Bomberos trabajan en el incendio de la Sierra de la Culebra el pasado fin de semana. EMILIO FRAILE-EP

Bombero forestal de Valladolid: «A veces el fuego suena más que el propio helicóptero que tienes encima»

Uno de los bomberos forestales de Valladolid que ha luchado contra las llamas en la Sierra de la Culebra explica su experiencia en el peor incendio de la historia de Castilla y León

Sofía Fernández

Valladolid

Lunes, 20 de junio 2022, 12:26

Prefiere no dar su nombre, tampoco el del retén, ubicado en una localidad cercana a Valladolid, en el que trabaja desde hace más de seis años. «Firmamos un contrato de confidencialidad y tampoco la Junta nos permite difundir vídeos o imágenes». Pero quedan grabadas en ... su memoria. Lo que vio este bombero forestal en la Sierra de la Culebra durante los cuatro días en los que ha luchado de forma incansable contra las lenguas de fuego que han asolado esta reserva natural no lo olvidará jamás. «Eso te lo llevas para siempre», asegura este vallisoletano que ronda la treintena.

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Llegaron el jueves a Sarracín de Aliste tras el aviso de la central y allí el escenario con el que se toparon era apocalíptico, desastroso, dantesco. «Veíamos incendios por todos los lados, columnas de humo donde mirases y llamas de veinte metros que cogían las copas de árboles de más de cincuenta años. Cuando tienes delante un pino de veinte metros que desaparece a los pocos segundos engullido por el fuego, impresiona», afirma.

Peor que la imagen es el sonido. Solo quien ha estado a las puertas de ese infierno lo sabe. «Es difícil de explicar y también de imaginar, el sonido de cómo crujen los pinos, de cómo corre el fuego, eso se te queda grabado. En incendios como este, a veces el fuego suena tanto que se escucha más que el propio helicóptero que tienes encima», asegura.

Han luchado de forma incansable, jornadas de más de doce horas para tratar de ganar metros a un incendio que ha devorado vida. El peor de la historia de Castilla y León. «Hubo momentos de peligro real porque el viento ha sido muy intenso y muy cambiante, sobre todo los primeros días, había momentos en los que no te dejaba ver. Es algo habitual y sucede muchas veces, cuando el bosque es tan espeso te orientas por el sonido, notas como que se acerca», explica el bombero forestal, que estuvo el verano pasado en Navalacruz. Pero como este no ha visto ninguno, «este incendio va a dejar corto al de Ávila», asegura.

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Intentaron «defender el pinar» todo lo que pudieron haciendo ataques directos, contrafuegos, luchando a contrarreloj con batefuegos, mangueras y una motobomba, «pero las condiciones cambiaron por la tarde y el viento alcanzó rachas de 60 kilómetros por hora. Tuvimos que dejarlo para ponernos a salvo. Fue un sentimiento de decepción muy grande porque llevas horas sin parar y te tienes que salir. Ese fue el momento en el que llegó hasta Villardeciervos», añade.

No se puede parar un fuego así de virulento tratando de apagarlo. «La única forma de combatir este tipo de incendios es mediante quemas controladas, eliminando combustible que pueda seguir arrasando hectáreas». Van más de 25.000 según las últimas estimaciones.

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«Se han quemado árboles de más de cincuenta años en una zona que vive de su naturaleza, que da de comer a la gente de aquí»

Asegura que, una vez que estás frente al fuego, no importa el cansancio «porque la adrenalina te mantiene y haces algo vocacional, te gusta tu trabajo y no te importan las horas. Cuando vas a grandes incendios como este sabes a lo que te expones», señala ya en casa después de cuatro días de ritmo agotador. «Ahí es cuando notas todo el cansancio de golpe».

Son dos catástrofes naturales, dos pérdidas incalculables. Primero fue Ávila, después Zamora. «Pero hay una gran diferencia. Más que matorral como en el de Ávila se han quemado árboles de más de cincuenta años en una zona que vive de su naturaleza, que da de comer a la gente de aquí. Viven de las personas que atrae la temporada de setas, de la berrea, de la caza de ciervos, del avistamiento del lobo ibérico, del senderismo, de la madera, que ahora ha perdido su valor aquí. Es una catástrofe a muchos niveles», afirma tras llegar de la Sierra de la Culebra.

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Desastre evitable

El operativo, técnico y humano, no está completo y no lo estará hasta el 1 de julio, cuando se activa el dispositivo de lucha contra incendios forestales de Castilla y León. «Ahora mismo estaremos al 30% en cuanto a plantilla. En Valladolid en temporada hay seis cuadrillas de once efectivos y ahora solo hay cuatro grupos de cinco personas».

Considera que ha habido una falta de previsión «absoluta». Este bombero forestal, que prefiere mantener su anonimato, habla de un sistema de contratación ineficaz y precario. «Trabajamos el 30% durante seis meses, el resto de personal solo se contrata durante tres y después al paro. Somos como temporeros», explica.

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Imagen. El paisaje quemado después del incendio. Reuters

No entiende cómo se ha podido esperar tanto para contratar a la gente y preparar la maquinaria «cuando hemos tenido por medio una primavera tan seca y una ola de calor como esta. Con medios suficientes se podría haber evitado», asegura.

Junto a los quince bomberos forestales que han ido a la Sierra de la Culebra desde Valladolid, este joven ha vivido en primera línea un fuego que se ha tratado de aplacar «de forma improvisada, porque la Junta ni siquiera había declarado el riesgo alto, estábamos en nivel medio».

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Las condiciones climáticas han dado una pequeña tregua desde el domingo, han bajado las temperaturas y ha aumentado la humedad, pero advierte, «ni siquiera ha empezado la campaña de incendios. A ver qué pasa en estos meses, porque la vegetación está muy seca, todavía queda mucho«.

«Esperemos que esto no vuelva a suceder nunca», pide, una vez en casa, con una mezcla de tristeza por lo que ha visto y jamás olvidará y de satisfacción por haberse dejado la piel por tratar de salvar cada metro de la Sierra de la Culebra.

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