

Día Mundial del Donante de Sangre
«Cumplir los 18 en mi casa es sacar el carné de conducir, votar y donar sangre»Integrantes de la Hermandad de Valladolid destacan que el sentimiento de ayudar a los demás «lo paga todo» y animan a la población a donar: «Es imprescindible y no se puede fabricar»
Crecer en una casa con algún donante de sangre es abono casi seguro a continuar con esa tradición. «Cumplir los 18 en mi casa era ... el plan completo de sacarse el carné de conducir, votar y empezar a donar», asegura Iván Rodríguez. «Soy donante porque toda mi familia, tanto por parte de padre como por parte de madre, son donantes», explica este joven vallisoletano, que comparte charla con la presidenta de la Hermandad de Donantes de Sangre de Valladolid, Elizabet Arija, y con María Ángeles Sobaler, docente de la Universidad vallisoletana y que no falta a la cita, mensual en su caso al ser donante de plasma, con el personal del Centro de Hemoterapia y Hemodonación. La modalidad de Sobaler se llama donación en aféresis y su cuenta personal marca 53 donaciones.
«Es un proceso en el que van extrayéndote y devolviéndote los glóbulos rojos para que generes plasma o plaquetas, con un aprovechamiento total de toda la extracción y la ventaja de que va directo en beneficio, sobre todo, de enfermos en procesos ya muy extremos, difíciles, complicados, en leucemias y otro tipo de cánceres», explica esta especialista en Historia sobre la modalidad de donación en aféresis. María Ángeles Sobaler relata que empezó a donar casi a pie de aula y defiende el papel que las unidades móviles que se acercan a buscar donaciones a los campus universitarios, además de destacar el trato excelente en profesionalidad y calidad humana que recibe por parte del personal que le atiende cada vez que acude a una cita con sus aféresis.
«Son cinco minutos lo que tardas... Y nada de dolor, un pequeño pinchacito y nada más»
Elizabet Arija remarca que el trabajo de promoción que hace la hermandad vallisoletana ha fijado su objetivo en la población que va de 18 a 30 años para intentar garantizar que hay relevo de veteranos, aunque también hacen labor de siembra en colegios de Valladolid. Más de 1.400 escolares de 5º y 6º de Primaria han participado en 2024 en 'El Gran Juego de la Donación', una actividad adaptada a esas edades con la que la entidad explica por qué es imprescindible que haya donantes para que personas que están enfermas sanen.
Otro de los puntos fuertes de la entidad es la movilización de gente que acude a donar cuando la unidad móvil se acerca a un pueblo, a una empresa o a una institución. La aportación de las hermandades al objetivo de lograr las 450 extracciones que requieren cada día los hospitales de la comunidad es crucial para que el autobús rentabilice los kilómetros de desplazamiento y no retorne a la unidad central medio vacío.

«Hay gente que piensa que solo es necesario donar sangre cuando hay grandes catástrofes, que no tiene esa conciencia de necesidad de contar con algo totalmente imprescindible en el sistema sanitario... Para un trasplante, para un simple parto o para una anemia fuerte», destaca la presidenta de la hermandad de Valladolid, entidad que cuenta con más de 11.000 'asociados' activos (aquellos donantes que dan su permiso en el Centro de Hemodonación para facilitar sus datos a la hermandad), con donaciones en los últimos tres años, en un acumulado en sus 55 años de andadura de 115.923 miembros.
Arija enmarca ese reto en incorporar donantes jóvenes en el panorama demográfico de envejecimiento de la comunidad de Castilla y León, que tensiona aún más la dispersión de la población por un mapa amplio salpicado de pequeñas localidades. «El perfil del joven es que dona más en colectas en las facultades, de manera más esporádica. Mientras que el donante más mayor se compromete con un calendario. Ahí está el desafío, porque eso con los jóvenes es más difícil incluso acercándose a los sitios donde están. Y Castilla y León es una región envejecida, es lo que hay», analiza la dirigente de la Hermandad de Donantes de Valladolid.
«Alguien lo va a necesitar»
Iván forma parte de ese relevo juvenil. «Son cinco minutos lo que tardas en donar y el dolor que alguien se piensa que es, no es nada. Solo notas un pequeño pinchadito, pero nada de nada», precisa sobre los argumentos que emplea entre sus amigos.
«Te sientes muy bien cuando sabes que lo estás haciendo para alguien que lo va a necesitar», subraya María Ángeles Sobaler, que recuerda la experiencia con su padre, que por enfermedad requirió transfusiones periódicas. «Ese es uno de los motivos para iniciarse en la donación. Cuando ves la bolsa que están poniendo a un familiar, te paras a pensar y reparas en que es algo que no se puede comprar y en que, si no lo tuvieras, estarías ante un problema considerable», concluye Elizabet Arija.
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