Renault cumple un mes sin ninguna parada por primera vez en dos años

El miércoles 5 de abril, coincidiendo con la Semana Santa, fue el último día en que Renault avisó para que no fueran a trabajar a algunos trabajadores de la planta de Palencia, de la de Montaje de Valladolid y también de Motores. En este momento, de las instalaciones palentinas de Villamuriel de Cerrato salen el SUV Austral, lanzado al mercado a finales del año pasado, y el Mégane, a la vez que se comienza a fabricar el monovolumen transformado en SUV de siete plazas Espace, que está a punto de ser comercializado.

La factoría de Carrocería-Montaje de Valladolid produce el Captur a la par que ultima una nueva versión de este SUV compacto, además de montar también el ASX de Mitsubishi; mientras que Motores fabrica las gamas de propulsores diésel y de gasolina de la marca, así como las versiones del HR12 híbrido. Los motores que Renault fabrica en las instalaciones de la carretera de Madrid son suministrados a una veintena de fábricas de cuatro continentes y el 78% de la producción se destina a exportación para equipa marcas como Renault, Nissan, Dacia, Samsung o Daimler.

Las factorías de Valladolid y Palencia han tenido que echar mano de mecanismos inusuales para manejar una crisis que comenzó con los semiconductores electrónicos -llegados de Asia, pero que no llegaban- y que después se extendió como mancha de aceite a otro tipo de componentes, sobre todo los que dependen del transporte internacional y los que se fabrican con materias primas que escasean, como el acero, el aluminio o diversos plásticos. Como consecuencia de ello, la producción se ha visto ralentizada de manera importante dutante estos años.

Una de las prácticas que Renault no había usado en el pasado pero se ha visto obligada a adoptar ahora es la almacenar vehículos incompletos. En ocasiones, explican fuentes de los trabajadores, que estaban solo a falta una pieza. Los responsables de producción del fabricante francés no eran muy partidarios de este recurso, que se ha ido poniendo 'de moda' entre muchos fabricantes más por obligación que por voluntad propia. Aparcar los coches 'sine die' en las playas donde en situaciones normales apenas suelen estar unos días conlleva sus riesgos, pero en un momento excepcional como este ha servido para evitar más paradas e, incluso, otro ERTE como los que se aplicaron el 2021 y 2022.

Renault presentó su primer expediente de regulación temporal de empleo el 16 de abril de 2021, con las restricciones y consecuencias de la pandemia de covid-19 aún en vigor, para un periodo que se extendió hasta el 30 de septiembre de ese año. El 1 de octubre llegaría el segundo, con vigencia hasta el 31 de diciembre pero que el 1 de noviembre fue ampliado con un tercero hasta el 30 de junio de 2022. Cerca de 9.000 empleados, incluidos también los de la factoría de cajas de velocidad de Sevilla, se vieron afectados en mayor o menor medida.

A partir del segundo semestre del año pasado, el fabricante optó por aplicar otras medidas de flexibilidad laboral, como la ampliación del mecanismo de bolsa de horas. Empresa y trabajadores pactan a principios de año una serie de horas en las que se puede detener la producción por diversas causas y esas horas puede recuperarse después fuera de la jornada habitual. La flexibilidad acordada en un principio incluía hasta 40 días en el contador general de la bolsa que, una vez agotados, pasaba a aplicarse de forma colectiva hasta llegar a ese saldo. En octubre de 2022 las partes ampliaron la bolsa en diez días, con un tope de 50, y en marzo de este año se extendieron en quince días más.

De momento, con la mejoría en el flujo de abastecimiento de componentes, las factorías no han necesitado echar mano del colchón de esta última ampliación de la bolsa de horas, que tiene de vigencia hasta el 31 de diciembre de 2023.

Mientras, otros fabricantes con instalaciones en España todavía mantienen vigentes o prolongados expediente de regulación temporal, un mecanismo que, a diferencia de la bolsa de horas, altera el calendario y los ritmos de trabajo y también tiene consecuencias salariales, ya que los trabajadores cobran de su prestación de desempleo en una cuantía que supone el 75% del sueldo, habitualmente complementado de forma parcial por las empresas.

Ford en la planta valenciana de Almussafes, Seat en la barcelonesa de Martorell y Stellantis en sus instalaciones de Zaragoza y Vigo todavía siguen teniendo sus respectivos ERTE en activo, al igual que Volkswagen en Navarra, donde en marzo tuvieron que parar por falta de cajas de cambios y en abril, por problemas en la llegada de centralitas de motor.