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El primer día del primer Pleno de las Cortes tras el verano, el que inauguraba el curso político, sonó el teléfono fijo en una casa de Litos, Zamora, donde se han celebrado este verano 13 concentraciones por la sanidad rural. Una encuesta. Qué opina ... de un posible adelanto electoral en Castilla y León, qué opción política votó en las últimas elecciones, cómo vería un equipo de Gobierno autonómico Podemos-PSOE o PP-Vox y, por supuesto, qué votaría hoy. En el hemiciclo, el PSOE se encontró con el presidente de la Junta, Alfonso Fernández Mañueco, anunciando su apoyo a una proposición no de ley que propugnaba la retirada de la reforma sanitaria de su Gobierno. De la otra mitad del Gobierno, dado que sus caras visibles son Verónica Casado, consejera de Sanidad, y Francisco Igea, vicepresidente y portavoz del Ejecutivo autonómico. Y se escucharon, aunque no es la primera vez, rumores de adelanto electoral.
«No va a suceder», decían fuentes del PP antes del verano. Antes de aquel evento de consagración política en Salamanca con los mandatarios autonómicos, el presidente del Gobierno, el del Senado y el rey Felipe VI. Ayer, desde el partido de Mañueco se dejaba caer que «no hoy, ni mañana», pero que lo del adelanto electoral ya no es una quimera. El PP tiene claro que en marzo de 2022 el PSOE podría interponer otra moción de censura. Que tiene sus 35 votos más el de la tránsfuga María Montero y los dos de Podemos. Que solo le hacen falta tres 'naranjas' más para el revolcón. Y que eso es un riesgo inasumible. El modo de evitarlo es hacer un movimiento 'a lo Ayuso': convocar el Consejo de Gobierno, publicar el decreto que anuncie el proceso electoral y llevar a los ciudadanos a las urnas. Que el presidente de la Junta, dicen algunas fuentes, no ha sido nunca muy partidario de ello porque las urnas son traicioneras y nada le garantiza el triunfo. Pero que Génova necesita más hitos, tras Madrid, que iluminen el camino hacia la Moncloa. Esos hitos son Andalucía y Castilla y León. Recuperar este territorio y obtener el voto de confianza de un segundo mandato en Andalucía supondría un refrendo incuestionable a las encuestas y auparía a Pablo Casado como 'presidenciable' a ojos de los electores. Incluso se apunta a una convocatoria al alimón.
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Con estas premisas, el voto del PP contra una política de su propio Gobierno cobra una nueva dimensión. Francisco Igea, sin embargo, considera que no hay nada que temer. «¿La alternativa de convocar elecciones es sensata, saldrá un mejor Gobierno? Yo creo que no. La gente está harta de este tipo de política. No somos partidarios de la inestabilidad. El presidente ha dado su palabra y yo le creo».
Las últimas horas han abierto una grieta pública en un tándem que hasta ahora había tenido el comodín de resolver las disputas en la discreción de los consejos de Gobierno. Igea admitió que se había enterado de la postura del PP en el mismo Pleno. «Cuando se levanta el presidente y lo anuncia». Y después tildó la decisión de sus compañeros de Gobierno de «error estratégico». «Es un error pactar con el PSOE más sanchista que hay. Puedo discrepar [del presidente], no me he casado con el señor Mañueco. Creo que es un error estratégico», reiteró.
El presidente de la Junta no siguió el debate desde el hemiciclo. Es habitual en las sesiones matinales, cuando los miembros del Gobierno aprovechan para otras gestiones hasta que llega el momento de las votaciones, pero ayer se esperaba su presencia, dado lo espinoso del asunto. Mañueco y Tudanca anunciaron a las nueve y media de la noche del lunes, hora y media después de la sesión vespertina del Pleno, que se reunirían «para abordar la mejora de la Sanidad pública en Castilla y León», según figuraba en la agenda de la Junta. Francisco Igea amaneció con ganas de tuitear. A las 7:27 de la mañana escribía: «Al finalizar el Pleno convocaremos a los medios para exponer nuestra postura sobre la política sanitaria y el estado del acuerdo de Gobierno». Sonaba a cabreo, pero llegado el momento Igea decidió mantener el perfil más institucional, el de vicepresidente y portavoz de la Junta, en lugar de adoptar el papel de socio de Gobierno zaherido. «El presidente va a comunicar ahora al señor Tudanca con quién hay que hablar [de la reforma sanitaria], nadie nos ha arrebatado ninguna competencia porque eso iría contra el pacto [de Gobiesrno]. Es competencia del presidente la interlocución con el jefe de la oposición, pero la política sanitaria la marca la Consejería de Sanidad», dijo.
Igea reivindicó el papel de la consejera de Sanidad, la necesidad de una reforma urgente porque en el horizonte se asoma la jubilación, en cinco años, de 1.100 médicos de familia. Y abundó en su argumento principal. «Nosotros no nos sentimos desautorizados. Y la pregunta sobre el sentido del voto del PP es para el PP. Insisto, ¿qué ha ocurrido para que se produzca esa votación? Es una proposición con premisas falsas y nuestra costumbre es no votar premisas falsas y defender la acción de Gobierno».
Esas «premisas falsas» se supone que figuran en los antecedentes de la proposición no de ley del PSOE, que defendió Luis Tudanca. El texto, que votó a favor el PP, empieza así: «El deterioro de la red de atención primaria en el medio rural de Castilla y León está llevando a esta Comunidad a una situación insoportable e insostenible, desde el punto de vista de la cohesión social y territorial». Y luego añade: «La Junta de Castilla y León lleva años abandonando y relegando la atención primaria a un segundo plano en cuestión de inversiones y de dotación de recursos».
Con este texto y los 70 votos a favor (35 del PSOE, 29 del PP, 2 de Podemos y los de UPL, Por Ávila, Vox y la procuradora no adscrita), Luis Tudanca emitió un comunicado triunfal tras su reunión de quince minutos con Alfonso Fernández Mañueco. «La política vale y lo que parecía imposible hoy puede ser una realidad porque, a veces, las utopías se cumplen», aseveró el secretario general socialista. En el marcador electrónico del hemiciclo aparecían en amarillo las 11 abstenciones de Ciudadanos a la proposición contra su propia reforma. Las casillas de Luis Fuentes y Marta Sanz en la Mesa de las Cortes, la de Francisco Igea a la vera de Alfonso Fernández Mañueco y las de los ocho procuradores, situados justo tras las consejeras 'ciudadanas' Casado y Amigo, se abstuvieron porque, según Igea, «[la proposición] era una tontería que no merece ni el voto en contra».
El 70-11, ovacionado largamente por la bancada socialista, mostró que lo ocurrido en las Cortes está lejos de asimilarse a la «normalidad» que algunas fuentes del PP querían hacer ver.
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