«Los nacidos en un pueblo tenemos una inmensa suerte»
UN JULIO DIFERENTE ·
El enfermero Jerónimo Cantuche disfruta en Gallegos del Pan de la naturaleza y de rutas en bici tras dos meses de aislamiento por la covid-19Secciones
Servicios
Destacamos
UN JULIO DIFERENTE ·
El enfermero Jerónimo Cantuche disfruta en Gallegos del Pan de la naturaleza y de rutas en bici tras dos meses de aislamiento por la covid-19Jerónimo Cantuche está entre el 5% de la población española que tiene anticuerpos de coronavirus tras haber pasado la enfermedad y haber permanecido más de dos meses en aislamiento. Enfermero del Complejo Asistencial de Zamora, liberado de UGT, estuvo enfermo en marzo y pasó ... el aislamiento en casa. Tras su total recuperación, se incorporó de forma voluntaria al servicio sanitario para apoyar las labores contra la pandemia y ahora disfruta del verano en su pueblo, Gallegos del Pan, localidad zamorana con un centenar de habitantes.
No hay mejor plan para este enfermero zamorano que disfrutar de la compañía de los suyos, de su huerto, de los paseos con su perro y de recorrer en bici la vecina comarca de Toro. Es un andarín por excelencia y en esas rutas por los caminos, admira los paisajes y encuentra encanto en cada cosa que ve. «Disfruto de los paisajes de la zona, que aunque dicen que son muy secos, cada rincón, cada curva y cada teso tienen su encanto y hay que saber descubrírselo».
Todos los años pasa los meses de calor en el pueblo, donde además está empadronado y vivir asegura que es una delicia. «En el pueblo tienes identidad, conoces a todos, cómo se llaman los caminos, las tierras, dónde están los árboles, las fuentes. Los que hemos nacido en un pueblo tenemos esa inmensa suerte», afirma con una forma de hablar que confirma que es un enamorado de Gallegos del Pan. «Vivo en un pueblo, soy de pueblo y estoy muy a gusto en él. Animo a mucha gente a que se venga al medio rural», sostiene orgulloso.
Este verano es diferente a causa de la crisis sanitaria. A diferencia de años anteriores, no veraneará junto a su mujer durante una temporada en las playas de Cádiz. Lo hace por precaución, para evitar aglomeraciones, pero también para disfrutar todo lo que pueda de la compañía de su hija, una joven ingeniera que a finales de junio volvió desde la India en un vuelo organizado por la Embajada debido a la pandemia. La joven trabaja en Nueva Delhi para una empresa multinacional y este verano está teletrabajando desde la pequeña localidad zamorana.
«La situación en la India es muy complicada porque son 1.300 millones de personas, con una sanidad pública casi inexistente, por lo que está teletrabajando desde casa con el Internet tan pobre que tenemos en los pueblos», explica Jerónimo, quien incide en las posibilidades que ofrece una red de calidad para teletrabajar y vivir en entornos naturales.
A mediados de marzo, Jerónimo Cantuche cayó enfermo. Pasó el proceso en casa, aislado durante más de dos meses porque cuando se fue a incorporar al trabajo en el Hospital dio positivo y tuvo que volver al aislamiento tres semanas más hasta que la PCR fue negativa. «El Hospital necesitaba profesionales y todas las manos eran necesarias, por lo que todas las personas del sindicato se ofrecieron inmediatamente y yo también, en cuanto estuve libre del coronavirus, empecé a trabajar y hemos estado apoyando y ayudando en lo que hemos podido», explica.
Para Jerónimo lo peor del virus es el aislamiento social tanto en casa con los miembros de la familia como con el resto de las personas con las que habitualmente se convive. «Lo que más he notado es la soledad, el dolor, la frustración y la sensación que tienes de malestar que te produce mucho desasosiego», explica. Tuvo dificultad respiratoria, opresión en el pecho y mucho cansancio y fatiga. La enfermedad le dejó, según recuerda, totalmente desfallecido y exhausto. «Me pude mantener en casa y lo fui sobrellevando lo mejor que pude, con el control que me hacían diariamente los médicos y el equipo de enfermería desde el centro de salud».
Jerónimo Cantuche no descarta viajar fuera de Zamora, si las circunstancias sanitarias lo permiten, en octubre o noviembre porque «hay que ayudar a los hoteles y al turismo». De momento, ez un verano particular, con sus ratos de lectura y de piscina y las reuniones de amigos en casa, aunque tenga que ser en grupos reducidos porque «no hay que olvidar que el virus sigue y hay que ser muy precavidos».
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.