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Facebook se enfrentó a multas, pidió disculpas, prometió mejorar la privacidad y se fustigó con un público «por mi culpa, por mi gran culpa», pero lo cierto es que sigue recopilando cada vez más y más información sobre nosotros. Igual que Google, que Apple, que Amazon. Que todas las plataformas para las que los datos de los usuarios son dinero. (Aquí tienes otro vídeo interesante, de una socióloga, Zeynep Tufecki, sobre cómo se manipula a través de la recolección de datos:)
Así que los bulos, cada vez más personalizados, seguirán existiendo y depende de cada uno de nosotros combatirlos. Con algunas recomendaciones:
- Pensar antes de compartir. Un bulo que recorrió Facebook y Whatsapp tras las elecciones del 28A, cuando el PSOE se hizo con el triunfo, tenía que ver con la misteriosa desaparición de 1,5 millones de votos. El bulo en cuestión decía:
«El censo publicó que las personas con derecho a voto eran 36.893.976 personas, de las cuales también es oficial que votaron el 75,75% de las personas censadas con derecho a voto, lo cual daría un total de 27.947.186 (entre los cuales se incluyen los votos en blanco y nulos. Pero es que sin embargo, pese a confirmar que el número oficial de personas con derecho a voto era de 36.893.976 personas, y pese a decir también de forma oficial que hubo un 75,75% de votantes totales, sin embargo la cifra oficial (y manipulada) que nos mienten que votaron es de 26.361.051 personas. Es decir, hicieron desaparecer 1.586.315 votos».
Aquí se suele añadir esa frase tan recurrente de «esto no lo verás en los medios».
Casi esa frase podría valer por sí sola como detector. En un país con medios de derechas, de izquierdas, nacionales, locales, digitales y de todo tipo, si no lo ves «en los medios» es en un 99% de los casos porque no es cierto. Como en este caso. El 1% restante puede quedarse ahí. Quizá no era un contenido relevante para los medios o puede que estén precisamente trabajando en ello o que se hayan enterado tarde.
El bulero que publica esto obvia que hay dos censos: el definitivo, que incluye el listado de españoles residentes ausentes (voto CERA), y el que se utiliza para extraer los datos de participación de la jornada electoral, que es el censo definitivo menos el censo CERA. Ese voto de los residentes ausentes se contabiliza en los días posteriores y se añade a los resultados definitivos que se publican en el Boletín Oficial del Estado. Como suele ser minoritario, la participación definitiva baja bastante respecto a la obtenida el día de las elecciones. Si se aplica el porcentaje de participación del censo provisional al censo definitivo, el número de votos es mayor que el real. De ahí esa supuesta desaparición de votos.
- Antes de compartir un contenido, reflexiona. ¿No he visto nada de esto en ningún otro sitio, salvo en mensajes similares? ¿Apela a los sentimientos, a la acción, al 'no permitas que nos engañen'? ¿Va contra 'los otros', los que piensan diferente a ti, quizás? ¿Utiliza números, cifras y aseveraciones contundentes sin enlazar la fuente de la que salen? Si tienes dudas, o no dominas el tema del que habla, busca información en alguna fuente fiable. Y ante la duda, no compartas. No hay por qué correr para ser el primero en compartir. Y mucho menos para ser el primero en meter la pata.
- Frenar los bulos. Si te llega un mensaje por Whatsapp o Facebook que resulta claramente tendencioso o llamativo, desconfía. Puedes buscar la imagen en Google fotos, para ver si es cierta, acudir a las fuentes autorizadas (interactuar con cuentas de @policia o @guardiacivil o @policiaVLL en Twitter, por ejemplo).
Hace poco más de un año se supo que en México una multitud aterrorizada por un bulo de Whatsapp sobre unos presuntos secuestradores de niños creyó haber identificado a estos criminales. Los quemaron vivos y lo grabaron y retransmitieron con sus móviles, eufóricos por el triunfo de la justicia del ojo por ojo. Solo que no eran criminales. Eran un albañil y su sobrino tomándose un descanso con su furgoneta cerca de un colegio.
Ante la duda, mejor no compartir. No reenviar. Y si es posible identificarlo como bulo, intervenir en el grupo de Whatsapp o contárselo al contacto que nos lo ha remitido. O denunciar a Facebook para eliminar la página.
- Acudir a verificadores. Cada vez es más habitual la presencia de 'fact checkers', comprobadores de hechos, que tratan de frenar la difusión de estos bulos. Tienen web propia, perfiles en Facebook o Twitter, y cuentan con números de Whatsapp en los que reciben las dudas de los ciudadanos.
Maldita.es es uno de los más importantes en España. Julio Montes contaba que tuvieron que salir a desmentir en su momento un bulo que parecía increíble: afirmaba que en Brasil había un insecto cuya picadura dejaba embarazadas a las mujeres. «Si un bulo se expande es porque alguien se lo está creyendo», decía Montes.
También está Newtral, y agencias de noticias como Efe han incorporado una pestaña de verificación a su web.
- Ojo a los momentos 'especiales'. Una jornada de reflexión, la votación en unas elecciones o los incidentes en Cataluña son momentos en los que los bulos se multiplican. Maldita.es detectó sesenta bulos el último fin de semana de las elecciones generales del 10N. Algunos ya eran viejos y volvían a brillar de nuevo.
En resumen, el mejor modo de luchar contra los bulos es utilizar el pensamiento crítico. No confiar en lo primero que nos llegue por mucho que quien lo comparta pueda ser una persona de nuestro círculo más cercano, un amigo o un familiar.
Como has podido ver en esta serie de cuatro capítulos sobre los bulos, la solución no vendrá del poder político ni de las multinacionales tecnológicas. Los ciudadanos de a pie estamos solos en esto.
BONUS TRACK
Para profundizar en el tema de los bulos y de cómo actúan, te dejamos una serie de recomendaciones de libros y vídeos que te pueden aclarar algo más sobre el asunto.
La dictadura de los datos, de Brittany Kaiser. Esta ex trabajadora de Cambridge Analytica pasó de ser voluntaria en la campaña de Obama a pertenecer a la maquinaria que encumbró a Donald Trump. De lectura muy fácil, aunque amplio, destacan los capítulos en los que cuenta cómo describía Cambridge Analytica el modo en que segmentaron los datos de los votantes para enviarles mensajes dirigidos, a veces falsos o descontextualizados. Como ejemplo, los votantes definidos por su estudio como «Neuróticos» recibían mensajes que azuzaban sus miedos para provocar una reacción.
'El gran hackeo'. Este documental, disponible en Netflix, indaga en el mismo caso y tiene entre sus protagonistas, precisamente, a Brittany Kaiser.
'El enemigo conoce el sistema', de Marta Peirano. Esta periodista especializada en seguridad y privacidad en la Red explica el modo en que las grandes empresas, los grupos de presión o los partidos políticos tratan de manipular a los ciudadanos a través del conocimiento de sus datos y sus conductas. Para abrir boca, es muy recomendable su charla TEDx '¿Por qué me vigilan, si yo no soy nadie?'. Esta charla ha sido actualizada recientemente con una segunda parte, 'La vigilancia es un problema colectivo'.
'La muerte de la verdad', de Michiko Kakutani. El subtítulo, 'Notas sobre la falsedad en la era Trump', ya dice bastante sobre el contenido de este pequeño ensayo repleto de datos y referencias. La autora es crítica literaria y ganó el Pulitzer por su labor en este campo.
'Unfaking news', de Raúl Magallón. El investigador de la Universidad Carlos III ha escrito este libro que en realidad responde a un proyecto más ambicioso que pretende dotar de herramientas a ciudadanos y periodistas para luchar contra la desinformación.
'Fake news: la nueva arma de destrucción masiva', de David Alandete. El libro de este periodista de larga trayectoria está inundado de ejemplos que acaban por conformar un panorama cuajado de siniestras coincidencias al analizar quiénes están detrás de las campañas de desinformación.
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