PP y Cs escenifican la paz mientras se fija marzo como límite para convocar elecciones en Castilla y León

Este jueves Igea volvió a escoger el papel de 'leal portavoz de la Junta'. Atizó al PSOE, minimizó lo que el otro día era un «error estratégico» hasta rebajarlo a «malentendido» y reiteró su confianza en su socio de Gobierno.

Dicen que en el Consejo de Gobierno primero hubo tensión. Y algún tono elevado. Que luego cada uno expuso lo que tenía que exponer, que en el caso de algunos, los de naranja, era un enfado contenido a duras penas y en el de otros, los de azul, una explicación de un voto contra una reforma impulsada por su socio de Gobierno y aprobada por ellos. Y que todo acabó con un abrazo de Alfonso Fernández Mañueco, presidente de la Junta, y Verónica Casado, la consejera de Sanidad «mejor valorada» en las encuestas, insistió Igea, y sin embargo reprobada públicamente con la retirada de la reforma sanitaria.

«No hay ni cambios en el Gobierno ni elecciones», aseguró el portavoz de la Junta, que a la sazón es uno de los contrariados, Francisco Igea. «El presidente me ha dicho que no está en su ánimo convocar elecciones».

Y con esas frases y otras cuantas más trató de escenificar la paz entre los socios mientras, por detrás, tanto en el PP como en Ciudadanos dan por seguro un adelanto electoral. Y ponen fecha límite para la convocatoria: marzo. Cuando se cumpla un año de la moción de censura del PSOE y los 35 procuradores socialistas pueden volver a firmar una nueva moción.

En el PP echan las cuentas. 35 del PSOE, más 2 de Podemos, más la no adscrita -que ya es una más en el entorno socialista en las Cortes- suman 38. Les faltan tres. Por Ávila, a quien Alfonso Fernández Mañueco no ha abordado con las suficientes energías para recabar su apoyo y acabar con la minoría en el hemiciclo, sabe que las encuestas electorales le auguran un cero rotundo, y podría ver en marzo con buenos ojos una maniobra que le permita seguir un año más en el juego político. Y ya serían 39. Y quedan 11 procuradores de Ciudadanos dolidos con su socio, a quien notan una actitud muy diferente desde que se produjo la moción de censura.

«Es un riesgo», confesaban fuentes populares, llegar a marzo y aventurarse a sortear un segundo envite del PSOE. Y en Ciudadanos las frases dejan poco lugar a dudas. «Están armando el relato», decían fuentes del partido de Arrimadas.

Desde Madrid, los mensajes de Ciudadanos han sido para tratar de aplacar el ánimo, especialmente de Francisco Igea, que ha escogido rebajar la tensión en lo posible. Tratan de avanzar en los programas previstos para sus consejerías y diferenciarse. De hecho, la única diapositiva que mostró Igea en la rueda de prensa fue para explicar que gracias a Transparencia -su Consejería- se pueden consultar las 36.000 ayudas económicas concedidas para paliar los daños económicos de la pandemia. «Nosotros seguimos siendo ese Gobierno que no vuelve la cara ante los problemas, que toma decisiones, dispuesto a afrontar los problemas. Un Gobierno unido, cohesionado bajo la presidencia de un presidente que tiene claro que la política está al servicio de los ciudadanos y no al revés», defendió Igea.

La orden es no caer en provocaciones y no contragolpear. «Si el PP quiere romper, que rompa». Pero que sea el partido de Fernández Mañueco el que tenga que dar el paso y justificar su decisión. Igea lo explicó de modo más político. «Nunca ha pasado por nuestra mente romper el pacto. Llamé a la presidenta autonómica del partido [Gemma Villarroel] para comunicarle la situación y nuestra intención».

Para Francisco Igea la situación ya pasó. «Se produjo un malentendido en nuestro sistema de funcionamiento en las Cortes» que ya está aclarado. Sin embargo, en el entorno de Ciudadanos la sensación es de que esta solo es la primera cuña de un divorcio que solo se ha aplazado y que puede concretarse en cuanto los populares rematen sus congresos internos en el mes de octubre.