Sufrió un accidente al final de su jornada laboral

Henar Alonso: «La rutina y el cansancio hacen que te relajes y no veas los riesgos del trabajo»

Henar Alonso sufrió un accidente en el coche al final de su jornada laboral, que consiste en desplazarse de un pueblo a otro

Sábado, 29 de abril 2023, 00:12

Henar regresaba a casa una vez terminada su jornada laboral cuando sufrió un accidente de tráfico 'in itinere'. Se consideran éstos los que suceden en el trayecto del domicilio al puesto de trabajo y viceversa. El suyo fue, quizá, algo más ya que su trabajo ... requiere que esté en constante desplazamiento, ya que atiende a personas dependientes en la provincia de Valladolid y su 'lugar' de trabajo es un área de casi 40 kilómetros.

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«Eran las ocho y media, iba de San Miguel del Pino a Tordesillas y no sé si fue por cansancio o por un despiste, me salí de la calzada y di varias vueltas de campana», recuerda Henar Alonso, que trabaja en el servicio público que la Diputación de Valladolid ha externalizado a una empresa privada, que es la que la contrata. Su labor exige estar todo el día de aquí para allá y no es raro que pase más tiempo al volante, yendo de un domicilio a otro, que prestando el servicio en los hogares de los usuarios.

«La rutina diaria, estar todos los días haciendo lo mismo, hace que te relajes y no estés pensando todo el tiempo que tu trabajo encierra peligro», reflexiona. Ella sufrió un esguince, un latigazo cervical y varias contusiones y tuvo que ser excarcelada del coche por los bomberos. En este sentido tuvo suerte. Económicamente no tanta. «Mi experiencia fue buena con la mutua, por sus gestiones y la rehabilitación, aunque no así con la empresa, ya que el coche quedó siniestro total y como estoy obligada a ponerlo yo, tuvo que comprarme otro».

En el servicio de ayuda a domicilio de la provincia, en el que trabajan 700 personas de las que 698 son mujeres, la empresa les proporciona formación, o más bien información, sobre salud laboral siempre «enfocada al trabajo en las casas de los usuarios». Para prevenir caídas, problemas con sustancias tóxicas, con la instalación eléctrica, para saber reaccionar ante un posible corte o sobre higiene postural. También tienen 'prohibido' hacer nada que no esté descrito en el servicio que deben prestar. Pero, como dice Henar, «¿cómo le explicas a una persona a quien atiendes todos los días, con la que se ha creado un vínculo afectivo, que no puedes limpiarle una ventana frente a la que ella se pasa el día, porque la empresa no te deja?».

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Por otra parte, aunque guarda un buen recuerdo del trato de la mutua en el momento del accidente, también tiene algo que reprocharle. «Trabajamos con grandes dependientes, solas, y muchas veces cargando a personas de más de 100 kilos. Hay compañeras que sufren dolencias por causa de un sobreesfuerzo, o desarrollan enfermedades profesionales que a la hora de reclamar no se nos reconocen; nos dicen que se deben a patologías previas y nos envían al médico de cabecera como si fuera una enfermedad común. Así, la mutua se quita el coste y el trabajador, cobra menos». Henar, que ahora es delegada sindical de UGT, recuerda que tras un accidente laboral se cobra el 100% del salario mientras que, por una contingencia común, en su trabajo tienen un complemento de hasta el 85%, pero en otros se queda en el 75%.

«Trabajamos en domicilios que no están adaptados a lo que exigen los pliegos, es duro y está mal pagado –enumera–, pero lo nuestro es vocacional y yo no lo cambio por una residencia. Tenemos una relación personal y de cariño por las personas a las que atendemos y, aunque la empresa nos dice que no podemos implicarnos ni hacer ciertas cosas, ¿cómo dices que no?». Eso sí, después de su experiencia aquella noche cuando regresaba a Tordesillas sabe que nunca hay que bajar la guardia.

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