Nadie tose a Óscar Puente

El exalcalde de Valladolid ha ganado peso nacional en el plano institucional y en el político. Como ministro de Transportes y Movilidad Sostenible y como miembro de la Ejecutiva nacional que arropa a Pedro Sánchez. Puente no rehuye micrófonos ni confrontaciones y emerge en Madrid como portavoz de hecho del Gobierno. Incluso del partido. Ese puesto que tuvo en su día siendo alcalde, que volcado en el Consistorio casi no ejerció, y que Sánchez ha adjudicado ahora a Esther Peña.

La diputada burgalesa apunta a convertirse en matizadora de las explicaciones del vallisoletano sobre, por ejemplo, el degradado de las líneas rojas en relación a temas tan sensibles como el terrorismo o esa amnistía que, insisten desde el PSOE a coro, no preocupa a los ciudadanos. Ese 'por aquí no pasamos', 'vamos viendo', 'quiza sí', 'no es un trágala', 'es una cautela' con el que PSOE recose los remiendos que Junts per Catalunya impone como socio.

Unos parches hilvanados con principios éticos, políticos y de competencias que eran hormigón armado hasta antes de ayer. O zurcidos con dinero, vía deuda perdonada, porcentaje de inversiones o balanzas fiscales favorables a Cataluña, principalmente. Sin olvidar al País Vasco. Cuestiones incompatibles con el deber de velar por la igualdad de acceso a servicios, infraestructuras y oportunidades en el conjunto del país.

El desembarco oficial del ministro de Transportes en la sala de máquinas de Ferraz, donde aterriza también la ministra Ana Redondo, parecía colisionar con seguir siendo secretario provincial del PSOE en Valladolid, pero Puente seguirá a los mandos del partido en la provincia.

En el caso del exalcalde pucelano, cualquier relevo al frente del PSOE de Valladolid habría supuesto situar a un dirigente que fuera secretario provincial a efectos meramente formales, pero nunca de hecho, con el mando de facto en manos de Puente. Una pamema descartada en un momento en el que los socialistas han perdido el Ayuntamiento de Valladolid –fueron los más votados, pero no sumaron, como Feijóo– y cuentan por destrozos sus resultados municipales en la provincia. Algo que no ha pasado factura a Óscar Puente.

El mérito orgánico del vallisoletano es haber convertido la vía crítica 'puentista' en la que creció como político haciendo bueno el dicho de que quien resiste, gana, en oficialidad única en el PSOE de Valladolid. Como el mérito de Sánchez es haber logrado reconquistar la zona noble de Ferraz después de neutralizar a la plana mayor socialista que le puso de patitas en la calle en octubre de 2016. El debate interno ha quedado reducido al argumentario que marca el líder, a tenor de lo que vemos desde fuera. En Madrid y en Valladolid.

A Puente no le tose ni el alcalde de León que, tras la noticia de que Ryanair volará desde el aeropuerto de Villanubla, ha arremetido contra el ministro porque entiende que barre desde su cargo hacia el Pisuerga. Las declaraciones de José Antonio Diez molestarían a otro. No a Puente. Tampoco al leonés le hace mella que el ministro reaccionara a sus primeras quejas reuniéndose en Madrid con Javier Alfonso Cendón, diputado y secretario del PSOE de León, un compañero de partido que no pudo cargarse en su día al alcalde en las primarias de la ciudad, pese al empeño que puso en ello. El pulso entre el regidor de León y el exregidor de Valladolid retroalimenta políticamente a ambos en sus feudos.

El PSOE de Valladolid es hoy, más que nunca, lo que marque su secretario general. Hay más generalato y menos aportación colectiva. En esa fuerza que exhibe Puente está la debilidad (grupal) del partido.