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«Somos el único dique de contención frente a los intereses pasivos de la Junta, del colegio y de las oenegés que solo quieren aprovecharse económicamente de los niños». El presidente de la Fundación Madrina, Conrado Giménez, achaca a una suma de movimientos externos el ... que la Consejería de Familia les haya retirado la tutela legal de los 87 niños ucranianos que residen en un internado en Armenteros (Salamanca).
Familia tomó la decisión el pasado 11 de julio tras los informes de Servicios Sociales y la Fiscalía de Menores después de una denuncia de exvoluntarios de esta Fundación que les acusa de «deficiencias» en la gestión de las condiciones de los expatriados y «oscurantismo» en las ayudas que llegan para atender a estos menores de 7 a 17 años, muchos de ellos con discapacidades.
Giménez critica a la Junta por «pasearnos por Salamanca para hacerse fotos (les visitó entre otros, el presidente de la Junta, Fernández Mañueco), pero después solo nos dieron gorras, balones y nada más». El presidente y fundador de esta organización, cuya campaña SosUkraine ha sacado a más de 1.500 personas, cree que se ha 'torpedeado' su labor desde todos los ámbitos.
Un rechazo que empezó por los alcaldes de la comarca de Alba de Tormes donde está el colegio. «No querían cien cartillas sanitarias nuevas porque decían que reducía su calidad sanitaria. A partir de aquí empezaron las denuncias». El alcalde del propio Armenteros (Manuel Martín, 200 habitantes) lo rechaza e insiste en que «les hemos ayudado en lo que hemos podido, pero somos un ayuntamiento pobre».
Desde Madrina lamentan que la Junta «ha estado de forma permanente amenazando con una intervención» y que la retirada de la tutela de los menores «es un acto ilegal que tendrá consecuencias, ha enfadado a la Embajada de Ucrania que ha enviado a su ombusmand a investigar (defensora de los ciudadanos) y generará un conflicto internacional».
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Los niños y el equipo de atención, en total más de cien personas, llegaron el 1 de abril en un avión militar huyendo de un orfanato en la asediada ciudad de Mariupol. Tras analizar varios destinos en España, se descartó Castilla-La mancha y se optó por La Inmaculada de Salamanca, un centro religioso con larga tradición en la atención de menores extranjeros.
Giménez asegura que su equipo ha hecho un gran esfuerzo en garantizar la atención médica y preparar la escolarización de los chicos para el próximo curso. Sin ayuda de nadie. «Siempre con nuestros propios recursos. La Junta solo nos decía 'aguantad, aguantad un año'», recuerda el 'alma mater' de Madrina.
A los problemas con la Junta se sumaron los que han tenido con la Fundación Educa Armenteros que regenta este complejo de 18 hectáreas y con conciertos educativos con la Junta. «Algunos voluntarios se han puesto en contra por ciertas irregularidades -explica su director, Blas Rodríguez-. Han dado donativos y se preguntan dónde están. El director (por Conrado Giménez) tiene un gran poder de convicción pero es anárquico y había desbarajuste», admite este religioso.
El padre Blas Rodríguez pone el ejemplo de la «falta de limpieza» del edificio que ocupaban una vez que una empresa que lo ofreció gratis el primer mes dejó de hacerlo. Por contra, la dirección de Madrina acusa a Rodríguez de «reclamarnos 22.000 euros por acogernos» y que no asumieron las obras de reforma que necesitaban el inmueble y demandaban niños con discapacidad porque «todo el complejo estaba embargado».
Respecto a la denuncia de uso irregular de los muchos donativos recaudados, el equipo de Madrina asegura que solo es «la venganza de una extrabajadora» con la que tienen un proceso judicial después de acusarla de malversación de fondos de esta institución, que ha cumplido 20 años en labores humanitarias.
La lucha de Fundación Madrina contra todos incluye a la ONG Angel's Faces, colaboradora inicial y ahora rival que «solo está interesada en el negocio de la adopción internacional».
Mientras insiste en que «no es una retirada de tutela sino un traspaso», Conrado Giménez asegura que su equipo está mostrando la máxima colaboración con ACCEM, la organización especializada en gestión de extranjeros que ha tomado ya el relevo sobre el terreno. «Tan mal no lo habremos hecho cuando están manteniendo los contratos de las personas que hemos contratado», se cuestiona Giménez.
Este bioquímico y biólogo molecular, reconvertido después en gestor bancario y por último en líder altruista inspirado por Teresa de Calcuta, se marcha de Salamanca con la agrudilce sensación de sentirse «indefenso y sin que nadie nos dé traslado de los supuestos errores». Incluso refleja cierto arrepentimiento. «Si llego a saber todo esto no les rescato. Nosotros no les hemos dado dinero sino amor. Pero ahora me doy cuenta de que todo esto no fue una acogida sino un negocio para recaudar fondos. Están subastando el centro», advierte.
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