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Gastronómicamente, el otoño es sinónimo de productos de temporada tan identitarios como las setas, los boniatos y también, las castañas. Este fruto procedente del castaño es originario de las regiones mediterráneas de Europa, de madera muy apreciada y cultivado en toda la península, razón por la que es tan habitual de ver en esta época del año en todo el país, sobre todo en aquellas ciudades donde hace mucho frío, en las que los puestos de las castañeras se convierten en los grandes protagonistas, pues los habitantes y visitantes combaten así el mal tiempo a la vez que disfrutan de este delicioso producto.
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Para descubrir todas sus propiedades y aprender a elaborarlas correctamente, esta semana hemos acudido hasta el Mercado del Val para que en la 'Frutería Paula', puesto 31 de dicho mercado, nos indiquen todo lo que necesitamos saber acerca de un producto que aunque es típico del mes de noviembre, cada vez aguanta más tiempo y puede llegar a degustarse hasta febrero.
En esta ocasión, observamos castañas procedentes de El Bierzo (León), asegura Paula Navarro, a pesar de que «en Castilla y León también es habitual ver en los mercados otras variedades procedentes de comunidades cercanas como Madrid». A la hora de probarlas, «los clientes pueden optar por cocerlas o asarlas» y se desaconseja comerlas crudas, ya que resulta casi imposible saber si la castaña está bien hasta que no está hecha y «puede tener pequeños gusanos por dentro». También es importante recordar que después de lavarlas y secarlas, hay que hacer un pequeño corte en las castañas con un cuchillo antes de asarlas porque de lo contrario, pueden llegar a explotar.
No obstante también hay otras formas de cocinarlas, pues en los últimos años se opta por hacer uso de robots de cocina como la Airfryer, con la cual podemos prepararlas en menos de quince minutos. Por último, Paula Navarro también indica que se pueden elaborar purés y cremas de castaña aunque eso sí, «se necesita mucho más tiempo para elaborar estas recetas», aunque con ellas se logra obtener una textura irresistiblemente cremosa y que triunfa por un sabor suave e inconfundible.
No existe ningún truco específico para ello, lo más sencillo es asegurarse de que se encuentren a una alta temperatura, como ocurre cuando las compramos en las castañedas, ya que de esta forma su cáscara puede quitarse sin ninguna dificultad. Por el contrario, si queremos disfrutarlas en nuestra casa, podemos optar por introducirlas unos minutos en agua hirviendo para acto seguido, cortar la cocción con agua fría o bien, si queremos complicarnos menos, dejarlas unos minutos en el microondas. En cualquier caso, de lo que siempre hay que asegurarse es de que se encuentren a una temperatura alta.
Paula Navarro afirma que para que nuestras castañas aguanten el mayor tiempo posible, «es imprescindible que se encuentren a una temperatura ambiente», lo que significa que debemos olvidarnos de frigoríficos y lugares fríos. También es importante alejarlas de zonas donde puedan darlas el sol para evitar que se pudran, razón por la que no está demás guardarlas siempre en una bolsa de papel con el objetivo de que siempre estén protegidas.
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