Dos años con escasez de microchips

Se han cumplido ya dos años del comienzo de la crisis mundial de abastecimiento de componentes electrónicos y los fabricantes de automóviles siguen viéndose obligados a programar paradas productivas excepcionales e, incluso, expedientes de regulación temporal de empleo. Los ya famosos semiconductores, los microchips, son cada vez más imprescindibles en los automóviles con la imparable y creciente introducción de funcionalidades electrónicas y de conectividad.

Renault sigue suspendiendo turnos en Palencia y Valladolid, los últimos este mes de marzo, al igual que Stellantis en Zaragoza. Peor están las cosas en Ford Valencia, donde llevan sucediéndose diferentes ERTE desde 2020 que afectan, de manera total o parcial, a toda la plantilla. Seat, Iveco, Volkswagen… todas las marcas han estado o siguen afectadas.

Renault encadenó tres ERTE para sus cerca de 9.000 trabajadores en 2021 y 2022: el primero del 16 de abril al 30 de septiembre 2021, el segundo desde el 1 de octubre al 31 de diciembre de ese año y un tercero planteado el 18 de noviembre de 2021 que prolongaba el entonces vigente hasta el 30 de junio de 2022.

A partir de ese momento sustituyó los expedientes temporales de empleo por una ampliación de la bolsa de horas a 40 días primero y a 50 después, con vigencia para todo 2023. También en Sevilla se han implantado medidas de flexibilidad.

El Gobierno ha puesto en marcha, a través del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, un plan para atraer a España una fábrica de semiconductores y pretende movilizar 12.000 millones de euros. En 2023, el programa tiene un presupuesto de 1.300 millones para los que el Ejecutivo espera la presentación de algún proyecto. En cualquier caso, de no completar su inversión, ya ha anunciado que los fondos se trasladarán al año que viene.

La mayor parte de la producción mundial de semiconductores se concentra en unos pocos países: Corea del Sur, Taiwán, China y Japón concentran más del 70% de la producción mundial de chips. Son varios los fabricantes que han anunciado proyectos de nuevas plantas en Estados Unidos y Europa, si bien se prevé que no estén operativas hasta 2024.

Estados Unidos ha anunciado ayudas por valor de 52.000 millones de dólares para recuperar la posición hegemónica que tenía hace dos décadas con el 40% de la producción mundial, frente al 12% actual. La Comisión Europea está en trámites de aprobar la movilización de 43.000 millones de euros con el objetivo de que la UE duplique su cuota en el mercado mundial y pase del 10% actual al 20%. 

Fabricar un microchip requiere más de tres meses y requiere factorías gigantes, salas libres de polvo, ya que una mota microscópica puede dañarlos, y máquinas multimillonarias. Su producción exige tal nivel de estabilidad que la mera rotación de la Tierra puede echarla al traste. El proceso consiste en transformar obleas de silicio en una red de miles de millones de pequeños interruptores o transistores que forman la base de los circuitos: En los 6.28 cm2 de un chip hay incorporados 28,3 billones de transistores.

Hay dos tipos principales: los chips lógicos (que procesan información para que los dispositivos electrónicos completen sus tareas) y los chips de memoria (que almacenan la información). Se utilizan en los teléfonos, los ordenadores, las consolas de videojuegos, los automóviles, las lavadoras o los satélites. Están en los microondas, en los relojes digitales, en las calderas de calefacción o en los paneles solares, entre otros muchos aparatos y maquinarias.

Las consultoras especializadas apuntan que desde este mismo 2023 se producirá una caída en el mercado de los semiconductores, motivada por los abultados crecimientos de los últimos años, así como por el aumento de la inflación, la contracción de la economía y el consumo y el debilitamiento de la demanda de las empresas que más los utilizan.

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