![Castilla y León: La mitad de los intentos de suicidio son de estudiantes de entre 15 y 29 años](https://s3.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/202203/30/media/suic.jpg)
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En 2020 se quitaron la vida 228 personas en la comunidad, diez más que el año anterior (218); siete más que en 2017 y quince más que en 2013. Los casos se escriben al alza. Son los datos del Observatorio del Suicidio en España de la Fundación Española para la prevención del mismo y del INE, los últimos cerrados que recogen 3.941 vidas perdidas en todo el país por esta causa en el primer año de pandemia, en el que más personas se han suicidado en España desde que hay registros. Un 7,4% más que en 2019.
Las cifras de los casos en que una persona se quita la vida son conocidas y cuantificadas desde hace años; pero los intentos o las ideas autolíticas, a veces pasos previos al suicidio, son más difíciles de documentar y de conocer sus circunstancias y perfiles para lograr prevenirlos, para poner en marcha una intervención temprana. Y este es el objetivo de un trabajo de la Red Centinela de Castilla y León, el de describir los factores de riesgo tanto de los consumados como de los pensados, las edades, nivel de formación, estado civil o situación laboral tanto de suicidios como de tentativas.
El trabajo, redactado por Ana Ordax y María García López, analiza los datos de 2020, y tras quedar en suspensión el programa por la pandemia, continuarán recabando datos para la continuidad de su investigación en este 2022.
Los datos de este primer análisis detectan que mientras los suicidios llevados a cabo se dan más en los hombres que en las mujeres –177 de los 280 casos eran varones– , las ideas autolíticas son más bien femeninas. Y, agrupando tanto la pérdida de vidas como las tentativas y pensamientos, el fenómeno es mucho más frecuente en ellas.
También la edad marca unas distancias similares. Los suicidios son más frecuentes entre las personas más mayores, mientras que conforme desciende la edad se transforman más en tentativas o ideas. Sin embargo, uno de los datos más llamativos y preocupantes de esta primera fase del estudio es que la mitad de los intentos de suicidio se dan entre los 15 y los 29 años, estudiantes en casi su totalidad.
El perfil analizado también revela que estos daños autoinfringidos son mucho más habituales entre los solteros y también los intentos son tres veces más frecuentes dentro de este perfil.
El trabajo también revela que los consumados se concentran más en personas con estudios de Secundaria, FP o universitaria mientras que las ideas autolíticas se disparan entre los universitarios fundamentalmente.
Con respecto a las enfermedades o factores de riesgo, el 78% tenía un diagnóstico previo de salud mental del tipo depresión o ansiedad. Y más de la mitad sufría alguna patología física, con mal pronóstico o con dolor crónico limitante. El abuso de drogas y alcohol se da sobre todo en jóvenes y la violencia doméstica y los problemas de acoso laboral o escolar suelen tener víctimas femeninas.
228 castellanos y leoneses se quitaron la vida en 2020
De la muestra de 15 médicos de familia de la red centinela, que registraron dos suicidios, 16 intentos y 18 ideas autolíticas, se deduce que este daño autoinfringido es más habitual en personas con una vida activa –estudian o trabajan –que entre los jubilados y desempleados; aunque entre los pensionistas las ideas autolíticas tienen importante protagonismo y acaparan el 41% de la casuística.
El informe de la red centinela desvela también cómo influyen situaciones que crean inestabilidad emocional en los jóvenes, tales como la separación de los padres, rupturas sentimentales o los abusos familiares. En los mayores, llevan a los intentos o ideas suicidas los problemas de convivencia con los hijos, agresiones sexuales, las infidelidades o, incluso, la situación originada por la pandemia del covid.
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En cuanto a los medios empleados para quitarse la vida, tanto en los suicidios consumados como en los intentos se ha optado fundamentalmente por el uso de medicamentos y, en segundo lugar, por el empleo de armas blancas. Colocarse frente a un vehículo o tren, saltar desde un lugar elevado o el estrangulamiento son opciones poco frecuentes pero figuran con igual peso en este informe.
Las tendencias globales de tasas de mortalidad por suicidio han disminuido desde el año 1990 en todo el mundo (16,6 casos por 100.000 habitantes) hasta el año 2019 (11,2 por dicha población); pero desde la pandemia parecen repuntar de nuevo. Recoge el trabajo de la Red Centinela que «las predicciones realizadas hasta el año 2030 apuntan a que estos valores se van a mantener en el tiempo sin reducciones significativas. Son tasas globales y la incidencia, no obstante, varía mucho según países. En el riesgo de suicidio también influye la edad –aumenta con la misma–, el sexo –los hombres se suicidan más que las mujeres– y la situación económica y social, entre otras variables que requieren estudio.
En España, el suicidio se mantiene como la primera causa de muerte externa desde hace 12 años. La tasa de Castilla y León es de 9 por cada 100.000 habitantes. «A pesar de la mejora de los tratamientos y de los servicios de asistencia psiquiátrica y salud mental en las últimas décadas, el suicidio continúa siendo uno de los principales problemas de salud pública en la comunidad», concluye el informe.
Los objetivos generales de este estudio son el estimar la incidencia de los suicidios e intentos expresando los resultados desagregados por sexo y rangos de edad. Y, el segundo, describir los factores de riesgo en la población que ha cometido un suicidio, intento o que manifiesta o refiere ideas autolesivas en la consulta de Atención Primaria, con especial atención a las diferencias por sexo. La prevención y valoración de riesgos es el objetivo último, que cualquier señal de riesgo no pase desapercibida.
La inmensa mayoría de los eventos están documentados fundamentalmente porque llegan a urgencias, más de ocho de cada diez. El 69% de los casos de intento de suicidio son nuevas iniciativas;pero en bastante más de la mitad de los mismos, el paciente sí había tenido una ideación suicida previa y los profesionales no sabían nada de ello;lo que hace evidente que se pierde una oportunidad de prevención. En general, habían ido a consultas previas con un facultativo por patologías mentales y habían expresado ideas tales en las mismas como: «Estaría mejor muerto»; «Soy una inútil, quiero morirme» o «No puedo vivir así» . Otras personas habían expresado en consulta que la forma en la que se suicidarían era la de «tomar fármacos» o «cortarse las venas».
El estudio de las conductas suicidas en todas sus formas «ha presentado dificultades debido al componente de estigmatización al que siempre se ha asociado en las diferentes culturas a nivel mundial. Por ello, es necesario comenzar por reconocer el problema y estimar su magnitud, para poder abordarlo desde los primeros signos de alarma», destaca el trabajo.
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