Consejo Interterritorial de Sanidad, en el que participó de forma telemática la consejera Verónica Casado. EFE

La Junta multiplica los test de antígenos para frenar los contagios en la región

El Gobierno renuncia a los confinamientos más estrictos mientras no se evalúe el impacto de las restricciones actuales

Antonio G. Encinas

Valladolid

Miércoles, 4 de noviembre 2020, 22:06

La Organización Mundial de la Salud lo llamó «fatiga pandémica». Un estado de ánimo decaído que lleva a relajar el cumplimiento de las medidas de prevención. Es lo que provoca, por ejemplo, que alguien pendiente del resultado de una PCR siga haciendo vida normal ... en lugar de aislarse en su domicilio.

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Esa puede ser una de las causas de que los test de antígenos, algo más imprecisos pero mucho más rápidos, hayan funcionado en la comunidad de Madrid para frenar la incidencia de la enfermedad. «Tienen la ventaja añadida de que a la media hora tienes el resultado y puedes hacer las pruebas a los contactos», explicaban ayer fuentes cercanas al Gobierno autonómico. Y el éxito obtenido en Madrid va a llevar a la Junta a ajustar su estrategia. Esos test ya se han comprado. Y de hecho se están utilizando desde el 29 de septiembre. Con un matiz. En la primera semana se hicieron 930 pruebas de antígenos. En los últimos siete días, 8.387. Se están empleando ya de manera masiva para cribar las residencias de mayores y en los próximos días se van «a multiplicar», anuncian. Permiten efectuar una detección precoz y eso ha contribuido en gran medida, a juicio de los expertos, a reducir el ritmo de contagios en Madrid.

Porque no todo van a ser restricciones. La OMS lo ha advertido. Las medidas más severas y más amplias provocan mayor «fatiga pandémica». Los hosteleros han resumido el concepto en un eslogan, «no somos el problema, somos parte de la solución», que lucirá este jueves a las 11:30 frente a las Cortes de Castilla y León. Los ciudadanos de a pie la reflejaron este miércoles en las colas desde primera hora en supermercados e hipermercados, donde de nuevo se aventura una guerra del papel higiénico, la harina, la levadura, los productos sin gluten o sin lactosa. No es augurio, es remembranza aliñada con los mensajes que llegaban ayer de vallisoletanos afincados en Inglaterra: «Desaparecen el papel higiénico y el paracetamol».

Europa como vaticinio, incluso la del Brexit. También Italia, que por la mañana anunciaba restricciones que retrotraen a la primavera: toque de queda de 22 a 5 horas, casi como en Castilla y León, y confinamiento «ligero, al estilo alemán», como lo definió una responsable de Salud, Sandra Zampa, en el 'Corriere della Sera'. En realidad, lo pudo adjetivar como castellano y leonés, porque incluye cierre de centros comerciales, de hostelería, cierre de 'fronteras' en las regiones con más incidencia.

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Para Italia, un confinamiento. Para Castilla y León, el paso previo a lo que las autoridades sanitarias del Gobierno autonómico entienden por «confinamiento programado». Verónica Casado, consejera de Sanidad, volvió a ponerlo sobre la mesa del ministro de Sanidad.

Pidió que se regulara esa posibilidad dentro del decreto de estado de alarma para que las comunidades autónomas lo impongan si es preciso. También lo solicitó el País Vasco. E incluso, según la agencia Efe, había fecha para instaurarlo aquí: el 9 de noviembre. Justo el día en que se debe decidir si se prorroga el cierre perimetral de la región. Fuentes del Ejecutivo desmintieron que se hubiera fijado esta fecha. Desde la Junta siempre se ha insistido en que solo es una forma de evitar que, llegado el momento, haya que sortear una nueva traba legal, como ocurrió con la aplicación del toque de queda.

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La respuesta del ministro de Sanidad fue que no es preciso. Que las comunidades autónomas tienen mucho margen disponible, dentro del plan de actuación aprobado que al fin se hizo Bocyl y, por tanto, oficial. Que pueden restringir tanto que Castilla y León, incluso en la tesitura que inaugurará a las doce de la noche de hoy, aún tiene margen para prohibir algunas cosas más. Y que, además, hay que evaluar el funcionamiento de las medidas, su impacto sobre la pandemia, antes de acumular nuevas restricciones aún más drásticas.

Y aquí vuelve a aparecer eso de la fatiga pandémica.

«Vamos a elaborar un grupo de trabajo con las comunidades autónomas que deseen participar para adaptar este documento de la OMS sobre la fatiga pandémica a nuestra realidad y adoptar medidas conjuntas», anunció el ministro de Sanidad, Salvador Illa. El lenguaje político como respuesta al hartazgo psicológico, en una mañana en la que solo Trump, permanente en las televisiones, rompía el paisaje coronavírico.

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«El virus está entre nosotros», insiste una y otra vez Verónica Casado. El escaparate de la librería Sandoval le da la razón. Los títulos abruman. 'Desde las ruinas del futuro, teoría política de la pandemia'; 'Corona, política en tiempos de pandemia': 'El día después de las grandes epidemias'; 'Cambiemos de vía (lecciones de la pandemia)'. Las mascarillas de tela adornan maniquíes y se anuncian junto a los complementos de moda.

También abotarga el ánimo la acumulación de normativas. Hasta cuatro simultáneas en Castilla y León: toque de queda, cierre perimetral, actuaciones comunes y restricciones específicas del nivel 4. «Pensé que había que cerrar el viernes por la noche, luego ya vi que no, que era el jueves», se queja Ángel, que ya tiene su chocolatería en marcha cuando el Bocyl emerge a las 7:30 en forma de bits. El lenguaje oficial sigue la pauta, en principio clara, de que a las 00:00 empieza el día. «El presente acuerdo producirá efectos desde el día 6 de noviembre a las 00:00 horas», explicita. Pero en eso también el boato burocrático está lejos de la sencillez que necesitan unos ciudadanos fatigados a normas.

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Otro ejemplo de esa distancia conceptual entre el mundo político y el real se da en el hipermercado, a kilómetro y medio de la segunda sesión del Pleno de las Cortes. A las diez y media de la mañana ya hay más jaleo del habitual. Y no es el único sitio. «El súper era la guerra esta mañana», se chiva un 'whatsapp'. Tampoco es el último. La megafonía anuncia que debido al toque de queda adelanta su horario de cierre a las nueve y media. No dice «restricción de movilidad nocturna», como les gusta 'eufemizar' a quienes legislan. Dice «toque de queda». La fatiga lleva a llamar a las cosas por su nombre.

La Organización Mundial de la Salud ya ha dejado pistas a Salvador Illa y a las comunidades autónomas para luchar contra esa fatiga pandémica que lleva a que, a la larga, se relaje el cumplimiento de las medidas de prevención. «Permitir que las personas vivan sus vidas, pero reduciendo el riesgo». Combinar esa recomendación con una curva que ayer dejó 1.484 casos nuevos y otros 30 fallecidos es un complicado juego malabar. Y si los test de antígenos pueden facilitarlo, razón de más para, como dijeron ayer fuentes cercanas al Ejecutivo, «poner toda la carne en el asador con ellos».

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