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Las directrices comunitarias, los efectos de la pandemia y de la invasión de Ucrania han terminado de desencadenar una revolución energética sin precedentes en la que nuestra comunidad se encuentra bien posicionada, tal y como se analizó en el Foro Descarbonización Urbana organizado por El ... Norte de Castilla en colaboración con la Junta de Castilla y León.
No en vano, la región es la primera de España en generación de energías renovables, de la cual solo el 50% de los seis millones de metros cúbicos de biomasa que se generan es aprovechada. Esta capacidad tiene que ver con la importante arboleda que tiene Castilla y León, mayor, por ejemplo, que la de países como Suiza, y con su alta capacidad regeneradora. Entre las distintas alternativas puestas en marcha, «destaca como pionera la red de calor de Valladolid», tal y como señaló Javier Díaz, presidente de Avebiom. «Hace años estudiábamos soluciones de Austria, Suecia o Dinamarca. Ahora son otros los que vienen aquí a ver, emocionados, la red de la Universidad de Valladolid» que tiende a su extensión en otros puntos de la ciudad.
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Jesús Domínguez
Así lo recordó Sergio Lara, director de Energías Renovables y Eficiencia Energética de Somacyl, que destacó este proyecto como «pionero en redes de calor con biomasa», en las que Castilla y León es la segunda comunidad con más redes (69), la primera en potencia generada (141,54 MW). Dicha red de Valladolid es el «buque insignia de la empresa pública y tiene «penetración en la ciudad, por su alcance a más de mil viviendas», además de edificios públicos como, entre otros, el Hospital Clínico Universitario.
El desarrollo natural de estas redes de calor ha ido dirigido hacia la nueva Red Valladolid Oeste, que añadirá una segunda central que podrá alcanzar a más comunidades. Y aunque el foco se ponga en lo urbano, su desarrollo engarza con el mundo rural. «Somacyl se crea ahí, y la realidad es que la biomasa está en el monte. El abandono del medio rural dejó la extracción de leña aparcada, pero venimos de lo forestal», indicó José Manuel Jiménez, director general de Infraestructuras y Sostenibilidad Ambiental, quien recordó que «existe la posibilidad de que miles de personas puedan vivir del transporte y la transformación» de esa biomasa aprovechable «por una ciudad del futuro como es Valladolid».
Aunque hay sensación de que «la normativa obliga», con base en la reglamentación surgida de los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2030, estas formas de generación de energía encuentran cada vez más respaldo de la ciudadanía. «En lo planteado por estos objetivos estamos concienciados. Las comunidades de vecinos tienen cada vez más certezas sobre estas energías. También hay más conciencia de que, como país podremos reducir la dependencia de terceros», percibe Salvador Díez, administrador de fincas.
La economía del hogar es un factor a tener en cuenta, ya que, como explicó Iván Ucero, director general de Termoservicio, las comunidades de vecinos «se plantean para reducir emisiones, pero siempre pensando en la rentabilidad» de instalaciones cada vez más avanzadas. Lo que es seguro, al menos para Asier Sainz, decano del Colegio de Ingenieros de Montes, es que seguirá habiendo recursos. «Castilla y León produce anualmente 5,5 toneladas de biomasa y solo aprovechamos un 50%. Su uso puede generar grandes beneficios a la región», aseguró convencido.
Para la Junta de Castilla y León, «las redes de calor son un vector muy importante» en el camino hacia la descarbonización, uno que intenta aprovechar a sabiendas de que la comunidad todas las condiciones para la implementación de la nueva tecnología», dijo José Manuel Jiménez, director general de Infraestructuras y Sostenibilidad Ambiental. Jiménez fijó el «objetivo básico» de la Junta para los próximos años en «avanzar en la descarbonización urbana, pero también en la industrial», a sabiendas de que la comunidad tiene «sol, agua, viento, biomasa y biometano», todos los vectores que considera necesarios para seguir evolucionando en esta materia. «La revolución energética no ha hecho más que empezar», aseveró, con la misma rotundidad con la que enfatizó esta apuesta el consejero Juan Carlos Suárez-Quiñones.
Como recordó una participante en el posterior debate, integrante de la Agencia de Innovación y Desarrollo Económico de Valladolid, la ciudad tiene el compromiso de ser 100% neutra climáticamente en 2030, algo que Sergio Lara, director de Energías Renovables y Eficiencia Energética de Somacyl refrendó como necesidad a la que otras ciudades deberían adscribirse. «Hay ciudades desarrollando fases previas. Aquí los retos son ir desarrollando y generando más redes e introducir otras energías nuevas», destacó, valorando positivamente el hecho de que, como sucede con otros enclaves de Castilla y León, gracias al apoyo y a la consideración de la Junta de la importancia de esta cuestión, distanciándose de la creencia de que es una moda «con un camino bastante claro de cómo debe ser esta revolución».
En opinión de Javier Díaz, presidente de Avebiom, la industria de la biomasa supone una oportunidad para reavivar el mundo rural, dado que «más del 95% de las industrias que la transforman en energía están en municipios de mil habitantes», llegando, según explicó, a haber casos de municipios con 70 vecinos y que dan trabajo a 180 personas. Así, las energías sostenibles están «ayudando a que se regenere» la tan manida España vaciada, a partir del cambio constante que suponen estas biomasas. «Estamos intentando diversificar de tal modo que podamos aprovechar en la combustión restos de eyecciones ganaderas u otras procedentes de los cultivos, desde la paja hasta las podas de los viñedos», ejemplificó, al tiempo que empoderó Expobiomasa como el segundo evento del sector más importante de todo el mundo.
Aquello que antes nos parecía distante, como era la Agenda 2030 o la preocupación por el medio ambiente, hoy está en la cabeza de muchos, cree Iván Ucero, director general de Termoservicio. Sin embargo, aunque «cada vez hay más sensibilización con el cambio climático, el ahorro es algo en lo que piensa el ciudadano» a la hora de decidir si aborda un cambio en sus sistemas de energía en pos de unos más sostenibles. «Nuestra obligación es poner el foco en los clientes y proporcionarles soluciones para que sus inversiones tengan un retorno lo más corto posible» reconoce Ucero, que no elude que, en ocasiones, la tecnología, «que se encuentra en constante cambio y ebullición», puede implicar un coste tan alto según cuál sean la solución o las dimensiones de la misma, lo que puede hacer que las personas no puedan acceder a ello.
Aunque todavía queda camino por andar, considera Asier Arranz, decano del Colegio de Ingenieros de Montes, que «se nota que se está aprovechando más biomasa» que antes, algo que no debe apartar del reto de «hacer una gestión forestal sostenible». Con esta idea nació su profesión hace 150 años, lo que indica que 'El Dorado' no se ha alcanzado, aunque Castilla y León está en el camino de un mejor aprovechamiento. «Hay una oportunidad de poner económicamente en valor el aprovechamiento de la biomasa, que, además, no va a poner en riesgo ni la caza ni la micología. Es un aprovechamiento complementario que colaborará en la prevención de riesgos» aseveró, poniendo de manifiesto que la acumulación de residuos sin retirar en el monte puede provocar efectos varios adversos como, por ejemplo, incendios.
Salvador Díez, administrador de fincas en Valladolid, reflexionó en el foro sobre alto que puede sonar obvio, pero no es baladí, y es que «la energía más barata y la menos contaminante es la que no gastamos». Pretendía evidenciar con ello la necesidad de reducir la demanda a través de unos mejores aislamientos, algo que han fomentado los fondos Next Generation, pero que no ha llegado a todo el mundo. En su opinión, además de encontrarse con este problema, los profesionales del sector se encuentran a menudo con que «en muchos entornos no estamos en lo planteado en los Objetivos 2030» y con la problemática de las derramas, que pueden llegar a ser de cierta consideración, aunque cada vez son más las comunidades receptivas respecto al ahorro que puede significar realizar una inversión, aunque parezca relevante.
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