Una profesora, durante la reunión de la segunda evaluación por videoconferencia. Ramón Gómez

El Consejo Escolar pide evaluación continua y no prolongar el curso hasta julio

La difícil adaptación al entorno digital en la enseñanza obligatoria provoca que se pida no avanzar más en contenidos durante el confinamiento

Antonio G. Encinas

Valladolid

Martes, 7 de abril 2020

El curso escolar iba a constar, en Primaria y Secundaria, de 176 jornadas lectivas presenciales. Algo menos en 2º de Bachillerato, por aquello de la EBAU, 163. La segunda evaluación, sin embargo, concluyó con los alumnos ya en su casa, que es donde muchos han recibido las notas, y la tercera ha empezado en una modalidad a distancia que resulta muy compleja de abordar en las etapas de enseñanza obligatoria. Más aún en una comunidad autónoma tan dispersa y en la que la banda ancha es, en muchos casos, más un deseo que una realidad. Decía el Instituto Nacional de Estadística el año pasado que «el 80,9% de los hogares -con al menos un adulto entre 16 y 74 años- disponía de algún tipo de ordenador». Eso deja a un quinto de la población sin él. Y eso a pesar de que un 91,4% «de los hogares tiene acceso a Internet». Eso sí, para el de banda ancha, dice el INE, solo el 85,2% lo tienen a través de fibra óptica o ADSL.

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Para cuando termine la segunda prórroga del estado de alarma, los estudiantes de Castilla y León habrán pasado 21 días lectivos en casa. Un 12% del curso en el caso de Primaria y Secundaria.

¿Qué pasa con las notas? ¿Y con los exámenes? ¿Cómo se evaluará?

Pues las respuestas son que ya se verá. La Consejería de Educación se remite a después de Semana Santa, lo que equivale a decir que a partir del 15 de abril. Y es que hoy y mañana hay una primera reunión en la que se debatirán las propuestas del Consejo Escolar del Estado, aliñadas por las sugerencias de la comunidad educativa. Y el día 15 se celebrará una Mesa Sectorial con la ministra de Educación, Isabel Celaá, y los consejeros de Educación de las comunidades autónomas.

Básicamente el documento propuesto por el Consejo Escolar incluye tres variables: que el curso se reanude presencialmente a finales de abril, a primeros de mayo o que no se reanude.

En el primero de los casos, abril, que resulta muy poco probable a la vista de los acontecimientos, se aconseja que «todos los alumnos y alumnas puedan realizar todas las tareas programadas, ofreciendo desde los centros el apoyo material y de todo tipo a los alumnos que por circunstancias familiares no gocen de los imprescindibles recursos tecnológicos y humanos». Y propone estirar el curso al máximo sin sobrepasar el mes de junio.

Si se regresara en mayo, se aboga por «que no se introduzcan nuevos contenidos», es decir, «que no se avancen los programas. El trabajo se debería centrar en el repaso y repetición de los contenidos y aprendizajes fundamentales de cada materia y en las competencias básicas abordados desde el comienzo del presente curso hasta el mes de abril».

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Un tercer trimestre inusual

En cuanto a cómo evaluar ese tercer trimestre inusual, se propone basarse «en los contenidos, aprendizajes y competencias señalados y trabajados, tanto en casa por el alumnado durante el confinamiento, como en las clases presenciales a partir del momento que estas pudieran realizarse». Y esa evaluación, en cada una de las materias, «se entenderá como recuperación de las anteriores para aquellos alumnos que tuvieran una o las dos insuficientes», pide.

Pero es que a estas alturas las universidades públicas de la región, por ejemplo, ya han decretado que no van a volver a las aulas en lo que queda de curso. Así que no sería descartable que el curso presencial, también en la enseñanza obligatoria, Bachillerato y FP, se diera por concluido y relegado al formato a distancia.

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En ese caso, las medidas propuestas por el Consejo Escolar del Estado serían similares al punto anterior, con evaluación continua, pero con una dificultad añadida en cursos como 6º de Primaria, que supone cambio de etapa educativa, o 4º de Secundaria y 2º de Bachillerato.

En ese caso se propone que «se adapten las medidas de finalización de 4º curso de la ESO y la obtención del título» y lo mismo en 2º de Bachillerato. «La evaluación final en cada una de las materias tendrá en consideración las evaluaciones de los dos primeros trimestres y la del tercero, evaluación que será considerada, en el caso de que resulte positiva, como recuperación de las dos anteriores», señala en ambos casos.

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En julio no

Además se realizan algunas propuestas generales. Por ejemplo, que «las pruebas extraordinarias para todos los cursos se realicen en septiembre, con el fin de aprovechar al máximo el tiempo de actividad lectiva en el mes de junio».

Añade el documento que «no se deben prolongar clases o evaluaciones en el mes de julio. Hay que tener en consideración que los profesores, alumnos y familias están haciendo un esfuerzo para seguir el curso con la formación en línea; ahora no están de vacaciones y la carga psicológica que han tenido que soportar también exige un tiempo normal de descanso».

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La Federación Provincial de AMPAS de Centros Públicos de Valladolid (FAPAVA) ya envió una carta a la Consejería de Educación antes de iniciar las vacaciones de Semana Santa, y coincide en varios puntos con la visión de sindicato y Consejo Escolar. Parte de la premisa de que es «más que probable» que el parón de la docencia presencial «se prolongue durante todo o casi todo el resto de curso».

Consideran que a pesar de las buenas intenciones de todas las partes implicadas «no va a ser posible garantizar el derecho a la educación de una buena parte del alumnado, y especialmente de algunas familias sin recursos que no pueden acceder a los medios para continuar las clases en el formato virtual».

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«Hay muchas familias que no tienen ni los conocimientos ni los medios necesarios para acceder siquiera a los materiales, mucho menos para llevar a cabo la labor docente de forma satisfactoria», señala la misiva, y se hace referencia, además, al impacto emocional de la situación, «en especial para aquellas familias a las que haya afectado más directamente la enfermedad o que estén en primera línea luchando contra ella u ofreciendo servicios esenciales».

FAPAVA considera que la tercera evaluación no se podría impartir «en condiciones de calidad suficiente para casi ningún estudiante de Castilla y León», por lo que piden que no se considere evaluable en cuanto a hacer un promedio de notas. Algo similar ocurre con CEAPA (Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres del Alumnado), que planteaba ayer en la reunión «la necesidad de no impartir nuevos contenidos mientras dure el cierre de las aulas y que las evaluaciones solo tengan en cuenta lo aprendido presencialmente».

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Escuelas Católicas prevé mucho «trabajo de refuerzo» el próximo curso

Escuelas Católicas de Castilla y León, que agrupa a 100.000 alumnos de Castilla y León de todos los niveles educativos, apuesta por «llegar a un modelo de evaluación del tercer trimestre que sea objetivo pero flexible», según su responsable autonómico, Leandro Roldán. «Hay que ponerse del lado de familias y alumnos, no todo el mundo tiene los mismos medios para llegar a la docencia telemática en los centros y no es lo mismo hacer una evaluación presencial», añade.

En la organización creen que habrá que plantearse incluso más allá de este tercer trimestre atípico. «Habrá que hacer mucho trabajo de refuerzo el curso que viene y afianzar cosas», apunta Roldán, que no es partidario, sin embargo, de seguir el modelo italiano, que ha llegado a estudiar la posibilidad de que nadie repita curso, al margen de establecer ciertas pruebas para los casos de reválidas, finales de etapa y otras situaciones especiales.

«A lo mejor no se va a avanzar contenidos, pero debemos seguir repasando, reforzando y en asignaturas más fáciles avanzando», sostiene Leandro Roldán. «Una parte buena en estos momentos es que los alumnos mantengan la rutina. Que tengan franjas horarias ocupadas con el profesor, etcétera. No hay que tirar la toalla ni regalar el curso a nadie y que los jóvenes sean conscientes de que hay que esforzarse, no podemos estar en casa y que nos regalen un curso», explica.

Hay dos aspectos que preocupan más por la dificultad de adaptarse al calendario: los alumnos de 2º de Bachillerato y los de FP. «Sobre todo los que estaban haciendo prácticas en empresas», señala.

El modo en que los docentes y las familias han tenido que adaptarse a un ecosistema a distancia ha convertido el tercer trimestre en un experimento a gran escala. «La tarea del profesor está siendo muy dura, cambiar de la noche a la mañana la forma de dar clase, pero los profesores están dispuestos a arrimarel hombro», destaca Roldán como aspecto positivo.

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