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Todo ocurrió una mañana de calor. En plena canícula y a lo grande. La pareja selló su relación el 2 de julio de 2019 en la casa de todos, ante un centenar de invitados de las dos partes. Lo suyo no había sido un amor ... de verano, ni mucho menos (eso requiere pasión, por lo menos al principio). Lo suyo era un contrato puro y duro. Un matrimonio de conveniencia, como aclaró al poco tiempo uno de los contrayentes.
Ese día, en el Salón de Recepciones de las Cortes de Castilla y León, Partido Popular y Ciudadanos firmaron solemnemente el acuerdo de gobierno que les unía para los siguientes cuatro años. Las elecciones del 26 de mayo habían situado a los de Cs como la clave de cualquier vínculo estable, y ellos se dejaron querer por los dos candidatos a la presidencia de la Junta con posibilidades, el socialista Luis Tudanca –el ganador de los comicios– y el 'popular' Alfonso Fernández Mañueco. Fue este último quien consiguió llevarles al altar y lo hizo suscribiendo un pacto con el cabeza de lista, Francisco Igea.
Dicen que en las relaciones siempre hay uno que quiere más que el otro. Y quizás eso se notó desde el primer día, porque en el reparto de consejerías Ciudadanos asumió las más problemáticas. Tal vez por eso solo una semana después, en el pleno de investidura, Igea reconocía con crudeza que «es evidente que este no es un matrimonio por amor, sino un compromiso por responsabilidad». En la misma sesión, conciliador y hasta romántico, Fernández Mañueco le recordaba que «contamos con más ideas que nos unen que las que nos separan».
El primer Consejo de Gobierno, en paz y armonía, se reveló balsámico para el recién nombrado vicepresidente, Francisco Igea. Tanto es así que horas después, en una entrevista con este periódico, definía a su 'pareja' como «una persona que ha demostrado capacidad de acuerdo. Esa es una virtud muy importante», manifestaba, junto a «la resistencia» y «la templanza», y se comprometía a elogiarle y defenderle.
Pasó agosto, mes de vacaciones por excelencia, y en septiembre era el presidente de la Junta quien dedicaba cumplidos a «Paco», «una persona muy trabajadora, dinámica, con una capacidad de diálogo y política importante» y «un elevado sentido del humor, más de lo que parece. Hemos sintonizado», reconocía a El Norte de Castilla. La relación progresaba a ojos vista y en noviembre, en una comparecencia conjunta, era Igea quien desvelaba «la excelente relación y hasta amistad» que había nacido entre ambos, porque «sin entrar en intimidades, del roce ha surgido el cariño». «Este es un gobierno para cuatro años con un proyecto para impulsar el futuro de Castilla y León», subrayaba Alfonso Fernández Mañueco. Todo indicaba que por fin había romance.
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Y eso a pesar de que con la convivencia habían surgido las primeras tiranteces: la reforma de la asistencia sanitaria en el medio rural, la aplicación de medidas de transparencia a las listas de espera quirúrgicas, la jornada de 35 horas en la administración autonómica, el incremento del número de asesores y la posibilidad de fusionar municipios fueron algunos de los desencuentros más sonados. Hechos que tensionaron la celebración de los 100 primeros días de cohabitación, pero que no rompieron el idilio. En su balance de esos primeros meses el máximo responsable de la Junta no dudó en asegurar que su vicepresidente y él eran un tándem bien avenido. «Nos complementamos», dijo. Y reforzó esa idea con toda una declaración: «Decía San Juan de la Cruz que 'donde no hay amor, pon amor y recibirás amor'».
En esas estaban cuando la pandemia lo puso todo patas arriba. Ante la adversidad, inicialmente los 'cónyuges' se unieron más que nunca. Porque la vida son alegrías y penas, buenas noticias y disgustos. Y el 25 de mayo de 2020, cuando el coronavirus hacía estragos y los ERTE se acumulaban a miles, la dimisión del consejero de Empleo abría la primera gran crisis de gobierno. Germán Barrios, expresidente del CES y antes alto cargo del PP que había sido nombrado por Cs, se iba por «por motivos personales». Era un eufemismo que en realidad escondía su mala relación con Francisco Igea, con el que mantenía «diferencias insalvables».
Cerca del primer aniversario, el 17 de junio, la pareja sustituyó su programa inicial de 100 medidas por un Pacto para la Recuperación Económica compuesto por 86 al que sumaron a toda la oposición salvo UPL y Vox. Las cosas parecían ir bien en la familia, que afrontó el debate sobre el estado de la región con la holgura y la tranquilidad que le daba el pacto de comunidad recién suscrito.
Con el paso de los meses, sin embargo –es lo que tiene el día a día–, comenzaron a surgir diferencias de criterio. En especial, respecto a las medidas necesarias para combatir las sucesivas olas de la covid-19. La pulsión de los de Ciudadanos en favor de las medidas más restrictivas posibles, incluido un confinamiento estricto descartado por el ministerio, obligó a Mañueco a tomar el mando el 7 de enero. Lo hizo con una comparecencia pública en la que a pesar de todo intentó aparentar unión con frases como «no hay partidos políticos, hay un gobierno» o «no ha habido tensión en ningún momento». El problema es que salía a hablar en sustitución de su portavoz y de la consejera de Sanidad, obligados a escucharle desde el patio de butacas.
Para entonces el Ejecutivo de Castilla y León ya había recibido dos resoluciones judiciales contrarias a su política sanitaria: contra el primer toque de queda y contra la decisión de impedir las visitas a las residencias. Faltaba la tercera, que se produjo el 16 de febrero de este año: el Supremo suspendió la prohibición de salir a partir de las 20:00 horas, que había terminado de soliviantar los ánimos de la población.
Fue entonces cuando el PSOE volvió a rondar a Cs. El partido de Luis Tudanca intensificó su presión sobre los naranjas, a quienes volvió a ofrecer una vida en común, como había hecho después de las elecciones. La moción de censura estaba en ciernes.
Ahí está precisamenet el principio del fin del idilio entre PP y Cs, que quebró sin remedio la retirada de la reforma sanitaria que habían impulsado los segundos. Fue entonces cuando la miel se tornó hiel. Consumado el divorcio, palabras gruesas como traición, deslealtad y mentira se escuchaban en la voz de los políticos más relevantes de la comunidad. Porque las rupturas duelen, y Partido Popular y Ciudadanos habían dejando de ser pareja de gobierno. Pero como cualquier separación, no se gestó en un día.
El secretario regional del Partido Socialista de Castilla y León, Luis Tudanca, registra una moción de censura para desbancar de la presidencia de la Junta a Alfonso Fernández Mañueco, alegando «la absoluta pasividad y desconcierto en la gestión de la pandemia». Horas antes el PSOE y Ciudadanos de Murcia habían hecho lo mismo contra el presidente popular de esa autonomía, Fernando López-Miras, y en Madrid la presidenta Isabel Díaz Ayuso había anunciado el adelanto electoral para frenar dos iniciativas similares promovidas por los socialistas y Más País.
María Montero, procuradora de Ciudadanos por Salamanca, abandona el grupo parlamentario tres días antes de que se debata la moción contra Fernández Mañueco, y no desvela el sentido de su voto. Cunde el nerviosismo en las filas de PP y Cs, ante la posibilidad de que la iniciativa salga adelante si los segundos no son capaces de mantener la disciplina entre los once procuradores restantes.
La moción de censura socialista fracasa. Los 41 procuradores de PP, Cs y Vox votan en contra y solo la apoyan los 37 parlamentarios del PSOE y Podemos-Equo. Los representantes de UPL (uno), Por Ávila (uno) y la procuradora no adscrita María Montero se abstienen. Aun así, tiene como efecto colateral que la coalición que gobierna en Castilla y León queda en minoría en las Cortes y eso dificulta que saque adelante cualquier iniciativa legislativa. Es el principio del fin del tándem Partido Popular-Ciudadanos.
En previsión de que la alianza comience a hacer aguas, la presidenta nacional de Cs, Inés Arrimadas, viaja a Castilla y León para reunirse con Fernández Mañueco y prometerle estabilidad.
La pérdida de la mayoría de PP y Cs en el Parlamento autonómico, tras la salida de Montero, permite la aprobación de una comisión de investigación sobre lo ocurrido en las residencias de mayores durante la primera ola. Era una propuesta del PSOE que había sido rechazada meses antes. Previamente, otras tres comisiones con actividad y contenido delicado para PP –las relativas a la trama eólica, los fondos mineros y la publicidad institucional– habían dejado de estar presididas por procuradores 'populares' o de Cs, que habían sido sustituidos por representantes del PSOE.
El presidente de la Junta anuncia su intención de apoyar en las Cortes regionales una proposición no de ley del PSOE que pide la retirada de la reforma sanitaria que habían impulsado su vicepresidente, Francisco Igea, y la consejera Casado. El matrimonio de conveniencia entre el PP y Cs está a punto de quebrarse.
El PP de Mañueco consuma la ruptura con sus socios y vota con el PSOE a favor de la apertura inmediata de los consultorios y la retirada de la reforma de la Atención Primaria. Mientras, los once procuradores de Ciudadanos se abstienen. El divorcio es un hecho. «Es un error pactar con el PSOE más sanchista que hay. Puedo discrepar [del presidente], no me he casado con el señor Mañueco. Creo que es un error estratégico», sentencia Igea, renegando de aquel «matrimonio sin amor» de sus orígenes.
Por si no hubiera sido suficiente con la desautorización del pleno, el presidente de Castilla y León ordena a la consejera del ramo que reinicie las negociaciones con el PSOE para la mejora de la sanidad. Y lo hace en un acto público, donde vuelve a tirar de galones y explica que ha dado instrucciones precisas a Verónica Casado «para que convoque al grupo de trabajo constituido hace unos meses a tal efecto». Obediente, la aludida envía una carta a Luis Tudanca pidiéndole «un encuentro» la semana siguiente.
El portavoz de Ciudadanos en las Cortes, David Castaño, pone voz al malestar de su partido con el PP. Lo hace en una entrevista con El Norte de Castilla, en la que reconoce que los procuradores de Cs no estaban al tanto de la decisión de Mañueco de censurar la política sanitaria de su propio gobierno y se refiere a los insistentes rumores sobre el adelanto de los comicios. «El que quiera llevarnos a elecciones, que lo explique. Y si hay que ir, vamos», sostiene en una abierta crítica.
En plena búsqueda de apoyos a los Presupuestos de la Junta para 2022, el vicepresidente, consejero y portavoz del Gobierno regional asegura en solitario en una visita a Salamanca –la ciudad natal de Mañueco, donde fue alcalde– que hay «muchas posibilidades» de que las cuentas salgan adelante porque «las cosas van bien» y «no parece el momento de suicidarse».
El portavoz parlamentario del PP, Raúl de la Hoz, se limita a asegurar que su partido está dialogando con otras formaciones para contar con «los mejores Presupuestos posibles» para el año que viene. «Algunos lo están haciendo de forma más discreta que otros», añade en referencia a Igea, aunque sin mencionarle.
La reunión clave para pactar los Presupuestos Generales de la Comunidad para 2022 entre el Partido Popular y Por Ávila (XAV), escisión del PP en esa provincia que tiene un decisivo procurador en las Cortes, termina en encontronazo. El desencuentro tiene como testigos a representantes de Ciudadanos, que participan en la negociación.
Tras el episodio de Ávila, el portavoz de la Junta aconseja «más tila y menos café» a los negociadores del Presupuesto, en lo que parece un reproche no solo a XAV, sino también a sus compañeros de gobierno del PP. En la misma rueda de prensa conmina a «todas las partes» a negociar «con seriedad» y hacerlo desde una posición de «máxima generosidad».
La secretaria de Organización del PSOE de Castilla y León, Ana Sánchez, garantiza el apoyo de su partido a las enmiendas de Por Ávila al Proyecto de Presupuestos. Este anuncio tensa al máximo la relación entre los dos socios de coalición de la Junta, a pesar de que el portavoz de Cs, David Castaño, se apresura a asegurar que «Ciudadanos votará lo mismo que el PP».
El presidente de la Junta cesa por sorpresa a los cuatro consejeros de Cs que tenía en su gobierno y distribuye sus funciones entre el resto de miembros del gabinete. A continuación disuelve las Cortes y convoca elecciones autonómicas para el 13 de febrero del año que viene. Nada más dañino para un cónyuge despreciado que concertar una nueva cita con otros, a la vista de todos, la víspera del Día de los Enamorados.
AUX STEP FOR JS
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