«Cerca del 90% de las comarcas vinícolas más tradicionales (en zonas bajas y costeras de España, Italia, Grecia y el sur de California) pueden estar en riesgo de desaparición a finales de siglo por culpa de la sequía y las cada vez más frecuentes ... olas de calor asociadas al cambio climático». La frase, que no augura un buen futuro, es parte de las conclusiones incluidas en un estudio elaborado por un equipo de investigadores de las universidades de Burdeos, Borgoña y Palermo, publicado el pasado 26 de marzo en la revista científica 'Nature reviews earth & environment'.
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En este informe, explican que si la temperatura media del planeta se calienta por encima de los dos grados, el mapa del vino cambiará sustancialmente. El excesivo calor hará que la calidad se resienta en territorios que ahora son punteros en la producción y que, sin embargo, otras zonas hoy más frías se beneficien de ese incremento de temperaturas. El trabajo apunta hacia el norte de Francia, Oregón (en Estados Unidos), Tasmania e incluso el sur del Reino Unido como futuras millas de oro de la vid.
«Los productores actuales pueden adaptarse a este incremento de temperaturas hasta un cierto punto. Pueden apostar por otras variedades y probar nuevas técnicas de cultivo, pero estas medidas puede que no sean suficientes para mantener una producción económicamente viable en determinadas áreas productivas», alerta el informe, que los expertos consideran como el mayor estudio de los últimos años respecto al mundo del vino y su vinculación con el cambio climático.
La investigación reconoce que varias regiones de Europa están consideradas como las mayores productoras de vino de calidad en el mundo. Especialmente, zonas situadas por debajo del paralelo 50 (que se dibuja unos kilómetros al norte de París). Aquí, claro, se incluyen todas las de España. Y el informe plantea dos grandes panoramas. El primero es si las temperaturas medias no escalan por encima de los dos grados de media. En estos casos, «la mayor parte de estas regiones podrán mantener su continuidad, con la puesta en marcha de ciertas medidas vinculadas con variedades más resistentes, por ejemplo».
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Sin embargo, si el escenario es más catastrófico (con aumentos de temperaturas por encima de los dos grados) entonces se verían más gravemente afectados el 90% de los viñedos situados por debajo del paralelo 45 (Valladolid se sitúa en el 41º39'), sobre todo en zonas de costa y de no mucha altitud. «Una pequeña parte de las pérdidas se puede compensar trasladando los viñedos a zonas más montañosas, por encima de los mil metros de altura», indica el estudio, que recuerda que la barrera atlántica no correrá tanto riesgo como la mediterránea.
Entre los riesgos a los que habrá que hacer frente están una mayor exposición a las radiaciones solares (que provocan quemaduras en las hojas y la vid), granizadas y heladas en fechas poco habituales, sequías o periodos de lluvia torrencial. Esto influiría en maduraciones tempranas, cosechas adelantadas o cambios en los niveles ácidos de la uva. Las altas temperaturas provocan mayor concentración de azúcar y el aumento del grado alcohólico. Y también incidiría en le incremento de plagas.
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Por eso, los investigadores concluyen que «para mantener una viticultura sostenible desde el punto de vista medioambiental será imprescindible la adopción de medidas».
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Susana Gutiérrez
En Castilla y León (con 83.000 hectáreas dedicadas a la vid), viticultores y bodegueros ya trabajan para minimizar estos efectos del incremento de temperaturas. Las primeras acciones más extendidas han sido la plantación en altura y el riego (algo que hasta hace unos años no era habitual). Y el informe ahora publicado reconoce que estas medidas podrían servir si el escenario que plantea el cambio climático no es muy severo.
Expertos de la comunidad, vinculados con Cartif (en Boecillo) o la Universidad de Burgos, destacan que el mundo del vino es un sector «dinámico e innovador» en Castilla y León, que se toma «con responsabilidad» los retos del futuro y que ya adopta medidas en este sentido, aunque esta no sea una de las zonas geográficamente más complicadas ante esos avisos de la influencia del cambio climático, informa Susan Gutiérrez.
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