Secciones
Servicios
Destacamos
Mientras en toda Europa las masas forestales se incrementan a un ritmo lento, en España el aumento lleva varias décadas a una velocidad de crucero notable. Cerca del 35% desde 1990. Pero ese incremento del arbolado, que en situaciones normales sería una bendición por lo que supone de control del dióxido de carbono, producción de oxígeno y frenazo a la erosión, se convierte a la vez en una bomba de relojería a consecuencia del cambio climático. Una situación paradójica que hay que afrontar con urgencia para tratar de evitar veranos como el actual.
Más árboles es beneficioso, sí, pero solo si el aumento se produce de manera controlada. Y eso no es lo que está pasando en España. Hay un principio en ecología que sostiene que todo aquel ecosistema que ha sido alterado por la mano del hombre ya nunca recupera el equilibrio. Y eso es lo que está sucediendo.
Las grandes masas boscosas ibéricas de hace varios siglos daban cobijo a manadas de herbívoros que mantenían el suelo limpio de maleza. Además el régimen de lluvias era mucho más abundante, lo que provocaba que hubiera menos madera en el suelo por cuanto los árboles eran más capaces de mantener sus ramas pegadas al tronco y tenían mucha más capacidad para resistir. La madera seca es el combustible primario del que se alimentan los incendios forestales.
La agricultura fue la principal causa de deforestación en España, y también, paradójicamente, la causante de que el proceso se haya invertido.
El rápido abandono de las tierras de labor, sobre todo en la década de 1960, fue el primer paso para que la naturaleza fuera recuperando el terreno perdido. Y en los campos abandonados proliferaron los matojos y arbustos que fueron formando la capa de tierra vegetal necesaria para que pudieran luego enraizar los árboles. Paralelamente, el avance tecnológico provocó que cada vez fuera menos necesario el uso de la madera como material de construcción o de transporte, así como fuente de energía.
Si a ello se le une que con menos terreno es posible producir más con las nuevas variedades de plantas y los nuevos métodos de cultivo, se llega al cóctel cuasi perfecto para que la masa forestal se incremente. Por contra, los recursos para gestionar ese incremento desordenado no han ido parejos, y ahora es cuando surgen los problemas.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.