Vivienda

Solo 15 de cada 100 jóvenes de Castilla y León logran emanciparse

La falta de estabilidad laboral se concreta en una tasa de temporalidad más alta que la media. Según el documento, en el periodo analizado casi el 40% de los castellanos y leoneses de esa franja de edad que trabajaban lo hacían con un contrato precario, con el agravante de que la nuestra «fue una de las pocas comunidades autónomas en las que creció el paro». A esto hay que añadir una evolución al alza del coste de los inmuebles, con Valladolid como caso paradigmático: es la segunda capital de provincia de España donde más ha subido, según el Colegio de Registradores de la Propiedad, por lo que comprar casa no es una opción y el alquiler se convierte en la única salida.

La combinación de ambos factores da como resultado que la juventud de Castilla y León necesite destinar más del 60% del salario mediano (que se sitúa en 1,005,77 euros) al pago de la renta mensual, según el organismo que les representa. Aun así, esta es una de las autonomías donde resulta más fácil independizarse en solitario, puesto que ese mismo porcentaje se eleva hasta el 92,1% en el conjunto de España. En términos absolutos, entre junio y diciembre del año pasado un arrendamiento costaba en promedio 968 euros al mes en nuestro país, el importe «más caro de la historia, a lo que había que añadir un gasto en suministros «disparado hasta los 163,61 euros» que hacía que siete de cada diez jóvenes con empleo siguieran residiendo con sus padres.

Y lo cierto es que lejos de mejorar, la situación se agrava. Según pisos.com, este julio alquilar uno de 90 metros cuadrados implicaba un desembolso medio de 1.062,9 euros (453,6 en Castilla y León), lo que implica un aumento del 8,5% respecto al año pasado. La consecuencia es que el sueldo ni siquiera da para pagar la mensualidad en Baleares, Madrid, Cataluña y Canarias. «Viendo todos estos condicionantes no es de extrañar que cada vez sean más las personas que se ven obligadas a compartir casa», advierte el director de Estudios de la plataforma inmobiliaria, Ferran Font, que es pesimista por cuanto «la tendencia alcista no parece que se vaya a detener pronto».

«Tener un trabajo ha dejado de ser sinónimo de independencia y más en una comunidad como Castilla y León, que cuenta con salarios muy por debajo de la media nacional, algo en lo que deberíamos trabajar tanto desde la parte social como desde la parte económica y desde las propias administraciones de nuestra comunidad si queremos retener talento y retener a nuestra juventud», añade la secretaria de Mujeres, Igualdad y Políticas Sociales de CC OO en la región, Yolanda Martín.

La tasa de emancipación juvenil de Castilla y León es más de un punto inferior a la media nacional del 17% y está muy lejos del 20,6% que se registra en Cataluña o el 20% de Canarias, las dos autonomías con mejores registros. Justo lo contrario ocurre con Castilla-La Mancha y Extremadura, que se sitúan al final de la tabla con el 13,3% y el 13,6%, respectivamente, si se excluye de la ecuación a Ceuta y Melilla porque el tamaño de la muestra impide hacer un cálculo fiable. Con estas mimbres no es extraño que la edad a la que un joven español vuela del nido se sitúe en los 30,4 años frente a los 26,3 de media en la UE, según la oficina estadística de Bruselas (Eurostat). Es la cuarta cifra más alta de Europa –solo por delante de Grecia, Croacia y Eslovaquia– y está a casi una década de distancia con los 21,4 de Finlandia o los 21,8 de Dinamarca, Suecia o Estonia.

A tenor de estos datos el Consejo llama la atención sobre lo preocupante que resulta que la juventud sea «el segundo colectivo de la población con mayor riesgo de pobreza y exclusión social, provocando que no puedan tomar decisiones, tengan que abstenerse de tener hijos y se les vuelva imposible el acceder a una vivienda». Un «problema socioeconómico» que en demasiadas ocasiones deriva en trastornos como la ansiedad o la depresión, como demuestra otro informe elaborado en colaboración con Oxfam Intermón que revela que «el 60% de los jóvenes con dificultades económicas tiene problemas de salud mental».

De ahí que la institución apele a «la clase política» en busca de soluciones, porque como indica con dureza «si continúa sin resolver el problema del acceso a la vivienda y la precariedad y pobreza laboral, seguirá siendo responsable del aumento de los problemas de salud mental, del aumento de la desigualdad y de que ser joven en la actualidad sea un factor de riesgo para la vida».