«Era un tornado de fuego, como los de Estados Unidos… Me vi morir con mis cabras»

Cuando comenzó el fuego, en la tarde del pasado domingo, Santiago estaba en el monte, a unos 300 metros de su explotación en San Martín de Tábara. «Se veía el fuego, pero muy lejos, en Losacio», explica ahora de forma pausada -nada que ver con los nervios de hace apenas 48 horas-.

«Cambio el viento, y las llamas recorrieron tres kilómetros en lo que yo no pude avanzar los 300 metros… Me vi rodeado con el rebaño de cabras. Me vi morir…» agrega ya con otro tono de voz, pese al final «¿feliz?». «No. Yo me salvé, pero esto no se ha solucionado, ni mucho menos», analiza antes de proseguir con el relato de una noche de pesadilla que se llevó «la vida de un compañero, de otro pastor, de otro trabajador de nuestros montes…».

«Con la ayuda de mis hijos y de unos brigadistas pudimos proteger la nave y meter las cabras dentro… las de fuera no pudimos salvarlas», agrega Santiago, que lleva toda la vida dedicada a su ganado y ahora mira las orejas quemadas de parte de sus animales o los daños que tienen en los ojos debido al calor y el fuego».

La familia León no abandonó su pueblo. Pese a que el municipio vivió momento dantescos y que otros vecinos vivieron accidentes relacionados con el incendio u otros vieron cómo se les quemaba buena parte de sus casas y huertos.

«No saben gestionar el monte. Llevo treinta años viendo las mismas caras.

Cambian de puestos, cuando se cansan de ser alcaldes, les colocan como diputados o senadores y vuelta otro cargo, y viven de nosotros a lo que nos tienen abandonados», concluye el propietario de una quesería que se enfrenta ahora a la manera de alimentar a sus casi 500 cabras que se han quedado sin pasto y monte en una de las zonas más afectadas por el incendio de Losacio, con un paisaje negro y lleno de esqueletos de lo que hace apenas tres días eran copiosos árboles.