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José María Gil en una imagen tomada tras superar la enfermedad. HOY
Coronavirus en Ávila: «Nos creíamos el centro del mundo y sin embargo somos seres débiles»

«Nos creíamos el centro del mundo y sin embargo somos seres débiles»

José María Gil Tamayo | Obispo de Ávila ·

El prelado de origen extremeño ha luchado más de un mes contra el coronavirus en un hospital y ahora se encuentra en casa acabando de recuperarse

Lunes, 18 de mayo 2020, 11:53

Ha perdido más de diez kilos y todavía siente una cierta fatiga al caminar. Tose algo, pero hace ya varios días que José María Gil Tamayo (Zalamea de la Serena, Badajoz, 1957) se siente con fuerzas para responder al otro lado del teléfono al Hoy. El coronavirus, «ese bicho muy malo» del que él habla, le obligó a permanecer en el hospital entre el 20 de marzo y el 22 de abril, una larga convalecencia en la que pensó que podría morir. Más tranquilo ya, afirma que «esta enfermedad nos va a hacer reiniciar el disco personal, en el sentido de que nos creíamos el ombligo del mundo y, sin embargo, somos seres débiles a pesar de todos los avances que hay».

–Después de tantos días de lucha, ¿cómo es el coronavirus?

–Esto no es una gripe, es un bicho muy malo del que no se sabe su origen. Empecé a notarme un poquito de malestar unos días antes y la víspera de San José tuve un poco de fiebre. El día de mi santo me quedé en la cama y el 20 hablé con el médico y fui al hospital. La fiebre me subió a 39º, pero notaba la saturación de oxígeno, con un cuadro previo asmático. Tenía miedo.

«La renta básica es necesaria porque hay muchas familias sin ningún ingreso»

–En esos días los hospitales comenzaban a desbordarse.

–Es la primera vez en 62 años que he sido hospitalizado. De pronto me vi en una habitación compartida, primero con una persona mayor y después con un muchacho joven, observabas que se iban ocupando plantas y veías la humanidad del personal sanitario del Hospital Nuestra señora de Sonsoles de Ávila. No se les podía identificar porque no se les veían las caras, trabajaban con unas dificultades inmensas.

–¿Sabe dónde se contagió?

–Creo que en una reunión en la provincia de Valladolid, una semana antes o así. Algún vicario y algún sacerdote dieron positivo, pero ellos lo superaron antes.

–¿Se vio al borde de la muerte?

–Sí, sobre todo cuando me dijeron que estaban valorando pasarme a UCI. Me veía absolutamente agotado. Pero al mismo tiempo con una paz inmensa, porque estás en las manos de Dios. En esos días no pude celebrar, no había contacto con los capellanes hospitalarios... Pero luego ves una grandeza de entrega del personal sanitario, el cariño de mi diócesis, la preocupación de gente de muchas partes del mundo a través de mensajes, también de mucha gente de Badajoz.

–¿Cómo se encuentra ahora?

–Débil todavía. Yo me vine porque había que descongestionar el sistema para que los sanitarios estén con más soltura. Ahora permanezco en casa –el palacio episcopal de Ávila está en uno de los torreones de la muralla– porque se puede continuar la recuperación con el seguimiento del médico de cabecera.

–¿Qué sensación tuvo al volver?

–Era un mundo extraño, parecía que le hubieran dado al pause.

–¿Habrá cambios sociales?

–Una situación como esta a los creyentes nos hace darnos cuenta de que estamos en las manos de Dios y que somos dependientes los unos de los otros. Debemos hacer opciones de vida más humanas, y compatibles con el cuidado del medio ambiente. Si volvemos a las andadas de un consumismo y un desarrollismo que deje atrás a la gente más débil, poco avanzaremos.

–¿Sucederá de ese modo o es lo que le gustaría que ocurriese?

–Como obispo, como sacerdote, como creyente, tiene que haber una vuelta a Dios, debemos redescubrir la verdadera naturaleza del ser humano, que es hijo de Dios y hermano de los demás. En estos tiempos yo creo que las ideologías sobran, la solución está en buscar el bien común, en la política con mayúsculas, en una economía social que no deje rezagados. Me preocupa mucho la situación económica, porque lo que se nos viene encima no es volver a lo de antes. Cuando se ha pasado por esto es cuando te percatas.

«Yo aconsejo a las personas mayores y con riesgo que no vayan a misa»

–Desde muchos sectores se ha destacado el papel de la Iglesia a través de Cáritas.

–Esos voluntarios están transmitiendo esperanza con sus vidas. Lo mismo que esos sacerdotes que van al cementerio a hacer una breve oración. Creo que esa es la Iglesia de la que habla el Papa cuando dice que seamos un hospital de campaña. En la gran tarea de la recuperación tenemos que ser muy creativos, hacen falta políticas sociales realistas que incentiven que la economía no caiga en un desplome.

–¿Es necesaria la renta básica?

–Creo que es necesaria porque ha aumentado el número de familias donde ningún miembro trabaja. En una sociedad como la nuestra, ese sentido de solidaridad tiene que estar muy presente. Lo que hay que buscar son los modos para que sea eficaz y al mismo tiempo incentive la reinserción laboral de esas personas.

–Esta semana han vuelto a abrir las iglesias, pero muchas personas mayores se preguntan si es conveniente volver ya a misa en este momento.

–Yo aconsejo a las personas mayores y con riesgo que se queden en casa. Y los que vayan, que lo hagan con normalidad siguiendo las indicaciones para evitar contagios. Hace falta un gran sentido de responsabilidad por uno mismo y por los demás porque los muertos son reales.

–¿Le da miedo retomar su vida pública?

–No tengo miedo, soy muy providencialista, pero sí pondré los remedios, sin vivir de manera obsesiva. No podemos perder la naturalidad en el trato humano.

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