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La colosal obra de la Variante de Pajares y las lecciones que dejaLa Variante de Pajares entra en servicio acortando tiempos de viaje tras dos decenios de obras y 4.000 millones invertidos en unos túneles que ha supuesto un desafío de ingeniería y ejecución a medida que la tuneladora tropezaba con ríos subterráneos y grutas ... que transformaban el túnel en un tubo para salvar las oquedades que escondía la montaña. 49,7 kilómetros de traviesas colocadas sobre 11 viaductos y 13 túneles, entre ellos uno de 24,6 kilómetros de longitud.
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Antonio G. Encinas
Antonio G. Encinas
La obra ha parecido, en muchos momentos, un pozo sin fondo en el que caían los millones de euros públicos en un presupuesto corregido y aumentado año tras año. Entre Francisco Alvarez-Cascos, que la licitó, y Óscar Puente, que la ha inaugurado, la infraestructura ha quemado siete ministros (Ana Pastor, Rafael Catalá e Íñigo de la Serna con carné del PP y Magdalena Álvarez, José Blanco, José Luis Ábalos y Raquel Sánchez con filiación socialista) y su entrada en funcionamiento ha deparado una desagradable sorpresa para varios municipios leoneses que han visto cómo el horadado de la montaña secaba acuíferos, arroyos y torrenteras al cambiar la vertiente de las aguas de la Cuenca del Duero a la Atlántica.
El colosal proyecto de la Variante de Pajares, que ha logrado unir Asturias y sus Puertos con el resto de España por un trazado ferroviario de alta velocidad deja lecciones aprovechables por los ciudadanos y, sobre todo, para los políticos, en su vertiente de gestores de la cosa pública.
Los túneles de Pajares son un ejemplo contundente de cómo puede desviarse en el calendario y el monedero una obra pública. Infraestructura pequeña, desmadre reducido; infraestructura grande, desviación colosal. Esta última es la que define el desarrollo de la Variante de Pajares. Francisco Álvarez Cascos licitó la obra en 2003.
Iba a pagarse con un presupuesto de 1.085 millones de euros y entraría en funcionamiento en 2009. Los escollos que fueron surgiendo a medida que avanzaba la tuneladora estiraron ese calendario de seis años hasta los veinte y la factura inicial de poco más de mil millones se multiplicó por cuatro, hasta escalar al entorno de los 4.000 millones de euros.
Primera lección: los estudios previos sobre una obra que puede condicionar presupuestariamente otras inversiones son vitales para acotar escenarios de desviación.
Hay un efecto 'burbuja' en la inversión estatal en Castilla y León durante los últimos años que está directamente impulsado por esa desviación en el calendario y el presupuesto de los túneles de Pajares. Esa variante ferroviaria ha sido la obra más importante del Gobierno central en la comunidad.
A ello sumamos la posición de Castilla y León en el mapa como tierra de paso y que la segunda gran infraestructura estatal ha sido el trazado de alta velocidad ferroviaria entre Madrid y Galicia por Zamora. El esfuerzo por llevar el tren veloz a tierras gallegas y asturianas (falta culminar aún la salida hacia el País Vasco por Burgos) ha beneficiado a la comunidad, al ser punto intermedio, pero también inflado artificialmente el peso de la inversión estatal en Castilla y León, consignando unos fondos con mayor implicación para Asturias y Galicia. Culminados esos proyectos megapresupuestarios, lo natural es que la inversión global baje. Le pasó a la Junta en Valladolid cuando construyó el Hospital Universitario Río Hortega.
Segunda lección: el análisis de la inversión estatal en la comunidad, más allá de la cifra global, exige una lectura analítica que escrute si infraestructuras eternas como la Autovía del Duero, la Valladolid-León, la puesta al día de la red en servicio, la mejora del tren convencional o los nudos logísticos ligados al Corredor Atlántico cuenten con partidas suficientes como para avanzar en esos proyectos que sí son 100% Castilla y León.
La instantánea que inmortalizó la inauguración de la alta velocidad entre León y Asturias en la estación leonesa es inflacionista en autoridades y cargos políticos. Más allá de la anécdota que dejó el error en la vía de entrada del tren, que al estacionar en el andén de 11 en lugar del 9 malogró el fondo de la foto con el convoy de telón, los retratados ponen de manifiesto el punto de imprevisibilidad que tiene la política.
Tras las elecciones de mayo y con las encuestas de julio, Alfonso Fernández Mañueco seguro que habría esperado a Alberto Núñez Feijóo como presidente del Gobierno en la inauguración de los túneles que taladran la montaña asturleonesa. El popular posó con Pedro Sánchez y con Óscar Puente como ministro recién estrenado. El protocolo puso distancia en esa foto entre el ministro vallisoletano y el alcalde de León, José Antonio Diez compañero de partido y un superviviente dentro del PSOE, porque el 'aparato' intentó orillarle, sin éxito, en unas primarias con prácticas de engorde de los censos.
La foto de la Variante de Pajares retrata un espejismo político, el del reparto de poder territorial entre PP y PSOE. Con un mapa de país donde se impone el azul en comunidades autónomas y alcaldías de capitales, en la instantánea hay mayoría de cargos socialistas. Al presidente del Gobierno, el ministro y el alcalde de León se suman el presidente de Asturias, Adrián Barbón, amén de otros responsables intermedios. Vox encastra en esa imagen al presidente de las Cortes, Carlos Pollán, y es Alfonso Fernández Mañueco el que mantiene el listón de los populares.
Lección tercera: nada se puede dar por sentado en el campo de la política y con políticos por medio.
La conexión ferroviaria de alta velocidad para viajeros y mercancías que salva la Cordillera Cantábrica y acorta el tiempo de conexión entre Asturias, León y Madrid es una obra que hace país. «El precio ha sido alto, pero el valor es incalculable», resumió en la inauguración el ministro Óscar Puente. Es una obra en clave de interés general, que deja perjudicados en el camino. Daños colaterales muy serios, pendientes de solucionar mientras los trenes suben camino de Oviedo y bajan hacia León alcanzando los 200 kilómetros por hora en los túneles recién estrenados.
La perforación de la montaña, lejos de estar marcada por el movimiento de tierra, ha tenido el agua como protagonista. Las corrientes subterráneas y las filtraciones se han convertido en la pesadilla del proyecto. Las obras han desviado la salida natural de los acuíferos hacia el Bernesga leonés, con varios municipios y entidades menores que vieron ya desde 2009 cómo se secaban sus manantiales sin que en estos años se les haya dado solución.
El Ministerio para la Transición Ecológica reconoció en 2021 que hay al menos doce trece tramos de ríos y doce manantiales que embocan el agua hacia los túneles, convertidos en sumidero que la hurtan de la Cuenca del Duero para verterla hacia el Cantábrico. Es mucho caudal. Los municipios afectados han recurrido a la Unión Europea y cuantifican el desfalco en 319 litros por segundo y 11.000 millones de litros anuales. La solución que se perfila es un sistema de bombeo de agua desde el lado asturiano al leonés.
Más que una lección para dirimir si importan o no los medios para lograr los fines, la desecación de manantiales en León abre una doble incógnita sobre si acometerá el Gobierno una solución y, si esa respuesta es afirmativa, cuándo lo hará.
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