Un aficionado llama a un novillo desde la talanquera en La Seca, municipio en el que este año han muerto dos personas tras ser corneadas. R. Jiménez
Castilla y León

Los festejos taurinos se cobran 27 heridos graves y tres muertos en lo que va de año

La provincia de Valladolid ha celebrado un 12% más de fiestas con toros que en el mismo periodo de 2019, el último antes de las restricciones por la pandemia

Marco Alonso

Valladolid

Domingo, 28 de agosto 2022, 00:03

27 personas han resultado heridas graves y tres han muerto en Castilla y León durante los festejos taurinos organizados en lo que va de año, según se puede extraer de los datos aportados por la Delegación del Gobierno en Castilla y León.

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La vuelta a ... la normalidad tras las restricciones obligadas por la pandemia ha hecho que el número de encierros, capeas y corridas se incremente notablemente en un año en el que los aficionados taurinos se mostraban ansiosos por volver a ver novillos por las calles y plazas de la comunidad. Tantas ganas de toros había entre los taurinos que, solo en la provincia de Valladolid, se han celebrado en lo que va de año 364 festejos populares, un 12% más que en el mismo periodo de 2019, el año previo a la pandemia, que paralizó casi por completo la temporada taurina. Ese incremento de los espectáculos con animales bravos es uno de los factores que ha hecho que los percances registrados lleguen a esta preocupante cifra. No obstante, hay otros factores que han llevado a Castilla y León a estos números, tal y como analizan diferentes expertos del sector.

Pedro Antona es uno de los médicos generales que ha pisado esta temporada más enfermerías en las plazas de toros de la comunidad y su balance de lo sucedido hasta ahora es el siguiente: «empezamos la temporada taurina mal. Desde mayo nos percatamos de que se estaban registrando percances fuera de lo habitual. Tuvimos cornadas en varios lugares y empezamos a pensar que el número de heridos se iba a disparar porque la gente estaba desacostumbrada. Llegamos a creer incluso que a alguno se le había olvidado que estos animales tienen cuernos, son bravos y embisten a lo que se mueve», reconoce Antona, que, pese a esas malas sensaciones iniciales, afronta el futuro con esperanza. «Quitando los percances de La Seca, que fueron lamentables y estuvieron cargados de mala suerte, parece que la situación se ha normalizado un poco. Después de lo que ha pasado, la gente está con un poco más de precaución. Ahora hay algún percance, pero no más de lo habitual», añade.

Pedro Antona tiene claro que hay más causas detrás de estos datos. «Al principio de la temporada sacaron toros grandes en muchos sitios porque en las ganaderías les tenían debido al parón por la pandemia. Los toros cumplen años y había un exceso de cuatreños –toros de cuatro años–, a los que se ha ido dando salida al principio. Por suerte, ya no sucede eso. En los pueblos ahora se sueltan utreros –toros de tres años–, erales –toros de dos años– y vacas, lo normal en estas fiestas», asegura Antona, cuyas palabras son corroboradas por Javier García, ganadero de Sotoverde, en Aldeamayor de San Martín. «El año pasado se sacaron más cuatreños. Ahora estamos volviendo a la normalidad y en Castilla y León lo que más está saliendo son utreros», afirma.

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Pedro Caminero es uno de los ganaderos que más novillos lleva a las plazas de la comunidad para celebrar festejos populares. Este veterano del mundo bravo no oculta que este año se han soltado astados más grandes. «Ha habido más toros en el mercado porque no se habían matado en la pandemia, no se habían lidiado y había que matarlos. Además, han salido a un precio barato», reconoce Caminero, que no cree que esta circunstancia haya tenido nada que ver en el número de heridos y fallecidos registrados hasta la fecha. «El peligro lo monta igual un toro grande que un utrero. La mayoría de las víctimas que se han registrado en Castilla y León han sido por causa de los utreros, no de los toros», incide.

Últimas cogidas en los festejos taurinos

Pedro Caminero siguió la estela de su padre, Simón, y lleva toda la vida dedicado al mundo bravo. Por desgracia, varios de sus toros han herido e incluso matado a aficionados y relata de esta manera qué es lo que pasa por la cabeza de un ganadero cuando un animal suyo hiere de gravedad a una persona: «te sientes mal. La fiesta es para divertirse y disfrutar y cuando hay percances graves o víctimas pasas mal rato porque cuesta mucho asimilar una pérdida. Esta fiesta que hemos heredado trae el disfrute y la pasión, pero también deja por el camino fallecidos y heridos de gravedad», afirma.

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Exigencias sanitarias en festejos taurinos

La normativa exige la presencia de unos equipos médicos u otros dependiendo del tipo de astado que participa en los festejos. Si son cuatreños, es necesaria la presencia de un cirujano, un anestesista, un médico general y un enfermero en la plaza. En el caso de que los animales protagonistas sean utreros, erales o vacas la norma reclama la presencia en la enfermería de dos médicos generales y un enfermero. Esta norma está generando polémica entre los profesionales sanitarios, tal y como explica la médica y experta taurina Asunción Caminero. «Eso se hizo en su día porque un toro de cuatro años tiene más peligro, pero el asunto está en que la gran mayoría de los festejos taurinos populares se hacen con utreros y erales y eso se cubre solo con dos médicos generales y una enfermera. En un encierro o en una capea hay más peligro que en una corrida porque participa más gente, pero también es cierto que no hay profesionales para cubrir todos los festejos que hay en ciertas fechas. Si se exigiera más, muchos pueblos se quedarían sin toros», señala Asunción Caminero para revelar que esta controversia no tiene una sencilla solución.

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Un médico taurino se tiene que enfrentar a situaciones tremendamente complicadas y esta doctora explica que no todos los profesionales sanitarios están preparados para trabajar en la enfermería de una plaza de toros. «Para dedicarse a esto lo primero que hay que tener es afición a los toros porque es fundamental ver cómo se ha producido la cogida. Es mucho mejor visualizar lo que ha pasado antes de que te lo cuenten. Hay muchos médicos a los que no les gustan los toros, se quedan en la enfermería y, cuando les traen al herido, pierden información de lo que ha sucedido. Muchas veces el paciente llega inconsciente y no puede explicarte cómo ha sido. Si lo ves, puedes saber el alcance, que puede estar enmascarado», apunta.

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Cada novillo tiene un precio de entre 1.500 y 2.500 euros

«Criar toros bravos y que te salgan las cuentas cada vez es más difícil». Así lo reconoce el ganadero Pedro Caminero que, tras el parón obligado por la pandemia, ahora tiene que luchar contra otros enemigos. «Casi se ha duplicado el precio de los piensos por culpa de la guerra y la sequía también nos está afectando», explica Caminero poco antes de hablar de lo que cobra a las asociaciones y ayuntamientos que quieren comprar sus novillos. «Los erales tienen un precio de entre 1.500 y 1.800 euros y los utreros salen entre 2.000 y 2.500 euros. El precio varía dependiendo de muchos factores», añade.Los márgenes que dejan estos precios no son muy grandes, tal y como asegura el ganadero, que durante la pandemia buscó otra fuente de ingresos que sigue explotando. «Empezamos a hacer embutido de toro lidia para dar salida al ganado que no pudimos matar por las restricciones de la covid y vamos a seguir haciéndolo porque a la gente le está gustando», apostilla.

La enfermería de una plaza de toros es un lugar complicado, en el que se ven daños a los que no todos los sanitarios están acostumbrados. «Lo que vemos es comparable a las urgencias de guerra. Hay que estar mentalmente preparado porque te puedes encontrar de todo. Es fácil que te lleguen fallecidos por heridas causadas por asta de toro. Sin olvidar que atendemos eventos como los encierros camperos y urbanos que acumulan masas de población, y ahí no faltan urgencias del tipo cardíaco y neurológico», concluye la doctora, que espera que la temporada finalice mejor de lo que empezó.

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