Violencia de género

El exconcejal de Ponferrada condenado a su mujer: «¿Zorra... te has muerto ya?»

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La fiscal considera que Pedro Muñoz «se arrepintió» de querer matar a su mujer

Las lesiones de aquella noche de mayo de 2020, cuando en mitad del confinamiento por la covid-19 Raquel estaba haciendo la maleta para irse de la casa, han postrado a la mujer, que hoy tiene 44 años, en una silla de ruedas. La caída desde cuatro metros de altura y el impacto contra la estructura de un pozo partió su columna vertebral. La agresión no terminó ahí.

Los magistrados consideran que Muñoz continuó con «patadas, golpes y un palo» y que lo hizo «con intención de acabar con la vida» de la víctima «lesionada inmóvil y sin poder defenderse». Entienden que pudo lograr su objetivo, pero el exregidor de Toreno ha sido absuelto de asesinato y de homicidio en grado de tentativa porque los magistrados esgrimen que se arrepintió sobre la marcha y cesó en ese empeño homicida de forma «plenamente voluntaria», metiendo a Raquel en la vivienda, situándola en posición «de seguridad» (era enfermero de profesión) y tratando de bloquear las hemorragias con toallas antes de llamar al 112 para pedir auxilio.

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En la sentencia se argumenta que eso «evitó» la muerte de Raquel y Pedro Muñoz sortea así entrar en prisión por homicidio o asesinato en grado de tentativa que pedían las acusaciones, que llegan a defender que el escenario de los hechos fue alterado, pero es condenado por un delito de lesiones agravadas y varios de maltrato en el ámbito familiar.

Contra la decisión que los tres magistrados argumentan a lo largo de 127 páginas, tras un mediático juicio, cabe recurso. El abogado del político berciano ha confirmado que recurrirán un fallo que recoge una minuciosa descripción de lo que fue la convivencia de la pareja y de la noche de la agresión que acabó con Raquel Díaz en el hospital de Ponferrada y de ahí al de León, ante la «gravedad extrema» de su estado. Llegó «casi en situación de muerte cerebral». Los neurocirujanos salvaron en el quirófano la vida de una paciente con hasta 17 traumatismos, heridas y hematomas. Son los médicos quienes alertan de que esas lesiones «son absolutamente incompatibles por gravedad, número y localización con una precipitación o caída de poca altura», según puede leerse en la sentencia.

El fallo refleja varias agresiones de Muñoz a Díaz desde el inicio mismo de su relación. Describe un «comportamiento violento e intimidante» del político berciano caracterizado por «constantes amenazas, humillaciones, agresiones físicas y maltratos psíquicos cometidos con una clara intención de menospreciarla, humillarla, anularla, denigrarla, controlarla y dominarla».

En marzo de 2018 tiene lugar una paliza en mitad de la que Raquel llama al 112 pidiendo auxilio. «Ayuda que nunca llegó», recogen los magistrados, tras comprobarlo durante el juicio. Ese episodio aisló más a la víctima. Consideró que la condición de concejal de su marido había frenado que acudieran al domicilio agentes policiales a socorrerla.

«Aquí mando yo y se hace lo que yo digo», atribuye el fallo al condenado. Eso se tradujo, por ejemplo, en la decisión de que los regalos de la boda de ambos, en 2018, fueran en metálico y Muñoz gastara el dinero en su campaña electoral. O en obligar en 2019 a su mujer a firmar ante notario que no la maltrataba para acallar los rumores que empezaban a circular, en una «redacción impuesta por el acusado». Esto último, confirmado con mensajes telefónicos. Los magistrados consideran que sólo desde una relación «violenta, tóxica y presidida por el sometimiento y la obediencia forzada» puede entenderse este último episodio. «Si no, ¿a cuento de qué presiona y obliga a la denunciante a acudir a un notario para otorgar un acta donde manifestara que no había sufrido malos tratos en la relación sentimental que ambos mantenían?», redactan en el fallo.

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Raquel intentó salir de esa relación tóxica. No lo logró. Mantuvo terapia a distancia con una psicóloga. Tenía miedo de que Muñoz se enterara si acudía a profesionales de Ponferrada o León. Abogada de profesión, a instancias del condenado dejó el despacho profesional en el que estaba y reorientó su actividad hacia el entorno de su marido. Eso sirvió a este para amenazarla con «no volver a trabajar en Ponferrada» y «perjudicar a su familia» o hacerle daño a ella y a sus allegados si le dejaba.

Los jueces coinciden con los investigadores policiales en las contradictorias versiones que Muñoz ofrece de la noche de autos. Que si había oído un ruido, que si su mujer podía haberse subido al tejado buscando un gato... Un «cúmulo» de versiones cambiantes que desbarata el parte de lesiones de la víctima, que le han provocado secuelas de movilidad, cerebrales, neurológicas y psicológicas. Una situación «irá empeorando» y acortará su esperanza de vida, recoge una sentencia. Los jueces usan una expresión contundente para referirse al estado de Raquel Díaz: «No debe haber algo muy distinto a la muerte en vida», plasman.

Además de la pena de prisión, Pedro Muñoz, que en su juventud fue campeón de halterofilia, deberá indemnizar a quien fue su esposa con algo más de 1,5 millones de euros, abonar a Sacyl una factura de 97.149 euros por la atención médica y otros 47.999 euros al Gobierno de Castilla-La Mancha por el tratamiento que recibió Raquel en el Hospital de Parapléjicos de Toledo.