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Las notarías de Castilla y León registran menos testamentos en el primer año covid
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Los fedatarios públicos detectan que los testadores «premian más» a sus cuidadores durante la pandemiaEl temor a contagiarse de coronavirus no ha hecho que los ciudadanos hayan corrido a las notarías a poner sus asuntos en orden y ... dictar sus últimas voluntades por si acaso. La estadística del Consejo General del Notariado revela que el número de testamentos formalizados en las 170 notarías de Castilla y León durante el primer año de covid ha sido de 35.256 documentos testamentarios, 1.337 menos que en 2019. A falta de computar las cifras registradas en el primer trimestre de 2021, no se espera que se refleje una variación significativa al alza. La tendencia es la misma en todo el territorio nacional, donde se ha detectado una diferencia a la baja del 4% de media respecto de 2019 en el número de testamentos unipersonales formalizados en las notarías españolas.
El decano de los notarios de Castilla y León, Leopoldo Martínez de Salinas, indicó respecto de las cifras que en la comunidad la variación es inferior al 2% y obedece, apunta, «sobre todo, a los meses de reclusión generalizada y a que en las residencias y en los domicilios, los mayores han estado mucho tiempo sin salir». Aunque las notarias han estado abiertas y en funcionamiento durante el primer estado de alarma, no fue hasta después de junio cuando se produjo «cierta aceleración, pero la avalancha fue consecuencia de los tres primeros meses de restricciones, en estos momentos la actividad se ha ido normalizando y estamos en niveles similares a otros años».
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Respecto de la evolución de los actos testamentarios en los últimos diez años, señala que solo es destacable el incremento producido en 2017 (con 38.213 testamentos) mientas que en 2018 y 2019 las cifras son «prácticamente iguales», con 36.597 y 36.593 documentos, repectivamente.
Ológrafos
Tampoco han llegado a la notaría del decano testamentos ológrafos, esos que han podido realizarse en casa durante el confinamiento, redactado y firmado de puño y letra por el testador. «De los testamentos manuscritos solo podemos saber de su existencia cuando la persona ya ha fallecido y hay que adverarlos, es decir, verificar la autenticidad y tener la certeza de que han sido escritos por esa persona. Todavía es un poco pronto». El riesgo de esos testamentos, apunta el notario, es la dificultad para saber que esa persona estaba en plenas capacidades o fue inducida a hacerlo, mientras que el testamento notarial garantiza la capacidad del testador para decidir quiénes van a ser sus sucesores». No obstante, considera que los casos de «manipulación de la voluntad son absolutamente residuales».
«El testador rara vez deja fuera a la familia, el vínculo de sangre pesa mucho», indica el decano de los notarios de Castilla y León
También las desheredaciones son excepcionales aunque no existen estadísticas, señala, y recuerda que los hijos tienen derecho a la legítima que les reserva la ley. Las dos terceras partes de los bienes van a los hijos y hay una tercera que es «de distribución libre e históricamente es para que el testador premie a quien considere, por ejemplo, que le ha tratado mejor». Si el testador no tiene hijos (legitimarios), «la libertad es completa y hay de todo: hay quien testa a favor de familiares o deja parte o todo a quien le cuida». En su experiencia, indica, «el testador rara vez prescinde de sus parientes en favor de otras personas aunque le cuiden, lo habitual es que pese el vínculo de sangre, la familia». Incluso, aunque la persona se haya sentido sola o abandonada durante la pandemia, «ello no se ha traducido en los testamentos».
En otras notarías de Valladolid sí están notando en los últimos meses un cambio en el contenido los testamentos que validan. Están detectando que «se premia» más a los hijos que ejercen de cuidadores. La notaria María Teresa de la Fuente señala al respecto que «se está viendo que la gente tiene más en cuenta a los hijos que les atienden y les resuelven la papeleta diariamente». Incluso tiene algún caso de «desheredaciones porque la persona se ha sentido sola y maltratada porque el hijo no se ha preocupado o lleva tiempo sin hablarle». Otros casos que empiezan a ser comunes es dejar establecido en el testamento, en caso de incapacidad, la persona que quieren que administre sus bienes, «y escogen el tutor, no hacen un poder general».
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