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Días atrás, el director general de Formación Profesional, Agustín Sigüenza, se reunió con empresarios de Castilla y León para atender sus dudas sobre las prácticas de los estudiantes. Hay, por encima de todo, una cuestión fundamental: las empresas no van a cobrar nada, y a ... cambio asumirán determinadas tareas. El motivo es que los incentivos se habían convertido en una herramienta perversa, por la que determinados centros privados -especialmente en la comunidad de Madrid- pagaban a clínicas y hospitales para que acogieran a sus alumnos, lo que iba en detrimento de los estudiantes de la educación pública. Así que se modificó el articulado de la ley de FP y Enseñanzas Artísticas para incluir este punto: «No se podrá vincular el periodo de formación en empresa u organismo equiparado a contraprestación o donación por parte del centro de formación profesional, ni directamente ni a través de fundaciones u organizaciones vinculadas con ellos, cuando la citada estancia de formación en empresa u organismo equiparado forme parte del currículo de la oferta formativa».
Los alumnos tienen que hacer prácticas, todos, y sin que las empresas cobren ninguna compensación. Dicho así es complicado. Si el territorio es Castilla y León, con un tejido empresarial cuajado de pymes y autónomos, más aún. «Tenemos 140.000 empresas en toda Castilla y León, de las cuales 84.000 más o menos no tienen asalariados. Entonces, ¿qué te queda? 60.000 empresas. Pero es que el 98% tienen menos de diez trabajadores. Pedirles a esas empresas que tengan una capacidad formativa similar a la que puede tener un centro educativo o una gran empresa, pues es difícil», señala Sigüenza. «Ahora tenemos más o menos unas 10.000 empresas colaborando con nosotros. Con 14.000, aproximadamente, podríamos resolver la situación», confía.
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Eso sí, a fuerza de imponer determinada flexibilidad. Porque las dificultades ya están llegando. Alumnos de FP de la rama sanitaria hacían llegar días atrás sus quejas por la falta de plazas para hacer prácticas. «Las oportunidades de prácticas disponibles en hospitales y centros sanitarios públicos son insuficientes para cubrir la demanda de estudiantes de FP pública. Los centros educativos nos han sugerido la opción de realizar programas Erasmus como alternativa, pero esta opción no cuenta con el apoyo y los recursos adecuados para muchos de nosotros, ya que además implica costos y desplazamientos que no todos podemos asumir. Esta solución no aborda el problema de fondo: la falta de plazas de prácticas en instituciones públicas para estudiantes de FP pública. A los estudiantes de primero se les prometió la oportunidad de realizar prácticas en este curso, pero finalmente no podrán acceder a ellas debido a la falta de plazas, modificando también la estructura académica».
La ley es estatal pero su aplicación recae en las comunidades autónomas, que son las que tienen las competencias en educación. La solución que maneja la Consejería es dotar de flexibilidad al programa de formación en los centros de trabajo. «Permitir a los centros educativos que, si no tienen empresas para todos los alumnos de primero, puedan acumular ese tiempo que tendrían que hacer en primero, en segundo curso», explica Sigüenza. El aumento de horas es muy importante. «Tienen que hacer entre 500 y 700 horas. Antes hacían 360. Es prácticamente entre el 25% y el 35% de la duración del ciclo. Esto ya no es que venga por aquí uno o tres meses, es que lo van a tener que tener en la empresa 4 ó 5 meses».
Y aún hay otra complicación más. La diferencia entre grado básico, grado medio y grado superior. «Los empresarios, al alumno del grado superior te lo ven con mejores ojos que al de grado medio o al de grado básico, porque lo ven muy joven. Los de primero de grado básico tienen 15. No pueden ni siquiera ir. El que tenga 16, sí, pero el que tenga 15 ni siquiera puede ir. En grado medio empiezan con 17 años», explica el director general de FP en Castilla y León.
Así que la propuesta para esos casos más difíciles es acumular el tiempo en segundo, de manera que se vaya a un «modelo cuatrimestral, el primer cuatrimestre del centro, el segundo cuatrimestre de empresa». E incluso, apunta Sigüenza, que un curso pueda dividirse en dos, de modo que la mitad de los alumnos acuda a la empresa en el primer cuatrimestre y la otra mitad, en el segundo.
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