

Luis Tudanca
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Luis Tudanca
«Si Mañueco convoca, ¿quién sería el candidato? Pues seguramente yo»Luis Tudanca (Burgos, 1978) es tan sanchista que no pasa un Pleno sin que Alfonso Fernández Mañueco se lo recuerde. Inopinadamente, el proceso de renovación ... del partido le ha convertido, de pronto, en un ariete 'antisanchista' para la derecha. Y él trata de mantener, en difícil equilibrio, su rebeldía ante los críticos arropados por Ferraz mientras defiende el proyecto de 'su' presidente.
-La primera pregunta es si se va a presentar, sí o no.
-Es la pregunta. Lo entiendo. Pero me cuesta muchísimo en la vida, en la política, no ser coherente. Y en este caso lo mismo. Lo mismo que he dicho en todos los procesos. Hasta que no se abra, no anunciaré mi decisión. Vamos a esperar a que se inicie el calendario de primarias. Y el primer día anunciaré mi decisión. Y lo diré además para que lo sepan mis compañeros en primer lugar, que es a quienes me debo.
-Y si fuera que no, ¿por qué todo este espectáculo?
-Es que no tiene que ver con esto. En estos últimos años me he dedicado solo a trabajar por Castilla y León y por el partido. Soy muy consciente de la responsabilidad que he tenido y del inmenso honor y de las muchas satisfacciones, a pesar de que han sido años muy complicados. Lo he disfrutado. Pero no pienso en mí o en mis ambiciones. Lo único que he hecho en este proceso es darle la voz a la gente. Para empezar, este proceso no lo inicio yo. Hay una convocatoria de un Congreso Federal y tiene que hacerse el proceso siguiente, autonómico, luego provincial, local... Por tanto, he hecho lo mismo que hice hace cuatro años, lo mismo que hace ocho y lo mismo que hice en todos los procesos. Convocar un calendario y unas primarias autonómicas.
-Si no fuera usted, ¿tendría un sucesor en mente?
-No, no, no. Incluso en procesos de primarias en otros ámbitos no he manifestado siquiera mi voto porque creo en el modelo de partido que nos hemos dado, ese partido de la militancia, participativo, menos jerarquizado, en el que nos escuchamos, trabajamos en red… Siempre he creído que los responsables orgánicos tenemos que intentar influir lo menos posible. El militante tiene que ser soberano, libre, a la hora de expresar su voto. Y los aparatos debemos mantenernos al margen. No tengo la más mínima intención, el día que dé un paso atrás, de influir en quién debe liderar en el futuro el PSOE de Castilla y León. Eso no sale bien nunca.
-¿Sigue sin hablar con Pedro Sánchez?
-He de lamentar que sí. Pero bueno, hablaremos. Estoy convencido de que hablaremos pronto. Ahora estamos en un momento muy complicado. Después de hacer frente al primer Gobierno de derecha y de extrema derecha, que ha sido durísimo. Reconozco que también en lo personal, porque he visto una degradación del debate público, una agresividad, que no había visto nunca. Incluso en las relaciones personales entre políticos, que en privado siempre fueron diferentes a como eran en público. Esa degradación ha sido muy difícil de sobrellevar. Toda esa crispación, todo lo que ha tenido que sufrir el propio presidente del Gobierno, ya en términos personales y familiares, ha sido muy duro. Lo único que he pretendido es que el PSOE en Castilla y León estuviera bien. Y con toda humildad, creo que hemos vivido el mejor momento de nuestra historia en cuanto a fortaleza, unidad, implantación territorial, resultados... Incluso ahora, de expectativas. La última gran encuesta nacional nos daba los segundos en intención de voto después del PSOE de Cataluña. Es el mejor resultado. Nos da por encima del PP, incluso. Pero también he querido siempre contribuir a que Pedro Sánchez fuera presidente y a que lo siga siendo. El 10% del grupo parlamentario socialista en el Congreso es de Castilla y León. Por tanto, sí, yo voy a seguir hablando con él para contribuir a que el PSOE de Castilla y León crezca y para que Pedro Sánchez siga siendo presidente.
-¿Y quién ha sido su interlocutor en esta negociación sobre el Congreso autonómico?
- La Secretaría de Organización. Ha habido desencuentros, obviamente, han sido públicos. Han sido contadísimas las ocasiones en las que he hablado en público de cuestiones internas. Pero ha habido una posición pública por parte de Ferraz que me ha obligado a explicar los porqués de lo que había pasado. Porque a mí no se me había contradicho una decisión o una posición personal, ni siquiera como secretario general. Se había tirado atrás una decisión del partido en Castilla y León. De más del 80% del Comité Autonómico. Se le había quitado la voz a los militantes del partido y he querido explicarlo, pero ya está resuelto. Hemos acordado un nuevo calendario y habrá posibilidad de que todos los militantes se pronuncien. Voy a defender ese modelo de partido por el que tanto he peleado durante los últimos años. Y lo voy a hacer hasta el final porque creo en él y porque además ha sido un modelo de éxito. A mí me parece que cuando las cosas funcionan es mejor no tocarlas. Los modelos de éxito que van más allá de las personas que los encarnan hay que protegerlos.
-Habla de ese Comité Autonómico, pero le criticaban que ese calendario no pasó por la Comisión Ejecutiva, haciendo ver que también usted trataba de hurtar la voz a los militantes.
-Por eso me parecía importante explicarlo. Por cierto, se dicen cosas sin dar la cara. Yo cuando digo algo lo digo con absoluta transparencia, sea en los medios de comunicación o, sobre todo, en las asambleas con los militantes. Se cansa uno de leer filtraciones a lo Gila. 'Alguien ha dicho algo, alguien ha acusado de algo a alguien…'. No me gusta esa manera. Se hizo como se ha hecho siempre, como hace cuatro años. Se hizo como lo hizo la Ejecutiva Federal. Bueno, no. Yo sí llevé esto a una Comisión Ejecutiva Autonómica, el calendario federal no pasó por una Ejecutiva Federal porque no se celebró siquiera. Por tanto, he hecho el calendario como siempre, con los mismos plazos, con las mismas garantías, igual que hace cuatro años. Tanto es así, que hemos dado más tiempo. Porque la contrapropuesta era que se hiciera la campaña entre el 25 de diciembre y el 7 de enero. En estos casos lo que me parece más conveniente es que la gente vote y se resuelva y nos dediquemos a lo que a mí me gusta, a hacer política de la buena. En un escenario en el que es posible que haya un adelanto electoral por la inestabilidad en la que ha colocado a Castilla y León el señor Mañueco. Me ha sorprendido que quienes llevaban un año diciendo que tenían supuestos candidatos, que luego todos han renunciado o se han autodescartado para liderar el partido, necesitaran más tiempo.
-El otro día se cumplía una década de aquel Congreso en el que era usted el candidato de Ferraz, por así decirlo, frente a Julio Villarrubia. No sé si ahora se siente Villarrubia.
-Tampoco era así. Esto es como las idas y venidas de mi sanchismo y de mi pedrismo. Para Mañueco, un día soy un vendido a Pedro Sánchez y al siguiente, Pedro Sánchez me quiere quitar. Bueno, esto de poner cosas en boca de Pedro Sánchez también se lleva mucho, dentro y fuera del partido…
-¿Me habla de Javier Izquierdo?
-No, no, no. Procuro hablar por mí, no por otros, pero siempre dije que seguramente acabé como secretario general porque en aquel momento era el único de todos los secretarios provinciales que no estaba en la batalla. Tenía una magnífica relación con Óscar López y con Julio Villarrubia. Seguramente me tocó por algo tan simple como que no me metí en aquella batalla y había que apagar un incendio. Y lo apagamos con mucha generosidad y con ningún sectarismo. Cuando hablan de unidad, de consenso… Si es que hay un consenso mayoritario en la militancia, pero también en los cuadros, sobre el proyecto. Me quedé hace dos años porque tomamos una decisión colectiva. Estuve a punto de marcharme. Lo dije, lo conté, no lo he ocultado. Había sido frustrante ganar las elecciones por primera vez y no gobernar, volver a empatar aquí al todopoderoso PP y sin embargo ver cómo entraba la extrema derecha... Pero era un momento muy difícil desde el punto de vista orgánico y político, había que mantener esto fuerte para hacerle frente al Gobierno de Mañueco y García-Gallardo, había que ayudar a tener buen resultado en las elecciones municipales, y lo tuvimos, aunque lamentablemente perdimos algunos ayuntamientos. Me quedé con el apoyo de todos. No me quedé porque me lo pidieran, pero es verdad que todos me lo pidieron.
-Ha empezado una gira con asambleas, de momento jugando en casa, Burgos, León, Benavente. ¿Qué sensación le transmiten?
-Dice que en casa, pero es que yo me siento en casa en cada agrupación del PSOE de Castilla y León. No hay ni una sola a la que no pueda ir. En la militancia no me estoy encontrando más que lo que me he encontrado siempre, que es afecto, apoyo, ánimo. No solo en lo interno, sobre todo en estas luchas por Castilla y León que seguimos dando. Siempre he defendido que la política, sobre todo en una tierra como la nuestra, se hace con los pies. Que tienes que recorrer el territorio. Tienes que saber que no necesitan lo mismo en Sanabria que en Ólvega. Desde un despacho no saben lo que pasa. No lo sabe la Junta, no lo saben en Madrid tampoco. Estoy haciendo lo que llevo haciendo 10 años.
-Quinielas. ¿Cree que hay un candidato para hacerle frente en las primarias?
-No lo sé, pero esa pregunta no la tengo que responder yo. Si alguien lleva un año diciendo que lo tiene o que lo busca, lo honesto con los militantes sería que dijeran quién, pero sobre todo que dijeran para qué. Por qué, con qué proyecto.
-Suena Ana Redondo.
-Suenan muchos. Y a mí no me van a oír nunca decir más que cosas buenas de los compañeros. Óscar Puente, un magnífico alcalde y un magnífico ministro. Ana Redondo está dirigiendo un ministerio importantísimo para los socialistas, muy complicado y muy duro, pero además fue mi predecesora como portavoz de las Cortes. Carlos Martínez, que saca unos resultados electorales fantásticos y le quieren con locura en Soria. Javier Izquierdo. Hasta a Margarita Robles he oído en quinielas. Tenemos un capital político que también es fruto de ese modelo de éxito de los últimos años en Castilla y León, con el equipo que hemos dirigido el partido aquí.
-¿Teme que pueda haber guerra sucia?
-No lo temo, la he visto. Eso es lo único que me duele de todo esto. La política tiene un poco de conflicto, de debate, tanto dentro como fuera de los partidos. Tengo el récord de primarias del PSOE. No hay nadie en el partido que se haya enfrentado a más primarias que yo, con contrincante o sin él. Las primeras primarias establecidas en los estatutos de forma legal fueron las de aquí, hace 10 años. Por lo tanto, no me asusta. Pero sí que he leído cosas que no me han gustado. Porque en esa parte desagradable de la política, en ese juego sucio, en esos ataques personales, en esas insinuaciones, si lo hace esa mafia pseudo-mediática, es terrible. Si lo hace otro partido, como PP o Vox, pues muy mal. Pero si lo hace un compañero de partido para intentar sacar rédito político en un proceso orgánico, duele. Duele mucho. Y creo que es imperdonable.
-Usted salta a la palestra política con un grupo de gente con la que mantiene una amistad de muchos años y van a verse en la tesitura de apoyar a unos o a otros.
-Confío en que haya un proyecto unido y único. Si hay más de una candidatura, no pasa nada. Pero voy a trabajar para que el consenso, la unidad, esa unidad plural que hemos construido durante los últimos tiempos, siga.
-¿Cree que puede haber una negociación? Porque tengo la sensación de que el día de las entrevistas con Carlos Alsina y Risto Mejide quemó usted muchos puentes.
-Dije honestamente lo que pensaba, con serenidad y sin levantar el tono. Los puentes los tengo con el territorio, con mis compañeros aquí. Son los que tienen que decidir. Uno está en política porque quiere hacer cosas, porque quiere aportar. No estoy con una ambición personal de tener el poder por tener el poder. He podido estar en otros sitios, pero lo único que he querido es esto.
-Los secretarios provinciales forman parte del aparato, porque son diputados, senadores, están en comisiones... Eso también juega en unas primarias.
-Pero es que también me siento respaldado por una inmensa mayoría. No me siento tampoco solo en ese sentido, ni muchísimo menos. Pero aprendimos hace mucho tiempo que eso ya no iba a volver a ser así. En aquella batalla decisiva de Pedro Sánchez salvamos una bola de partido. Pudimos convertirnos en lo que hoy es el Partido Socialista francés, o el griego, y no, no. De repente volvimos a resurgir. Nos convertimos otra vez en el partido hegemónico de la izquierda, en el partido de gobierno. En un momento crítico, muy crítico. Y en aquel momento di aquella batalla convencido que la perdía. Convencidísimo. Siete secretarios provinciales de Castilla y León estaban con Susana Díaz. Siete de los nueve. Estaba convencido de que aquella batalla la perdíamos. Y de que yo al día siguiente dejaba de ser secretario general de Castilla y León. Pero la di por pura convicción.
-Dijo Ana Sánchez que en Ferraz no se habían creído lo del posible adelanto electoral. Si lo hubiera, ¿le beneficiaría?
-Me parece que un adelanto electoral es malo para Castilla y León. Me parece que la inestabilidad política no es buena para un territorio. Y aquí llevamos tres gobiernos diferentes en seis años. Imaginemos que el señor Mañueco adelanta elecciones mañana. ¿Quién va a ser el candidato o candidata del PSOE de Castilla y León? Pues seguramente no me quede más remedio, permítame la expresión, que serlo yo, me gustara o no me gustara, quisiera o no quisiera. Por responsabilidad, por supuesto. Por compromiso, por ambición, por ilusión. Pero no habría seguramente otra posibilidad, no habría margen para otra cosa. Una vez que eso no lo consideraron, pues vamos a irnos a febrero y esperemos que no nos pillen con el trabajo a medio hacer. Pero hay cosas que sí dependen de uno y otras que no. Y que el señor Mañueco un día se levante y apriete el botón del adelanto electoral no depende de nosotros, lamentablemente.
-Si le saliera mal este pulso, ¿dónde iría Luis Tudanca?
-Es que no es un pulso, no lo es. Defiendo lo que creo, defiendo el proyecto político del PSOE de Castilla y León, su autonomía, la voz de la militancia. Y la voz de la militancia decidirá lo que quiera. Voy a seguir siendo un militante del PSOE de Castilla y León toda mi vida. Y sé que la política no es eterna. Lo he sabido desde el primer día que entré.
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