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Mónica Alario, doctora en estudios interdisciplinares de género, ha navegado durante los últimos meses por decenas de páginas web, ha visionado miles de vídeos pornográficos para preparar su tesis doctoral, una investigación que ha presentado por videoconferencia en Valladolid, en un encuentro organizado por Foro ... Feminista con motivo del 25-N. La pregunta de la que nace su reflexión es esta:
–¿Cómo colabora la pornografía en la reproducción de la violencia sexual y de género?
–Me enfoco sobre todo en la violencia sexual, porque es la que está reproduciendo más directamente la pornografía. Pero tanto la sexual como la de género vienen del mismo lugar.
–¿De dónde?
–Del patriarcado, de la desigualdad entre hombres y mujeres. La pornografía también colabora con eso.
–¿Cómo?
–Para empezar, está presentando un modelo de sexualidad (esto habría que ponerlo entre muchas comillas) atravesado por la desigualdad de poder entre hombres y mujeres, y por el abuso de poder masculino sobre ellas.
–¿Por qué esas comillas?
–Porque se muestra una sexualidad atravesada por la violencia, que erotiza esa violencia.
–Por lo tanto, el sexo sin comillas sería...
–El sexo es una manera de relacionarse (uno mismo, una misma o con otras personas) que tiene que estar necesariamente basado en la reciprocidad. O sea, todas las personas que participen, y en una sociedad patriarcal hay que hacer hincapié en el caso de las mujeres, todas las mujeres que participen tienen que tener un deseo de realizar las prácticas y además dar su consentimiento. Y un consentimiento que nazca de ese deseo.
–Y si no es así...
–Vivimos en una sociedad atravesada por muchos ejes de desigualdad. Hay muchas situaciones que pueden llevar a una mujer a dar un consentimiento debido a la presión del ambiente.
–Por ejemplo...
–Somos socializadas en primer lugar para satisfacer los deseos de nuestras parejas hombres. Por lo tanto, si nuestro novio o marido nos está diciendo que quiere hacer tal cosa, no estamos socializadas para decir que no. Ese es un tipo de presión. También está el miedo a la violencia masculina. Sabemos perfectamente que muchas mujeres que han dicho que no y que se han defendido, no solo las han violado, sino que las han asesinado. Ese miedo también está ahí. Un consentimiento por miedo no es un consentimeinto válido. Y tampoco lo es el de una mujer que necesita dinero y le ofrecen dinero a cambio.
–Un consentimiento válido es...
–El que parte del deseo. Quiero hacer esto, tengo ganas de hacer esto y, por lo tanto, digo que sí.
–¿En qué influye la pornografía?
–Presentan situaciones que, de hecho, son violencia sexual, pero las muestran como si fueran sexo.
–Por ejemplo.
–La mayoría de los vídeos transmiten el mensaje de que aunque parezca que una mujer no quiere mantener relaciones sexuales, en el fondo lo está deseando. Es un esquema muy repetido: una mujer dice que no quiere hacer las prácticas que el hombre quiere. Entonces, él ejerce algún tipo de presión y ella acaba accediendo.
–O sea...
–Lo que vemos en el vídeo es que si bien las mujeres al principio se comportan de manera pasiva, sin mostrar ningún tipo de placer, de ganas.... llega un momento, cuando avanzan esas prácticas, en que las mujeres empiezan a participar activamente y mostrar ese placer. El consumidor que ha sido socializado en esta cultura en la que todavía se considera que algo solo es violencia cuando la mujer llora, grita e intenta defenderse, cuando ve este vídeo, lo que entiende es que eso no es violencia sexual, es simplemente sexo, porque a ella no se la ve llorar, gritar ni decir que no o defenderse, sino que al final se la ve disfrutar. Aquí la pornografía bebe del discurso social patriarcal y lo retroalimenta. Esto por un lado.
–Y por otro...
–Hay otros casos en los que la pornografía directamente está presentando situaciones que cualquier persona que las vea está viendo una violación. Hay una mujer que llora, que grita, que intenta defenderse, escapar... Se capta que eso es una violación.
–Y entonces...
–La pornografía está erotizando la violencia sexual de una manera directa. En mi investigación, el vídeo más visto que he encontrado, con 225 millones de visitas, era un vídeo de este tipo. Si hay tantos hombres consumiendo este tipo de pornografía, nos tenemos que preguntar qué bases sociales tenemos que permiten que tantos hombres se exciten con un vídeo así. No es una desviación del sistema patriarcal, sino que son hombres cuyo deseo responde a lo que el sistema patriarcal construye...
–Y para romper este círculo...
–Educación, educación, educación. La idea de educación sexual se queda corta. No basta con esas clases que se dan en la adolescencia para enseñar métodos anticonceptivos o prevenir enfermedades. Hay que promover una educación para la igualdad, para que los niños durante la infancia aprendan a ver a las niñas como sus iguales. Ahí cortaríamos de raíz la violencia. Si nos limitamos a decir a un chaval de 15 años: 'Oye, solo sí es sí', nos encontramos con que la pornografía lleva ya tiempo diciéndoles lo contrario. Vamos tarde.
–¿Tan jóvenes acceden a ella?
–Los menores están accediendo a los mensajes de la pornografía sin ningún tipo de información que les permita distinguir qué es sexo y qué es violencia. El discurso general dice que la pornografía muestra sexo explícito, eso es lo que piensa un chaval cuando se encuentra con la pornografía por primera vez. Y no entiende que lo que ve no es sexo: en muchas ocasiones es violencia. Hay que darles herramientas para que cuando se encuentren con la pornografía sientan lo que siente una mujer feminista cuando lo ve: 'Oh, Dios mío, qué cantidad de violencia'. Cuando lleguemos a ese punto y sientan el mismo rechazo que he sentido yo haciendo mi investigación, entonces estaremos bien.
–¿Se encuentra o se busca?
–Las dos cosas. Obviamente hay chavales que la buscan. Pero también les ocurre lo mismo a cualquiera que navega por Internet, que estamos en cualquier página que no tiene nada que ver con la pornografía y te saltan 'banners'. Mientras la pornografía siga existiendo, está claro que se la van a encontrar. Tenemos que ofrecer herramientas que les permita sentir el rechazo que sentiríamos viendo vídeos que hacen apología de cualquier tipo de violencia contra otros seres vivos.
–Habla de gente joven, ¿qué pasa con los adultos?
–¡Claro! Es que parece que la pornografía solo es un problema cuando la consume gente joven. Pero la pornografía construye el deseo sexual masculino y eso afecta directamente a la vida de las mujeres que se vinculan sexualmente con esos hombres. Ellos van a querer hacer lo que han visto en el porno. Y lo que han visto ahí está atravesado por el ejercicio de la violencia contra ellas: producirles dolor, acceder a sus cuerpos cuando están durmiendo, hacer prácticas altamente desagradables para ellas. La pornografía introduce la erotización de la desigualdad de poder.
–¿Hay pornografía que no repita estos esquemas?
–Yo no la he encontrado. Se ha hablado mucho de pornografía feminista, pero eso es un oxímoron. Muchas feministas en los años 70 analizaron el origen de la pornografía como un contraataque del patriarcado ante un momento en el que ellas estaban consiguiendo ser más seres humanos y la pornografía viene a cosificarlas sexualmente. Está el discurso de que esto es lo progre, lo moderno, lo liberador, lo empoderador. Y que cualquier mujer que no se adapte a esta cosificación es una reprimida, una puritana, una mojigata. Viendo cómo la pornografía desde su origen viene a reproducir el patriarcado y los privilegios masculinos, pensar que algo que ha nacido con esa finalidad pueda acabar siendo feminista es contradictorio. Además, si la industria hace pornografía feminista, incrementa las ganancias.
–¿Cómo le hace frente a esa gran cantidad de vídeos vistos?
–Cuando hablas claro sobre cómo la pornografía reproduce la violencia, la gente lo entiende. El problema es que hay quien para criticarte dice que estás en contra del sexo. Desde el feminismo, se critica la pornografía no por lo que pueda tener de sexo, sino por lo que de hecho tiene de violencia. Este discurso no está en contra del sexo. Y convertir pornografía y sexo en sinónimos es peligroso.
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