Depresión' como término general para designar a cualquiera de estos trastornos pero desde un punto de vista psiquiátrico hay que matizar y diferenciar unos de otros», matiza este protocolo. Define así la depresión como un trastorno del humor (de la afectividad), que se acompaña de alteraciones de la actividad (vitalidad), con pérdida de la capacidad de disfrutar de las cosas (anhedonia) y que frecuentemente cursa con manifestaciones de ansiedad y otros síntomas secundarios o comprensibles en el contexto.

El diagnóstico de la depresión es fundamentalmente clínico a través de la entrevista médica. Las exploraciones complementarias buscan descartar otras patologías que pudieran explicar el cuadro. El tratamiento pasa por medidas psicofarmacológicas, psicoterapéuticas y psicosociales adoptadas, en función de la clínica observada.

Los trastornos afectivos son los que más persiguen a la población general, no todo son enfermedades graves psiquiátricas como la esquizofrenia o un diagnóstico bipolar.

Castilla y León arrastra todavía su vieja estrategia de Salud Mental de 2003-2007 pero ya trabaja en una actualización con vistas a aprobarla este mismo año en la que presta especial atención a los jóvenes y adolescentes y al suicidio. De hecho en cuanto a los intentos autolíticos, tanto la Consejería de Sanidad como la Federación de Salud Mental de Castilla y León han elaborado documentos de consenso.

Por su parte, desde el Consejo de la Juventud de Castilla y León lanzan la campaña #HablemosDeSaludMental con el fin de poner en el foco la importancia de atender a las necesidades de las personas jóvenes tras registrar.