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El efecto Mazón se deja sentir en la reacción política a las inundacionesDesde finales de los noventa no se veía nada igual en Ávila. Eso decían los vecinos al comprobar cómo se había desbordado el Adaja al paso por la capital abulense ... . Hasta 212 metros cúbicos por segundo llevaba de caudal el pasado sábado, 22 de marzo. Una intensidad que empequeñecía los 136 de dos semanas antes. Los registros históricos de la Confederación Hidrográfica del Duero le dan la razón al vecindario: para ver esa cantidad de agua hay que remontarse a enero de 1996, cuando se alcanzaron los 230,12.
Desde que se aprobó el plan de prevención de inundaciones de Castilla y León, Inuncyl, en febrero de 2010, solo en 2018 se acercó el río Adaja a estos niveles, y fue un acercamiento leve: 88,83 metros cúbicos por segundo en marzo de 2018.
Así que la prealerta, la alerta, la declaración del nivel 1 y la del nivel 2, el máximo antes de pasar a una fase crítica, la 3, en la que intervendría el Gobierno, están más que justificadas. Tanto en Ávila, donde el río anegó la parte de la capital más próxima a la plaza de toros y el estadio, como en Valladolid, dados los numerosos días consecutivos de alerta roja en el Adaja.
Lo llamativo, sin embargo, ha sido la respuesta política e institucional ante estos episodios. El efecto Mazón se ha dejado sentir. Por ejemplo. Tal y como ha defendido el presidente valenciano desde la dana trágica del 29 de octubre, no es preciso que el presidente autonómico forme parte del Centro de Coordinación Operativa Integrado (Cecopi). Sin embargo, Alfonso Fernández Mañueco (PP) decidió acudir en persona a la reunión del pasado 22 de marzo en Ávila. «Hay que mantener todavía la situación de alerta», anunció. «Estaremos todos pendientes de los partes meteorológicos. No voy a decir que minuto a minuto, pero casi minuto a minuto, para ver cómo va evolucionando la situación», señaló el presidente de la Junta, en declaraciones recogidas por Ical.
Juan Carlos Suárez-Quiñones, consejero de Medio Ambiente, era el responsable de informar de la situación, junto a los delegados territoriales de la Junta en las provincias afectadas. Así, explicó que se había declarado el nivel 2 del Inuncyl porque se habían registrado incidencias y afecciones a la movilidad de los vehículos al sur de Ávila.
La Delegación del Gobierno, además de comunicar constantemente las actualizaciones de los niveles de alerta, ha desplazado también al delegado, Nicanor Sen, a las zonas anegadas. Así, el día 23 de marzo visitó Ávila junto al subdelegado del Gobierno en la provincia, que es quien forma parte del Cecopi. «He podido ver en qué situación se encontraba la parte de la ciudad que había sido inundada y comprobar qué situación se ha vivido en Ávila y el resto de la provincia. Como administración general del Estado, como Gobierno de España, agradecer el excelente trabajo que se ha llevado a cabo desde el Cecopi», decía Sen tras su visita.
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El mismo sábado 22 de marzo también se activó el Cecopi en la provincia de Valladolid. Es decir, se decretó el nivel 2 dentro del plan Inuncyl. Fue a las 21:30 horas, por «importantes avenidas en la provincia y el desbordamiento de los ríos Adaja y Duero, principalmente». El Adaja alcanzó en Valdestillas, el día 23, los 202,69 metros cúbicos por segundo de pico máximo. El día 24 ya bajó a 169, pero se ha mantenido la alerta roja por las lluvias continuas y el riesgo de que la tendencia siga al alza. Para poner en contexto, desde el año 2010 el máximo registrado por la CHD en la estación de Valdestillas fue de 158,80 en 2014. En otras cuatro ocasiones había superado los 100 metros cúbicos por segundo. En ningún momento estaba cerca de los 200 que se han rebasado este mes.
En este caso ha sido la delegada territorial de la Junta, Raquel Alonso, la que se ha encargado de visitar las zonas más proclives a inundarse. La diferencia con Ávila es la gravedad de la afección a los núcleos de población. A la delegada le acompañaron miembros de la Unidad de Apoyo Logístico y Emergencias (UALE) y de la Unidad Fénix de Drones de la Agencia de Protección Civil.
«La Junta de Castilla y León mantiene una constante coordinación con las diferentes administraciones locales y naciones que se mantienen trabajando sobre las zonas afectadas con equipos de emergencia y personal especializado», insistía la Delegación en un comunicado.
La Confederación Hidrográfica del Duero ha sido otro de los actores que ha hecho gala de una comunicación constante durante este episodio de avenidas. «La CHD ha emitido 663 avisos», resumía una nota de prensa enviada este lunes por el organismo. Avisos que se han lanzado desde el pasado 6 de marzo, cuando comenzó el desembarco de borrascas con Jana, seguida después por Konrad, Laurence y Martinho.
Desde 2010, año en el que se implantó el plan Inuncyl, se han dado situaciones complicadas por avenidas en muchas zonas de la comunidad. En diciembre de 2019, por ejemplo, el Pisuerga anegó terrenos de Simancas y Arroyo tras alcanzar los 1.250 metros cúbicos por segundo. En 2016 se desbordó el Esgueva en municipios como Fombellida, Villanueva y Villafuerte. En 2014, el río Cega obligó a activar el nivel 2 del dispositivo de prevención, aunque solo por unas horas.
En otras ocasiones, sin embargo, se ha podido mantener el nivel 1 a pesar de lo aparatoso de las crecidas. Así ocurrió en 2014 cuando el Eresma entró en las instalaciones segovianas de destilerías DYC y en la Casa de la Moneda de la capital. O ese mismo año en León, cuando el Bernesga y otros nueve ríos amenazaron a un buen número de localidades.
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