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Alfonso Fernández Mañueco ya ha enterrado el Plan Aliste. El presidente de la Junta votó a favor de su retirada, se reunió con el líder de la oposición, Luis Tudanca, y acto seguido, según ha explicado durante un acto en Ponferrada, dio «instrucciones» a ... la consejera de Sanidad para que reuniera de nuevo al grupo de trabajo que estudia la mejora de la sanidad. «He dado instrucciones a la consejera de Sanidad, después de mi conversación con el líder de la oposición ayer, para que convoque al grupo de trabajo constituido hace unos meses a tal efecto para avanzar en la mejora de la sanidad», ha señalado el presidente de la Junta.
La respuesta fue casi inmediata. Y obediente. «La consejera de Sanidad ha enviado hoy una carta a Luis Tudanca en la que [...] le traslada la necesidad de mantener la próxima semana un encuentro», decía una nota de prensa publicada por la Consejería de Sanidad apenas unas horas más tarde.
El movimiento de Mañueco había funcionado en su doble objetivo simultáneo. Por un lado, obligar a los socialistas a cumplir con el compromiso de regresar a la negociación, aunque Tudanca fue rápido en tratar de fijar nuevas condiciones para ello más allá de la retirada de la reforma sanitaria. Reclamó que el Plan Aliste se repudie oficialmente en el Consejo de Gobierno y que se recupere ya la atención presencial del modo previo a la pandemia. Por otro lado, Mañueco deja claro que es él quien marca la política sanitaria en Castilla y León y no Ciudadanos, por mucho que la Consejería sea de su titularidad.
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Esto se explica mejor con el contexto del día anterior. Las proposiciones no de ley (PNL) tienen el recorrido limitado por naturaleza. Las Cortes pueden aprobar una PNL para «instar», verbo muy utilizado, a la Junta a hacer algo, pero la Junta tiene la potestad de guardar la susodicha instancia en un cajón y dejarla languidecer. Caso diferente es el de las PNL que cuentan con el respaldo de los partidos que sustentan el Gobierno. Y este martes el PP votó a favor de la proposición del PSOE que finiquitaba el Plan Aliste, la reforma sanitaria que, pandemia aparte, marca la trayectoria política de la consejera de Sanidad, Verónica Casado (Ciudadanos). Y por extensión, del vicepresidente, Francisco Igea. Este salió en rueda de prensa a decir que todo sigue igual, como con cualquier otra PNL. «Se elaboró un grupo de trabajo del que se levantó el PSOE. Y las conclusiones se elevaron al presidente de la Junta. Y nosotros vamos a implementar las conclusiones de ese documento», dijo. «Naturalmente que la política sanitaria del Gobierno va a continuar», insistió. Y luego hizo una lectura política en la misma línea: «La consejera de Sanidad va a continuar. La composición del Gobierno se va a mantener». Aseveración que, en última instancia, no depende de él, pues es potestad del presidente del Ejecutivo decidir quién ocupa las consejerías.
Mañueco, con sus declaraciones, llama a incorporar al PSOE de nuevo a la negociación y a reiniciar de este modo todo el proceso de reforma de la atención primaria. Y si Francisco Igea dijo el lunes, en el Pleno, que con 1.300 médicos no se puede prometer la presencialidad en todos los consultorios del territorio, Mañueco aseveró en Ponferrada su voluntad de «garantizar una vez más la presencia en los consultorios de los profesionales de la sanidad con las frecuencias y el personal que sea necesario».
Las consecuencias que pueda tener el mandato del presidente de la Junta a la consejera de Sanidad servirán para comprobar hasta dónde llega la crisis de Gobierno abierta esta semana, recién inaugurado el curso político. Con un PP que marca distancias públicamente con sus socios y que calibra ya un posible adelanto electoral y un Ciudadanos que, tras su apoyo en la moción de censura y con un procurador menos, ha quedado muy debilitado
Por de pronto, Igea utilizó la vía tuitera para tratar de desviar el foco hacia los socialistas. «3.550 consultorios y 1.300 médicos de atención primaria en zona rural, súmenle vacaciones, bajas, permisos y salientes de guardia. Esperando las propuestas del PSOE de Castilla y León», escribió. De este modo, asumía que la retirada de la reforma, tal y como se planteaba, es ya un hecho y pasaba a la siguiente fase.
Ciudadanos, a su máximo nivel, apuntalaba esa línea. Inés Arrimadas tenía un encuentro en Castilla La Mancha con el presidente Emiliano García-Page. En la rueda de prensa posterior le preguntaron por el riesgo de que Alfonso Fernández Mañueco pulse el botón rojo del adelanto electoral en Castilla y León. «Tengo la suerte de mantener una magnífica relación con el presidente Mañueco, que es una persona cordial, accesible, y mantenemos contacto frecuente. Y el Gobierno sigue para adelante. Se sigue cumpliendo el acuerdo, esta es una discrepancia que hubo a nivel legislativo, en una propuesta, pero el Gobierno de Castilla y León es sólido», comenzó la líder de la formación liberal. «El Gobierno sigue para adelante, mi relación con Mañueco sigue siendo excelente y estoy convencida de que cumplirá su palabra y no hay motivo para adelantar elecciones», concluyó.
El PSOE, ahora, aguarda el siguiente movimiento mientras trata de imponer sus condiciones. «Es enternecedor ver cómo Mañueco trata de convencernos de que la reforma sanitaria no era suya. Es como Casado diciendo que el PP de ayer no es el de hoy. En todo caso, repito, retire la reforma,recupere la atención presencial y la frecuencia en los consultorios rurales. No hay más», escribía ayer después de conocer lo dicho por el presidente de la Junta en Ponferrada.
Pablo Fernández, responsable autonómico de Podemos, recordaba precisamente que «las proposiciones no de ley no obligan al Gobierno a ejecutarlas», según recogía Europa Press. «Igea ha mantenido que van a continuar con ese plan de desmantelamiento de la atención primaria», incidió. Desconfía de que la retirada oficial de la reforma sanitaria, tal y como estaba concebida, se traduzca en un paso al costado real.
Convocados los socialistas, se pondrá de nuevo sobre la mesa una reforma sanitaria que, coinciden los profesionales, es inaplazable y urgente. Aunque no será la que en su momento se bautizó como 'Plan Aliste' con el diseño de la consejera de Ciudadanos y el visto bueno de sus socios del PP. Los mismos que ahora le han ordenado a Casado que reinicie el proceso.
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