La oreja más original de Valladolid se come en el barrio de La Rubia

Cuando uno piensa en disfrutar de una jugosa oreja, lo primero que se le viene a la cabeza es el clásico plato tradicional que tanto gusta en Castilla y León, cocida, con aceite, pimentón y en algunos casos acompañada de una rica ración de patatas. Y es que la casquería es uno de los productos más demandados en la comunidad, pues otros platos como los callos, el morro o la lengua son también típicos. No obstante, un bar situado en el barrio de La Rubia ha dado con la tecla para darle un toque más moderno sin perder su tan característico sabor.

Hablamos del bar Gastro Lava, que está junto al Laboratorio de la Artes de Valladolid. Desde hace nueve años, este llamativo y cuidado local, propone una original carta que cuenta con productos clásicos como los callos, el arroz o las patatas bravas, pero a los cuales les han dado una vuelta de tuerca para elaborar modernas recetas.

Y en el caso de la oreja han sabido conquistar el paladar de muchos vallisoletanos y vecinos de la capital del Pisuerga. «Cada tres o cuatro meses solemos renovar la carta, pero en el caso de la oreja siempre la mantenemos porque es uno de los más demandados» aseguran los encargados de este local. «Se trata de una oreja frita pero que aparentan ser unas chuletillas a simple vista» explican mientras sirven este original plato.

Porque además de ser una oreja frita muy crujiente a la hora de morderla, esta viene acompañada con una exquisita salsa de mojo picón canario, que aporta frescura al plato y un sabor más exótico. Además, también añaden unas cuantas piparras, producto de reconocida fama entre los consumidores por su sabor y ternura. Ahora, si uno prueba a juntar estos tres alimentos, el resultado es una exquisita mezcla de sabores para el paladar, de esos bocados que hace que los clientes quieran seguir probando sin parar para recordar ese sabor tan innovador.

«Desde hace tiempo la casquería es un producto que ha perdido fama, por eso le hemos dado una vuelta de tuerca a la oreja y el resultado ha sido todo un éxito» aseguran. Y solo hace falta observar la carta para comprobar que aquí la cocina tiene un sin fin de elaboraciones y originales recetas. Callos de Wagyu o los puerros con fresas encurtidas son solo algunos ejemplos.

Lo que parece evidente es que por ahora, la casquería en este rincón de Valladolid está a buen recaudo y se puede probar de una manera completamente diferente. Es una forma de mantener productos tradicionales de la tierra pero adaptados para aquellos paladares exigentes que buscan cada vez que comen fuera deleitarse con nuevos sabores.

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