![Castilla y León juega la batalla política entre amnistía y negociación](https://s3.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/2023/10/04/icaldos-kWuF-U210336130117O4D-1200x840@El%20Norte.jpg)
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El primer Gobierno autonómico PP-Vox para largo, dice Juan García-Gallardo (Vox), y, aprovechando que el debate del estado de la comunidad pasaba por el ínterin entre investiduras, aprobó en las Cortes dos resoluciones contra la posible amnistía a Carles Puigdemont. Una de ... las resoluciones, la número 1 del documento redactado al alimón, la impulsaba el PP en solitario, pero recibió los votos de ambos partidos: «Manifestar la reprobación de toda negociación política destinada a la obtención de apoyos parlamentarios para la investidura que incluya como contrapartida la concesión de una amnistía expresa o velada. Rechazar aquellas modificaciones legislativas realizadas para beneficiar a los responsables». 44 votos a favor (31 de PP y 13 de Vox), 8 abstenciones (Soria ¡Ya!, UPL, Por Ávila, Ciudadanos) y 27 en contra, los 25 presentes del PSOE (ausentes Rosa Rubio y ….) y Pablo Fernández (Unidas Podemos).
Luego Vox situaba otra resolución en términos parecidos, pero en el número 60 y también en solitario (aunque figuraba en el documento conjunto). Es decir, que una abría y la otra cerraba la lista de sesenta puntos pactada por ambos socios. «Perseverar en la defensa de los principios constitucionales recogidos en el artículo 2 de la Carta Magna y a mostrar el más profundo rechazo a cualquier intento político que atente contra la indisoluble unidad de la nación española». Y ahí fueron 52 votos a favor (PP, Vox, UPL, Soria ¡Ya!, Ciudadanos y Por Ávila) y 27 en contra, el PSOE más Unidas Podemos.
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Susana Escribano
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Ambos textos se podían haber compendiado en uno, el que defendió el leonés Antonio Silván en el Senado el martes, aprobado por la mayoría que ostentan los populares. Solo se emitieron 246 de los 264 votos y aun así triunfó la moción del PP por 139 a 107. «Tenemos que utilizar todas las herramientas e instrumentos democráticos para evitar lo que es un sinsentido, aceptar el chantaje de los que quieren romper España. Eso no lo podemos tolerar», explicaba Silván a El Norte en línea con el argumentario del partido. El senador leonés comparó el 1-O de 2017 con el golpe de Estado de 1981, se remitió a la Constitución y a la normativa para defender que no se puede incrustar en el ordenamiento una ley de amnistía «por intereses particulares» de un partido y reiteró, con énfasis silábico en «de-mo-crá-ti-co», que el PP está dispuesto a «utilizar todas las herramientas democráticas y los instrumentos democráticos y la realidad social» para frenar esa posibilidad.
Ahí está el matiz tonal entre los dos socios de Gobierno en Castilla y León y otras comunidades. La beligerancia de Santiago Abascal (Vox) frente a una posición contundente pero más contenida del PP. Silván tiraba de un ejemplo chocante. «En el momento de la moción en el Senado, el presidente en funciones, Pedro Sánchez, recibía la encomienda del rey de intentar formar gobierno, cumpliendo la obligación institucional y constitucional. Y tampoco tiene los votos suficientes y tiene que sumar a independentistas y Bildu y ni unos ni otros van a ver al rey ni respetan a la monarquía. Es una paradoja».
Por la mañana, el orador de moda en el Congreso, Óscar Puente, figuraba entre los nombres designados por el presidente Pedro Sánchez para conformar la comisión negociadora con los grupos parlamentarios. ¿Con todos? No. No habrá conversaciones con Vox. Respecto a Cataluña, ERC y Junts, el PSOE informó de que «el presidente del Gobierno estará en coordinación permanente con Salvador Illa». Quedan PNV, Bildu, Coalición Canaria, PP, UPN, BNG. Y Sumar. Sobre todo Sumar. 31 diputados que conforman el llamado «Grupo Parlamentario Plurinacional». «Creo que me han escogido también por el perfil de gestión», explica Puente. El ahora diputado ha sido ocho años alcalde de Valladolid con unos socios, Valladolid Toma la Palabra, que eran en realidad una confluencia de Izquierda Unida y Equo. Yolanda Díaz eligió Valladolid para la campaña de las municipales por el ejemplo que suponía de entendimiento. Primero, de las fuerzas a la izquierda del PSOE, alineadas con el añadido de Podemos y Alianza Verde a IU y Equo. Y segundo, con el propio PSOE.
Pedro Sánchez llamó a Puente para anunciarle que le quería en la comisión negociadora junto a María Jesús Montero, Santos Cerdán, Pilar Alegría, Félix Bolaños y José Ramón Gómez Besteiro. «La semana que viene empezaremos, creo, mi incorporación me imagino que tiene que ver con el hecho de que se cuenta conmigo y de que, más allá del perfil de orador más o menos ocurrente o ácido, tengo una gestión de ocho años con buenos resultados. Y se trata de conformar un programa de gobierno y acordar un Gobierno con Sumar», explicaba Puente.
En el PSOE autonómico, mientras tanto, silencio estampa y a la expectativa. «Cuando llegue el momento de hablar, hablaremos», dicen fuentes del partido. Cualquier intervención en este asunto puede suponer un inconveniente en una negociación que el PP ya califica abiertamente como «chantaje». Así lo interpretó Silván en el Senado: «¿Por qué, señores socialistas, quieren poner el futuro de España en manos de un antiespañol? Lo que es de todos los españoles se decide entre todos los españoles».
En su alocución ante el Senado, Antonio Silván aseguró que el sentimiento independentista había disminuido porque «el intento de insurrección y sus derivadas fueron neutralizadas con el artículo 155 y las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Esta es la única causa del debilitamiento de la causa independentista». Es la contraposición al argumento del PSOE, que achaca esa caída a las políticas de apaciguamiento del Gobierno, que incluyeron rebajas de penas y reformas de delitos en el Código Penal. El Centro de Estudios de Opinión de la Generalitat de Cataluña (el CIS territorial, por hacer un símil) elabora desde 2015 un barómetro en el que incluye el sentimiento independentista. El punto más alto se alcanzó, según sus datos, en octubre de 2017, con un 49% de personas favorables a la independencia después de una subida vertiginosa desde el 41% de solo cuatro meses antes. El más bajo desde el año 2015 fue en julio de 2020 (un 42%) y en abril de 2023 (mismo porcentaje).
En ese último estudio, los simpatizantes de la CUP, ERC o Junts superaban el 80% de apoyo a la independencia, mientras que un 84% de los socialistas eran contrarios y un 4% no respondían o no sabían. El 92% de posibles votantes de Vox y el 93% del PP respondía negativamente a la pregunta de si querían que Cataluña fuera un estado independiente. Entre los que no declaraban su filiación política, el 60% rechazaba esa potencial independencia y el 29% la anhelaba.
En otra de las preguntas del estudio, un 31% prefería seguir como comunidad autónoma de España, un 7% escogía participar como «región» y un 23% se inclinaba por ser «un estado en una España federal».
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