Sentir reivindicativo en Villalar: «Nos quieren robar la fiesta»

Su realidad bien se asemeja a la canción 'Son mis amigos' de Amaral. Uno se fue a vivir a Segovia, otro a Ponferrada, y así sucesivamente. Pero algunos, en minoría, aún se mantienen en su Valladolid natal.

Todo los años aprovechan la festividad de Castilla y León para juntarse. No es la excusa para volver a verse, pero no pierden la oportunidad de un día festivo, aunque por la tarde volvieron a coger sus vehículos para dividirse momentáneamente. «Al final si la gente se tiene que ir de Castilla a Madrid a trabajar, pues es un problema relevante», apuntan los siete a la vez, a la par que apuran una cerveza.

Y como jóvenes se sienten 'maltratados' en su tierra ante la falta de oportunidades y ante los problemas que la España Vaciada origina. «Queremos que se mantenga el espíritu. Que no se olviden de nosotros. Somos la región más grande de Europa y a la par, también la más despoblada. El Día de Villalar para nosotros es importante e histórico. Tenemos que reivindicar el papel de Villalar en la historia de España», imploran estos siete jóvenes desde la campa a la espera de una nueva edición el próximo año. Eso sí, confían en que el trabajo les aflore más cerca de casa y de esta forma no tener que abandonar su tierra. «Como todos los años, vendremos a Villalar a celebrar el ambiente y la fiesta de Castilla», concluyen.

Nunca unos puntos suspensivos metafóricos habían dicho tanto. Reflejan el miedo a perder su fiesta, con la que cada 23 de abril se echaban a la carretera para viajar hasta Villalar. Vienen desde todos los puntos de la provincia zamorana y este año, a pesar de la incertidumbre», no se lo han querido perder. «Con todo lo que se ha vivido estos meses, estaba todo muy raro. Por ejemplo, no hemos traído la carpa, pero sí el espíritu», describe Goyo Acedo en representación del grupo de sesenta zamoranos que este domingo amenizaron diferentes momentos en Villalar con sus gaitas y tamboriles.

«Tenemos miedo de que nos quiten la fiesta de Villalar, con estos políticos que tenemos...», insiste Acedo a la par que se echa al hombro la gaita para continuar con los festejos a la par que invita a todos los presentes a bailar.

A pesar de todo, la principal intención en el Día de Castilla y León era «disfrutar» y eso lo lograron. «Venimos a disfrutar y a reivindicar», concluyó Goyo Acedo antes de hacer el parón para iniciar la comida y juntarse con miembros de otras escuelas procedentes de diferentes puntos de la región. Eso sí, todo regado con vino de Zamora y con unas tortillas elaboradas el día anterior.

Sin su carpa tradicional, junto al escenario principal, pero con el sentimiento de otras ediciones, las escuelas de folclore de toda la provincia zamorana recibieron el cariño de los visitantes.

Alberto Martínez, todos los 23 de abril (da igual el año siempre y cuando no haya pandemia de por medio), madruga un poco más de la cuenta para elaborar sus productos y viajar desde la Montaña Palentina (Pomar de Valdavia) hasta Villalar de los Comuneros. El madrugón o el trasnochar (no lo confirmó) le merece la pena.

Porque ya ha perdido la cuenta de cuántas veces ha hecho el mismo viaje el mismo día del año. «Merece la pena», apunta Martínez mientras una cola de clientes aguarda a que termine sus explicaciones con El Norte de Castilla para atender. Llegamos en el punto más 'light' de su jornada, «porque todos esperan a última hora para llevarse algo para no estar cargados durante toda la jornada», agrega el panadero mientras optimiza declaraciones y poses para la fotografía que acompaña al artículo.

Su sentimiento hacia Castilla y León es diferente. Viaja hasta Villalar para trabajar, aparcando la opción del disfrute para otros momentos. «Hace bastantes años que venimos. Somos asiduos del otro lado del mostrador, pero siempre nos vamos contentos», continúa Martínez a la espera del 'boom' de compras. «La gente espera a la última hora para no estar cargados durante toda la jornada», añade.

Con un gran reclamo de sus dulces, para Martínez, en pleno lateral de la campa, no es consciente de las casi 22.000 personas que pasaron por delante de él. «Vemos a muchas personas que pasan. No me atrevo a decir si hay más que otros años. Lo que puedo afirmar es que el tiempo acompaña, hace un poco de viento, pero no tenemos ni frío ni calor. Nuestro objetivo es irnos con el menor número de viandas posibles para el norte», concluye antes de retomar sus actividad de vendedor.

A Isabel Buitrón, residente en Valladolid pero natural de Alaejos, le tocó tirar de móvil para juntar a toda la peña 'El Güerto' para que de esta forma salieran en la foto. Han vuelto a Villalar después de dos años de parón por diversos motivos, pero con las intenciones de siempre multiplicadas por cinco. Esa multiplicación radica en los más pequeños de la peña, de entre tres y diez años, porque pretenden transmitir el sentimiento de la fiesta de la región. «Nuestro objetivo es que se empapen del ambiente», insiste Buitrón.

De momento aún les faltan unas cuantas ediciones más, porque ella misma es consciente de que son muy pequeños. «Nosotros venimos hasta Villalar para bailar jotas y escuchar música tradicional; a pasarlo bien, pero los niños aún no palpan esto», prosigue.

Durante este tiempo sin venir, estas familias naturales de Alaejos creen que «la pandemia ha pasado factura». Hasta el punto de que han notado «menos afluencia de personas» en el centro neurálgico de la fiesta.

«Recordaba a más personas, eso sí, echábamos de menos la festividad», finalizan antes de continuar con sus intenciones de bailar jotas y escuchar música tradicional.

Algunas de ellas trasnocharon en Villalar, el resto, acudió durante la mañana para unirse al resto de sus amigas. Todas ellas, con el mismo fin: reivindicar la festividad de la comunidad. Están dolidas a la par que preocupadas ante los acontecimientos del último año y ese temor a la desaparición de la fiesta. «Es una tradición que llevamos haciendo muchos años y este, más que nunca, nos parecía muy importante estar presentes desde unas cuantas horas antes del 23 de abril», explica Uri Pérez en representación de sus amigas. Ella fue una de las que acampó en la noche del sábado en Villalar para estar todo el día presente y luchar por la «identidad» de Castilla y León.

«Es una falta de respeto lo que nos están haciendo. Es una especie de atentado porque es el día más importante para toda la identidad de los castellanos y leoneses. A un pueblo, cuando le quitas la identidad, le quitas todo. Bien saben dónde atacar», continúa Uri Pérez, secundada por el resto de sus amigas.

«Porque nos quieren robar la fiesta. Es una vergüenza, son unos trepas (en alusión a los políticos). Nos parece increíble que quieran retirar la tradición y la subvención que siempre se ha dado para Villalar», lamenta, mientras explica que durante la tarde actuó gratuitamente. «Lo haremos por la causa. Nos parece muy importante que se siga celebrando, aunque estos políticos que tenemos hayan decidido retirar el peso de esta fiesta», finalizan.