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El mayor riesgo para la propagación de la covid son las personas asintomáticas. Se mueven por ambientes laborales, de ocio o académicos y culturales sin saber la carga viral que llevan encima y transmiten el coronavirus sin saber que lo hacen. De hecho, hay ... muchas personas que descubren haber pasado la covid en cribados masivos, controles de contagios o pruebas que se realizan ellos mismos para viajar o visitas a alguien. Y los primeros sorprendidos por dar positivo son ellos.
Castilla y León tenía localizados 215.582 casos de coronavirus desde el comienzo de la pandemia hasta el pasado 23 de marzo. Supone que, con prueba de detección en la mano, el 8,9% de la población ha sido infectada, de los cuales, algunos han fallecido, 10.595 personas hasta la misma fecha, mientras que otros 27.725 afectados han precisado ser hospitalizados y fueron dados de alta, aunque la inmensa mayoría ha tenido un seguimiento desde AtenciónPrimaria y solo ha necesitado aislamiento en su domicilio.
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Es casi un 9% de la población de Castilla y León la que hasta ahora se ha constatado que ha pasado el virus y, sin embargo, los resultados preliminares de la cuarta ronda del Estudio Nacional de sero-epidemiología ENE-COVID, revelan una prevalencia en Castilla yLeón del 12,6%, es decir, que casi el 4% de los infectados se escapan al sistema sanitario, en general, porque no se encuentran enfermos o no acuden al médico.
La buena noticia es que la protección de rebaño camina al alza tras la primera ola, con el 5% de personas con anticuerpos, y actualmente ya hay un 9,9% en toda España de personas protegidas y que no pueden contagiar, y en la comunidad llega al 12,6%. En el conjunto del país, mientras en el núcleo central de la península la prevalencia global se acerca, e incluso supera, al 15%, hay provincias en las que no llega al 5%.
No obstante, en comparación con las tres primeras olas, en la cuarta se observa una mayor dispersión de la onda epidémica en todo el país, que revela que la prevalencia global de anticuerpos IgG frente al SARS-CoV-2 desde el inicio del estudio se sitúa en un 9,9%. Es decir, una de cada diez personas en España habría sido infectada por el nuevo virus a lo largo del periodo de estudio.
La primera ola de la pandemia tuvo aparentemente muchos menos casos. Registró en la comunidad 27.017 positivos frente a los de la segunda y tercera olas.
Fue la primera fase la que se caracterizó por falta de capacidad para detectar casos, incluso con síntomas. Apenas había pruebas para realizar y los que enfermaron de forma leve e, incluso, moderada, tampoco se contabilizaron siempre. Los asintomáticos son así el principal riesgo de la pandemia: contagian y es muy difícil frenarlos si no se los detecta. Es uno de los problemas que los expertos apuntan al respecto, dado que al menos las tres primeras vacunas que están en el mercado, Pfizer, Moderna y AstraZeneca, protegen pero siguen contagiando, y las anunciadas en breve, lo mismo. Por ello, el gran reto –junto a los tratamientos y prevención– es la detección de los pacientes asintomáticos, pues los estudios de seroprevalencia ponen sobre la mesa un buen número sin detectar. Según el trabajo del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) – 'Una visión global de la pandemia Covid-19: qué sabemos y qué estamos investigando desde el CSIC'– existe esta carencia en al abordaje de la covid. «La realización de programas de detección en colectivos asintomáticos permitiría identificar rápidamente a más personas infectadas y así tomar oportunamente las medidas necesarias para evitar infecciones masivas», señala el informe.
También el Instituto de Salud Carlos III pone en evidencia la dificultad de perseguir a los que no tienen síntomas pero sí contagian. Según el informe elaborado por la Red Nacional de Vigilancia Epidemiológica, el 47% de los casos de infección detectados desde el 11 de mayo en España ha mostrado síntomas. Por lo tanto, para el 53% la enfermedad pasó desapercibida en las dos primeras olas. Y un análisis por comunidades muestra un mapa variopinto. Extremadura, Galicia y Madrid, con cerca de un 67% de casos detectados que no mostraron síntomas, se situarían a la cabeza de la capacidad diagnóstica. Por encima de la media nacional estarían también Castilla y León (60,4% de asintomáticos) y Andalucía (54,5%). Otras como Murcia (30,7%), Ceuta (30,9%) y Asturias (35,1%) tienen unos porcentajes mucho más bajos todavía.
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Según el informe del CSIC, aunque en todas las edades hay personas que ni se enteran de que se han infectado, son los de más edad los que más sufren la enfermedad. Entre los niños y adolescentes la inmensa mayoría no perciben su contagio. «Y se ha documentado que sí son transmisores», destaca el CSIC. «Un artículo detalla la transmisión del coronavirus en Wuhan durante la ola inicial y demuestra que alrededor de un 87% de casos eran asintomáticos y que son clave en la transmisión del coronavirus. Por tanto, hay una evidencia creciente de que la transmisión asociada a asintomáticos y a presintomáticos es clave en el 'éxito' del SARS-CoV-2», recoge el informe.
Por ello, señala que el abordaje inicial pasivo de España y otros países fue perjudicial. En su informe elaborado en la segunda ola defiende una búsqueda activa de casos con una estrategia basada en «test, seguimiento y aislamiento» que permita «detener las cadenas de transmisión antes de que el número de casos secundarios sea tan grande que no se puedan trazar. Esto último ocurrió en la primera oleada de la pandemia». Sin embargo –añade– esta estrategia solo es válida mientras el número de contagios sea bajo. Cada caso supone el estudio de entre 5 y 10 contactos.
El Instituto de Ganadería de Montaña del CSIC y la Universidad de León ha planteado la posibilidad de llevar a cabo un proyecto para estudiar el posible papel de los rumiantes domésticos como reservorio de la enfermedad covid-19. La identificación de animales domésticos como posible reservorio de la enfermedad «podría tener un alto impacto tanto en el desarrollo de medidas encaminadas a proteger la salud pública como en la mejora del diagnóstico de la enfermedad», recoge el Consejo de Investigaciones Científicas. En este sentido, las explotaciones de rumiantes, como por ejemplo las de ovino o vacuno de leche o las de cebo de terneros para producción de carne, «tienen especial interés por el estrecho contacto que existe entre los ganaderos, trabajadores de las granjas y los animales. Esta investigación se basaría en el desarrollo de una prueba de diagnóstico de tipo ELISA que pueda ser empleada en diversas especies animales y que permita el análisis de un número elevado de muestras en un tiempo relativamente escaso».
Este estudio se realizaría en colaboración con las autoridades sanitarias de Castilla y León y se basaría en una encuesta epidemiológica en aquellas explotaciones ganaderas ubicadas en localidades donde se hallan diagnosticado casos de infección de personas por SARS-CoV-2 y por tanto existiese un mayor riesgo de exposición al virus y, en su caso, del establecimiento de reservorios animales, donde se investigaría la excreción del mismo.
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