La mortalidad de los pacientes ingresados en la región baja a una tercera parte en un mes y medio

La letalidad intrahospitalaria es un criterio más estable. Las cifras registradas por la Consejería de Sanidad día a día invitan a unas también buenas perspectivas –a la espera de tratamientos realmente efectivos y de vacuna– que, según los expertos, llegan de la mano del confinamiento y el descenso de los casos; pero también de una mayor experiencia en el tratamiento de este enfermedad, detección más precoz y algunos indicadores que permiten esperar las complicaciones.

Los peores datos del coronavirus los registró abril en sus primeros días. Aquellos en los que la mortalidad en Castilla y León llegó a alcanzar los 82 casos en una sola jornada con 2.358 ingresados en un 2 de abril. Desde mediados de marzo y hasta finales del mes pasado, los fallecimientos diarios registrados en los hospitales se movían cada día entre veinte y cuarenta, con picos más altos. Dichas cifras guardaban una proporción más alta que la actual con el número de ingresados. Así, en las peores fechas, en torno al 3% de las personas hospitalizadas fallecía. La supervivencia ha mejorado considerablemente en las últimas fechas y los datos de ayer situaban este porcentaje en el 1% y algunas jornadas anteriores en menos del 2,5%.

Y aunque la proporción de pacientes que precisan cuidados intensivos en la UCI es mayor con respecto al número de ingresados que en el pico de pandemia, cada vez son menos los infectados por covid que precisan hospitalización en planta y en críticos. Un estudio médico más detallado recogerá la evolución de los enfermos en los hospitales, tiempo de estancia, complicaciones y resultados autonómicos de una epidemia sin antecedentes.

Los datos de mortalidad de Castilla y León constatan esa mayor incidencia de los peores resultados entre la población más mayor; 2.578 de los 3.373 casos de mortalidad regional, a fecha de ayer y según datos hospitalarios, se concentran por en cima de los 80 años. Un 76% del total. El siguiente tramo de edad con mayor pérdida de vidas es a partir de los 70, con otras 520 personas; de manera que casi el 92% de la mortalidad se concentra por encima de los 70 años. Y más alta en los varones que en las mujeres, una constante en todas las edades.

Un estudio de la Universidad de Valladolid (UVa) analiza los efectos del confinamiento sobre la mortalidad y las diferencias geográficas. La primera conclusión que extrae es que las tasas de fallecimiento mantienen los patrones espaciales observados en el caso de los contagios. Concretamente se localizan zonas con altos niveles de fallecimientos en todo el sur de Castilla y León, especialmente entre los territorios limítrofes con las comunidades de Madrid y Castilla-La Mancha como son las provincias de Soria, Segovia y Ávila que conviven con territorios menos afectados en el norte de Burgos y Palencia o en la frontera con Portugal.

Además el trabajo de los profesores Alfonso Moral y Ángel Luis Martín Román, del Departamento de Fundamentos del Análisis Económico en la Facultad de Ciencias Sociales Jurídicas y de la Comunicación de la UVa, aprecia una reducción de ese efecto desborde territorial como consecuencia del confinamiento. La relación entre las tasas de mortalidad de los territorios limítrofes es más débil durante el último mes, coincidiendo con el periodo donde los decesos estarían más relacionados con contagios producidos tras las restricciones a la movilidad. «Este resultado –indica el estudio– parece confirmar en cierta medida los efectos positivos del confinamiento y deben mantenernos alerta de cara a los flujos de población que genere la desescalada», concluye el informe.