La covid sigue ahí aunque ya no la temamos
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Nos libramos de las mascarillas tras 700 días, pero la sanidad sigue al borde del colapso y las estadísticas no dejan de crecerCOVID ·
Nos libramos de las mascarillas tras 700 días, pero la sanidad sigue al borde del colapso y las estadísticas no dejan de crecerAunque parezca una epidemia 'dormida' con la que ya convivimos con naturalidad, la covid sigue entre nosotros. Y, si no, que se lo pregunten a los chinos o a los japoneses, agobiados estos días con el rebrote, exponencial y geométrico, de los contagios.
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En Castilla ... y León arrancamos el 2021 con la esperanza inmunizada de la vacunación masiva: no solo de mayores sino también de los más jóvenes. Pero ha habido que esperar hasta principios de este mes de diciembre que se va para certificar un brindis al optimismo: la covid entre los mayores de 60 años registró la incidencia más baja del año en la región (3 de diciembre).
Porque el arranque del 2022 no pudo ser más peliagudo. El día antes de recibir a los Reyes Magos, se notificaban 70.000 casos en la región. Eso era 18 veces más que un año antes. Los test de antígenos en unidades móviles recorrían las calles mientras los niños (y sus padres) recogían sus caramelos de cabalgata como si no pasara nada.
Los escolares volvieron al colegio con el compromiso firme con la presencialidad, solo alterada por el uso de cubrebocas en los patios y las cuarentenas cuando hubiera cinco casos en una clase. Las aulas han sido un 'espejo' en el que plasmar una normalidad que obsesionaba a toda la sociedad.
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Teníamos en la cabeza eso de la inmunidad de rebaño y la normalización de la enfermedad. Pero ¿era normal cerrar la primera semana del año con 45.000 contagios y 64 muertes en Castilla y León? (8 de enero). ¿O que a finales de febrero (27) superásemos la cifra de 13.000 fallecidos desde el inicio de todo?
Las ansias de pasar página de forma prematura aún tuvieron su reflejo en fechas como los carnavales, que provocaron un repunte del 35% en la región.
Este intento, más o menos frustrado, de conversión de la covid-19 en algo así como una simple gripe, unida al 'destrozo' sanitario general, tensionó la atención médica al límite. En abril, las listas de espera quirúrgica superaban ya los cien días.
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Y en eso llegó el 21 de abril, fecha en la que la Junta decretó el fin de las mascarillas obligatorias salvo espacios muy concretos (transporte público, farmacias, centros médicos...). Después de 700 días volvíamos a vernos la sonrisa en interiores de locales compartidos.
Pero la medicina y sus profesionales, tan alabada por todos cuando el virus nos cercaba, siguió todavía pagando el 'peaje' del titánico esfuerzo previo. No solo la atención no se normaliza sino que en muchos ambulatorios y hospitales se viven oleadas al borde del colapso.
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Quizás porque, con el primer semestre cumplido, las estadísticas todavía hablaban de 3.271 muertos por coronavirus, un 21% del total de decesos de la región. Un porcentaje aún más alto que en 2021. Para acabar de meternos más miedo en el cuerpo, Sanidad tuvo que activar el protocolo antivirus por un caso sospechoso de viruela del mono, el nuevo enemigo mundial, que quedó en falsa alarma.
La vuelta en septiembre a todas las rutinas, con el 89,8% de la población vacunada con ciclo completo, llegó con 'refuerzos'. Esa cuarta dosis volvió a mostrarnos brazos al aire y pinchazos, muchos compartidos con los de la gripe, para tratar de olvidar y 'enterrar' de una vez a este temible enemigo.
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Desde el citado septiembre, todos los mayores de 60 años y las personas vulnerables pueden recibir la segunda dosis de recuerdo. Después, el Ministerio de Sanidad abrió la posibilidad de que toda la población pudiera acceder a este cuarto pinchazo.
Ya se intuía que no iba a recibir el apoyo masivo inicial. La Asociación Española de Vacunología llegó a hacer un llamamiento de cara a las Navidades, cuando se producen más encuentros y más riesgo de contagio.
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La caída ha sido notable: solo el 54,9% de los mayores de 60 años la tiene, aunque entre los mayores de 80 alcanzan el 72,6%. Aun así, la cifra está lejos de los objetivos que plantean los expertos. Y las alertas que siguen llegando de Asia, con más restricciones a los viajeros chinos, invitan a iniciar el 2023 con prudencia.
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